El asalto al castillo de la Moncloa
Sinopsis de la película
Farsa política que utiliza escenas de la película Los amantes del desierto de 1957 y sustituye la banda sonora por otra basada en la situación de España en 1978. Destacan las voces en off de Luis Sánchez Polack Tip y José Luis Coll.
Detalles de la película
- Titulo Original: El asalto al castillo de la Moncloa
- Año: 1978
- Duración: 90
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Opinión de la crítica
Película
4.1
61 valoraciones en total
Se les ocurre a unos amigos la idea de convertir una vieja película en un chiste sobre la situación política del momento. Genial. Y van, y lo hacen.
Esto, hoy día, con las facilidades tecnológicas sería muy común. Pero entonces… debió ser complejo.
La película es, básicamente lo mismo que hizo Woody Allen con Lily, la Tigresa una década antes: coger una película mala y estereotipada y convertirla en una película mala pero en plan divertido. Porque la de Allen es mala de narices. Y esta, es peor. Pero que peor.
La gran virtud y a la vez error de esta película es que escogió actores de doblaje consagrados y muy buenos para sustituir los diálogos originales, y claro, al final no sabes si asistes a una parodia, a una farsa, a una burla o a todo junto. Porque esto no es El informal . Aquí no hay un doblaje cachondo que resulte cachondo. Aquí hay alguna broma, de vez en cuando, pero toda la trama está justificada. Es un doblaje modélico como tal. Nadie podría jurar que lo que dicen los dobladores no es lo que dicen los actores de carne y hueso. Porque está divinamente doblado.
Luego, eso sí, están unos desaprovechadísimos Tip y Coll, que comentan a ratos la película. Poco, la verdad. Y sin gracia, a pesar suyo.
En fin. Es una curiosidad que hay que ver como tal.
Esencialmente risible. Qué menos si el guión está llevado por la mano de Tip y Coll. La sátira que se nos ofrece en esta película tiene que ver con un momento muy concreto de la historia reciente de nuestro país. La transición, para quienes no la vivimos, o para quien no haya oído hablar mucho de lo ocurrido, creará en el espectador más neutral una amalgama de bromas, salidas de tono y mensajes, nombres y apelativos propios, repito, de esos años de profunda convulsión social. Es el único punto malo que tiene la película.
A pesar de ello, se puede disfrutar igualmente. Es como cualquier otra de Berlanga, sin tantos medios, menos irónica y mucho más burda, y por ello, en ocasiones más entretenida, aunque no genere una reflexión posterior.
Toda una pequeña obra de culto, si se quiere, de la historia de nuestro cine, que nos demuestra cómo en los momentos más complicados se hizo cine satírico y burlesco, cosa que hoy día se necesita en más grandes cantidades que nunca.