El apóstol
Sinopsis de la película
Akim es un joven musulmán que vive en Francia con su familia. Todos esperan de él que sea un Imán, como su tío. Pero ocurre algo en su interior que le lleva a cambiar de vida: se convierte al Cristianismo. Akim tendrá que enfrentarse a su familia, sus amigos y especialmente a su hermano que se niega a aceptar su conversión.
Detalles de la película
- Titulo Original: Lapôtre
- Año: 2014
- Duración: 117
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Opinión de la crítica
Película
5.6
70 valoraciones en total
En esta película Cheyenne Carron nos ofrece una visión real y precisa, sin concesiones a proselitismos ni maniqueísmos, de los musulmanes conversos a la religión católica. El rechazo del que son objeto por parte de sus familiares y amigos, sus inquietudes así como su adaptación a un nuevo entorno y a otro modo de concebir la vida y la fe son planteados con el equilibrio y la naturalidad que solo pueden ofrecer una galería de personajes bien definidos y unos diálogos precisos y sugerentes.
En definitiva, El Apóstol, pese a lo que puede parecer a simple vista, pues no en vano a obtenido ha recibido un premio del festival Mirabile Dictu organizado por el Vaticano, no es un simple panfleto concebido para desacreditar al Islam, ya que su mensaje no es otro que un canto a la comprensión y a la convivencia de las personas por encima de barreras ideológicas y religiosas.
Como convertido del ateísmo al catolicismo que soy, me interesan mucho este tipo de historias.
Me ha gustado mucho cómo representan la conversión y me han parecido muy creíbles y muy bien interpretadas las escenas. Me he emocionado varias veces a lo largo de la película. Inmejorable en ese sentido.
También te lleva a la reflexión. Lo fácil que es para nosotros vivir la fe y los pocos impedimentos que tenemos para convertirnos, en contraste con lo que le pasa al protagonista.
Ni muchísimo menos puedo estar de acuerdo con las críticas que aparecen en la página (El País, ABC y Cinemanía) El Apóstol expresa cabalmente la diferencia de trato recíproco entre musulmanes y católicos respecto a la libertad de culto, al mismo tiempo que aboga por la fraternal convivencia entre fieles de diferentes confesiones. Si Dios es nuestro Padre, creador del cielo y de la tierra, todos los seres humanos somos sus hijos y, por esa filiación carnal -la raza humana- hemos de llevarnos como hermanos. Desde el punto de vista artístico, es una película aceptable, muy al estilo documental, con actores que cumplen dignamente con su papeles y un ritmo narrativo muy apropiado al tema que aborda. Hay en ella algo más que entretenimiento, pues cumple con una función fundamental en el séptimo arte: enriquecer el espíritu humano, cultural y sentimentalmente.
Realista relato sobre los problemas que tiene un musulmán para convertirse al Cristianismo en Occidente con un trabajadísimo guión que retrata dos tipos de musulmanes. Excelente radiografía de lo que es esencialmente el Cristianismo, la religión del amor al prójimo y del perdón.
Encantará a los católicos y disgustará a los que todavía piensan que todas las religiones son iguales.
Película muy atrayente por la problemática que toca aunque de construcción un tanto mediocre (por ejemplo, el personaje del cabeza de familia islámica), no obstante, un filme valiente en tanto se atreve a abordar la poco convencional y siempre espinosa-peligrosa apostasía de un joven musulmán francés, viviendo con su gente en un barrio de ciudad europea u occidental, para pasarse del islamismo al cristianismo. Ya por esto, estamos ante una inusual historia, merecedora de contemplarse y analizarse.
Son varios puntos cruciales de la idiosincrasia del islam que esta película expone valientemente y realistamente, por más que les moleste a los islamistas incapaces de reconocer los aspectos deshumanizantes que hacen suyos como si se tratasen de sus mismísimos pulmones, riñones o costillas. Porque el problema de la generalidad de los musulmanes y de sus simpatizantes (que andan siempre pregonando en los medios de comunicación que ellos en su mayoría son pacíficos y tolerantes), es que no están dispuestos a reconocer que de tolerantes tienen más bien poco y que en cualquier caso si constatamos imparcialmente su «tolerancia» en el vivir cotidiano de los países de cultura cristiana y de los países de cultura islámica, los islamistas tienen muchísimo menos tolerancia que los cristianos y que los judíos en sus relaciones con los que no piensan como ellos.
Ejemplos bien obvios y visibles a los ojos de cualquiera:
1) Diecisiete naciones o más de mayoría musulmana, hoy por hoy, declaran que el islam es la religión del Estado y exigen que el jefe del Estado sea un musulmán practicante, mientras que en el mundo cristiano sólo dos naciones exigen un jefe de Estado cristiano.
2) Salvo el islam, no existe ninguna otra religión moderna que considere la disidencia un crimen, punible incluso con la pena de muerte.
3) Los hombres musulmanes, según el Corán, pueden tomar hasta cuatro esposas, pero las mujeres no pueden tener más de un marido. Los hombres musulmanes pueden casarse con mujeres cristianas o judías, pero si se trata de las mujeres musulmanas sólo pueden casarse con musulmanes. ¡Menuda tolerancia o modo de corresponder justamente en la relación con tus vecino o hermanos descendientes del mismo tronco abrahámico!
4) En cantidad de países islámicos, por no decir en prácticamente todos, se prohíbe a los cristianos la construcción de iglesias y la predicación de su religión. Mientras que en los países de cultura cristiana, así como en el país judío de Israel, ocurre exactamente lo contrario: los islamistas pueden construir mezquitas y predicar su fe sin mayor problema públicamente. La cristianofobia y la violencia anticristiana es una realidad tan tremenda que las minorías cristianas de muchas naciones de mayoría musulmana han perdido la protección de sus derechos, de sus tradiciones y convicciones.
5) Mientras que en las sociedades occidentales de cultura cristiana se tolera y hasta fomenta un acercamiento irreverente a las figuras y creencias religiosas, los musulmanes consideran que cualquier «insulto» a Mahoma o al Corán merece la peor de las penas. Y esto no es una postura extrema en el islam sino una realidad general, debido a que no han alcanzado el nivel de tolerancia del judaísmo y del cristianismo donde se suele cuestionar, criticar, interpretar y en último término se ha aceptado modernizar sus «sagradas escrituras», lamentablemente entre los musulmanes todo esto resulta hasta el momento poco menos que inaceptable o intolerable. (Confronten el libro de AYAAN HIRSI ALI, Reformemos el islam. Editorial Galaxia Gutenberg. Barcelona 2015).
A cambio de tal intolerancia y de tan poca correspondencia de trato respetuoso que los seguidores del islam muestran en los países islámicos, aquí en nuestras ciudades, en los países de cultura y religión predominantemente cristiana, acogemos a islámicos de todo tipo, incluso a predicadores fundamentalistas, les dejamos que construyan más y más mezquitas, que enseñen y practiquen públicamente su religión, y hemos llegado al punto de «necedad buenista-multiculturalista» que nos cruzamos de brazos mientras miles de jóvenes desafectos se radicalizan a causa de guías islámicos o imanes, que como se puede ver en el presente filme, les inculcan fanatismo y poquísimo talante de correspondencia tolerante con quienes integran las sociedades que les han acogido y con las costumbres y leyes predominantes aquí.
Dicho lo cual el acabado del filme es casi de risa, irreal e irreconocible, Cheyenne Marie Carron cae en el buenismo melifluo típicamente occidental para redondear su faena, ¡no sea que se vayan a molestar los islamistas por haber tratado el tema de que uno de los suyos se pase al cristianismo!, o dicho de otra forma, haciendo caso omiso de Iyad Yamal Al Din (clérigo reformista iraquí chií) cuando ya hace tiempo dejó dicho: «No debemos embellecer la verdad y decir que el islam es una religión de compasión, paz y agua de rosas, y que todo va bien, porque no es así.»
Fej Delvahe