El alfabeto (The Alphabet) (C)
Sinopsis de la película
Segundo cortometraje de David Lynch, producido con el dinero que obtuvo con el primero, Six Men Getting Sick y basado en una pesadilla real. Una chica (Peggy Lynch) está tumbada en la cama, mientras el sonido de unos niños cantando A ,B, C se escucha de fondo. Después vemos una secuencia abstracta animada mostrando las letras A-Z en una secuencia con varios fondos.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Alphabet (S)
- Año: 1968
- Duración: 4
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Opinión de la crítica
Película
5.6
28 valoraciones en total
Es como un corto del barrio sésamo pero en el psiquiátrico, más bien parece una pesadilla de Epi y Blas después de que se les acabara el éxito del programa y estuvieran o vagabundeando o en un psiquiátrico.
En fin, a Lynch los padres no tendrían que haber dejado que viese barrio sésamo o cualquier otro programa infantil, a saber cuál sería el corto si hubiese visto los teletubies, no quiero ni imaginar que sería el sol que aparece al principio.
Mamarrachada lynchesca aunque confieso que alguna imagen sí que acojona
Segundo corto de David Lynch con su pareja de entonces, Peggy Lynch, como protagonista . Sencillamente solo debería contener el género de cine experimental, surrealismo y animación, porque yo de intriga no veo demasiada, y terror… bueno, en parte, pero muy poco. Empieza con una chica en la cama, de fondo se oyen unos niños diciendo el abecedario y a partir de ahí se van viendo las letras del abecedario con una canción (del abecedario, como no) de fondo y con animaciones bastante paranoicas (como no), no es ninguna novedad en Lynch el poner cosas sin un mero sentido sale una formación de diversos elementos en forma de hombre (más bien mujer) y bueno, el resto (y todo ésto también) no son más que Lynchiadas , así que solo puede encantarte o que te parezca una basura, entonces os preguntaréis ¿y por qué le has puesto un cinco? Pues sencillamente porque no quiero decantarme hacia ningún lado, le pongo un cinco, que es lo mismo que no puntuarla, sencillamente la dejo en neutral.
Parece que este corto no ha gustado mucho en la comunidad filmaffinitera. Sin embargo, quiero romper una lanza en su favor, ya que posee grandes virtudes formales y visto con perspectiva histórica (que es como se tienen que ver las obras que ya tienen una edad), resulta cuanto menos sorprendente la influencia que ha tenido (también puede haber sido convergencia evolutiva, pero lo dudo).
En este corto sale una niña en una cama que parece un cruce, entre la niña de El exorcista y la niña de The ring (ambas películas posteriores a este corto) y, al igual que en estas, crea una imagen bastante desasosegante. Del mismo modo, utiliza repetitivas canciones infantiles, sacadas de contexto, para generar tensión y angustia (igual que en La semilla del diablo del mismo año o en Pesadilla en Elm street en los 80). Además, recurre a una muy original combinación de sonido, animación y tiempo real que genera escenas surrealistas muy potentes y que se parecen bastante (quitando el elemento terrorífico) a los imaginativos cortos de animación que posteriormente se realizaron para Barrio Sesamo que, por cierto, de pequeño me fascinaban (¿Recuerdan el de letra B ?). Este último aspecto me parece sencillamente genial, ya que ese empleo tan surrealista de la animación recuerda enormemente a las primeras obras en dicho formato realizadas a comienzos del siglo XX por autores como Segundo de Chomón o George Méliès, entre otros, pero desde entonces y hasta el momento en que a Lynch se le ocurrió realizar algo parecido y mejorarlo pasaron, más o menos, 60 años.
En este corto hay muchas cosas: Surrealismo, terror, humor, calidad técnica y artesanal y sobre todo mucha, muchísima imaginación. Desde un punto de vista más subjetivo, me ha parecido que toda la diversa amalgama de recursos audiovisuales que utiliza está extrañamente bien imbricada, consiguiendo un fluir desde, por ejemplo, la animación al tiempo real, o desde una escena a otra, de forma narrativamente muy natural.
Supongo que algunos me pondran en su lista negra por esto, pero creo que la prueba de que el cine es una industria aún inmadura, a pesar de ser colosal, es que mientras en otros artes, como la pintura, pocos dudan del valor de lo meramente evocativo o surrealista o de la capacidad de distorsionar la realidad para generar nuevas percepciones (por ejemplo, la gente va en masa a ver y aplaudir los cuadros de Dalí o Picasso), en el cine cuando alguien realiza algo parecido en atrevimiento y calidad es linchado por muchos, alabado sólo por unos cuantos y ninguneado por la mayoría. Menos mal que desde sus inicios algunos autores van muy por delante de la mayoría de los productores y sobre todo de los espectadores. Es lo que tiene ser verdaderamente pionero, que unos cardan la lana y otros se llevan la fama. Afortunadamente, a este director se le nota que la fama le importa un bledo y que, incluso cuando la ha tenido, ha seguido haciendo lo que realmente le gusta, porque es un cronopio de libro.
Una pesadilla en cuatro minutos. Se mezcla una evocación aparentemente inocente (niños recitando el abecedario) con angustias y terrores. Sin ninguna lógica ni referencias espacio-temporales, al igual que cuando soñamos de verdad.
Hay sensaciones y temores de fondo. Tal vez el miedo a la paternidad, temática que retomó con fuerza en Eraserhead (ese llanto del bebé que crispa los nervios y la voz fantasmagóricamente maternal intentando acallar el siniestro sonido). Tal vez las fobias infantiles (los terrores nocturnos de los niños). El lado oscuro de la niñez, en la que aún no se posee el suficiente autocontrol para ignorar al hombre del saco que acecha en el armario, o para disimular que uno está asustado ante tantas cosas cotidianas, como el pánico escénico en el colegio, los compañeros abusivos, las lecciones que hay que aprenderse y que se nos atragantan, las reprimendas de los adultos, esa calle por la que no nos atrevemos a pasar porque ha rodado el bulo de que ahí vive un hombre que secuestra niños…
Un cúmulo de pulsiones que también forman parte de nuestra forma de ser.
Porque a Lynch no le interesa lo que se ve por fuera.
Terror, lo que es terror, da. Sin embargo, el ejercicio surrealista de David Lynch gusta en general precisamente por ser David Lynch. La misma producción con otro nombre tendría unos cuantos puntos menos.
Para mí, llegó a curioso, pero nada más. Inquietante y con ciertos momentos buenos, pero no lo suficiente para mis exigencias mínimas.