E Agora? Lembra-Me
Sinopsis de la película
E Agora? Lembra-Me (¿Y ahora qué? Recuérdame) narra la lucha del propio director Joaquim Pinto contra el virus del SIDA y la hepatitis C, enfermedades a las que el realizador portugués combate desde hace casi 20 años. El film es la crónica de un año de estudios clínicos con drogas y toxinas aún no aprobadas. Una reflexión abierta y ecléctica sobre el tiempo y la memorias, sobre las pandemias y la globalización, y sobre cómo sobrevivir a las expectativas.
Detalles de la película
- Titulo Original: E Agora? Lembra-Me aka
- Año: 2013
- Duración: 164
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Opinión de la crítica
Película
7.2
100 valoraciones en total
Joaquím Pinto es un notable sonidista, además de actor, documentalista, cinematógrafo, entre otras actividades artísticas y que ha trabajado con directores de la talla de Joâo Cesar Monteiro, Raúl Ruiz, Manoel de Oliveira y André Téchiné.
A manera de un diario íntimo, Pinto documentó durante un año su experiencia sometiéndose a un tratamiento experimental para combatir su ya larga lucha contra el SIDA y hepatitis, que padece desde casi 20 años atrás.
Su película es un apasionado y conmovedor retrato de una lucha de un hombre contra una de las peores adversidades, Pinto muestra su vida cotidiana en su casa, en el campo en compañía de Nuno su pareja y de sus perros.
Pinto no tiene reparo en mostrar su intimidad cual es, al principio Nuno decide no aparecer ene l film, pero poco a poco este se integra de manera natural en el relato, donde lo mismo se habla de música, cine, naturaleza e incluso la crisis que se vive en tierras europeas.
A pesar de que se muestran momentos dolorosos del tratamiento y las consecuencias de éste en Pinto, acá no hay lugar para patetismos, Pinto opta por un ensayo por momentos realista y por momentos poético, con muchas citas a su largo recorrido en el cine.
Descarnada, sensible y atrapante por igual, E Agora? Lembra-Me es una experiencia fascinante de un hombre que sabe que la vida se le agota, pero que cuenta con el cine para volverse eterno.
E AGORA? LEMBRA-ME
Una interrogación, patologías víricas combinadas, cócteles de fármacos ineficaces, terapias reiniciadas, múltiples efectos secundarios más allá de lo físico, pocas referencias al pasado, vida día a día, insomne, y diagonalmente alejada.
Y una respuesta, con la intensidad emocional de un imperativo universal, rápida y densa, sin temor, como esa mirada del protagonista, la de una energía inevitablemente orientada hacia la compensación del caos diario, de los olvidos, de las lagunas, de las sorpresas al revisar el material grabado.
Vivir en una isla,para volver a una capital extranjera, cercana en busca de remedios, mantener la memoria, extender la identidad, no parar pese al agotamiento, recurrir a los opiodes, empezar solo, continuar junto al amado.
En ese medio los perros, otra prueba del azar, encontrados a una nueva vida, tan diferentes, tan atentos, siguiendo, cuidando, recibiendo.
Fluye también la dignidad, la de uno, y la de los demás: pueden rastrearse los signos del heroismo rechazado, del agonismo confrontado con experiencias terapéuticas previas y fracasadas, y entonces se descubre el verdadero sentido de una obra donde las siglas de virús, y en este caso sus combinaciones, ya no son significativas, donde lo que se escribe y se construye es una identidad continua, un nuevo capítulo en la memoria, otro contenedor ordenado, sostenido en un tiempo, por veces, sentido perdurable.
Hay en este trabajo documental tanta experiencia, tanto deseo de recoger lo propio, lo sabido y el ansia por lo nuevo, que si su extensión es merecida, será su sinceridad la que alcanza un grado novedoso en la tipología de los trabajos de no ficción relacionados con la salud gravemente afectada. Medios mínimos, sin presencia de equipo humano: intimidad original sobre el diseño de un proyecto que nos captura desde el primer fotograma.
Formalmente es un catálogo acertado/diario de recursos propios y ajenos, un texto recitado hipnotizante, pero de verdad, mucha música frente a silencios solitarios fuera de hora, una vigilia puntual confrontada con un devenir universal y no hay lágrimas, ni de más, ni de menos. Aportará datos relacionados con la medicina, con la antigua y con la deseada, ajustados e ilustrados, casi literalmente. Se hacen presentes un montón de caricias, sobre pergaminos, sobre las plantas del huerto, sobre los perros, sobre esa cabeza que protege una mente sometida a un extraño calendario de mareas bioquímicas.
Cualquier expectador que sea capaz de situarse en los mediados de los ochenta del siglo pasado, recordará amargas campañas y trabajos llenos de estigmas en la lucha contra la infección, contra la enfermedad, en el tratamiento de los afectados/apestados, y hasta es posible que este sea un lamentable handicap para esta obra, que debería estar destinada a modificar parte de la visión global de este asunto. Aún cuando estemos refiriéndonos en parte a tratamientos experimentales y fuera del pais de origen de los protagonistas, y en un contexto de convulsión internacional.
Será una obra multipremiada, merecidamente, pero lo importante, es que el verbo final de su título se conjugue en un número significativo de expectadores, en ese rincón de la esperanza vital, en el que deseamos ver a sus protagonistas.
Es evidente que todo artista trata de trasladar a su obra varias de las preocupaciones que mantiene en el día a día, incluso experiencias reseñables que haya tenido a lo largo de su vida. Pero, en ocasiones, la dureza de la realidad supera cualquier consideración relativa a la ficción y el cineasta se ve casi en la obligación moral de ir un paso más allá. Algo así le ha sucedido a Joaquim Pinto, un hombre que empezó en el séptimo arte como técnico de sonido (gracias a lo que trabajó, por ejemplo, con el recientemente fallecido Manoel de Oliveira) pero que poco a poco fue adentrándose en la dirección de largometrajes. Sin embargo, un hecho marca su vida por encima de su trabajo: la lucha contra el SIDA y la hepatitis C que lleva manteniendo desde hace 20 años. Una enfermedad que marcó un antes y un después en su carrera artística y que ahora llega a su punto culminante con el documental E Agora? Lembra-Me (en castellano sería ¿Y ahora? Recuérdame), en el cual el propio Pinto repasa su vida y los tratamientos médicos, a menudo experimentales, a los que se ha ido sometiendo para curar su afección.
La cinta actúa casi a modo de crónica documental sobre los pasos que el director portugués ha dado en diversos ámbitos desde que le fue diagnosticado el VIH. No sigue una línea narrativa demasiado clara, sino que va desgranando poco a poco diversos aspectos de su vida. Así, tan pronto acude a sus inicios en la escuela de cine como introduce tomas en las que aparece él mismo con su marido Nuno y sus cuatro perros, a los que el propio cineasta demuestra tener un cariño sin parangón. Precisamente en un momento del documental se alude al padecimiento de uno de ellos, Rufus, que se encuentra muy en consonancia con las vivencias del luso. Los veterinarios habían aconsejado sacrificar al can, puesto que no merecía la pena dejarse una cantidad grande de dinero en la operación, sin embargo, Pinto siguió adelante con la cirugía y salvó a su animal. Algo parecido le debieron decir a él mismo cuando contrajo el VIH en una época donde esta afección era considerada casi como la antesala de la muerte, pero en ocasiones, y como bien demuestra este filme, la fuerza de voluntad puede sobrepasar a la misma ciencia.
El documental viene marcado con un claro signo personalista. La figura de Joaquim Pinto, como es obvio, abunda sobre todo lo demás. A través de primeros planos que nos enseñan el rostro del protagonista. Sería faltar a la verdad, empero, si dejáramos caer que E Agora? Lembra-Me es una especie de pieza onanista en la que su director demostrase un ego fuera de lo común. Nada más lejos de la realidad: asombra la cercanía que Pinto mantiene con el espectador a la hora de contar sus problemas, sus miedos, sus alegrías, las tardes que pasa jugando con sus perros, incluso varios momentos íntimos con su marido, hasta el punto de que podríamos extender el comportamiento del director a cualquiera que haya pasado por circunstancias similares. Este choque entre amor y sufrimiento define buena parte del sentido del documental, ya que se deja entrever muy claramente que este último jamás se podría derrotar sin la participación del primero. Una historia que tiene buena parte de su entidad en Madrid, lugar donde Pinto ha acudido periódicamente para llevar a cabo los mencionados tratamientos experimentales.
Pueden asustar sus 164 minutos y el hecho de que sea una película de signo bastante autoral, pero realmente E Agora? Lembra-Me no llega a acusar una falta de ritmo demasiado grande ni, desde luego, trata temas que pudiéramos considerar como poco interesantes. Sí es cierto que por momentos resulta algo densa, en parte debido a que el documental no tiene mayor hilo conductor que la figura del propio director y en ocasiones el montaje da mucha rienda suelta a la creatividad (ya lo denota esa primera escena con la babosa arrastrándose, simbolizando en cierto modo lo que le sucede al cineasta), pero analizándola de manera global vemos que trata aspectos que trascienden la figura de Joaquim Pinto a través de un buen puñado de referencias a la historia del cine y también acerca de la sanidad pública, sobre el tratamiento para la hepatitis C que tan a debate está últimamente en nuestro país. Por tanto, la obra de Pinto no sólo es recomendable si uno quiere descubrir la vida de un autor singular, sino, y muy especialmente, sirve como ejemplo del duro día a día que tienen que llevar aquellos que padecen enfermedades como las del protagonista. Un hombre que, a pesar de todo, muestra ante la vida una enorme esperanza.
Álvaro Casanova – @Alvcasanova
Crítica para http://www.cinemaldito.com (@CineMaldito)