Dos personas
Sinopsis de la película
Cuando el prestigioso doctor Arne Lundell termina el trabajo más importante de su vida, un colega de la universidad de Estocolmo, el doctor Sander, presenta una denuncia contra él por plagio. Marianne, esposa de Arne, hace todo lo posible para animar a su angustiado marido que no alcanza a comprender los motivos de esta injusta acusación. En estas circunstancias, Sander aparece muerto. Todo parece indicar que se trata de un suicidio, pero pronto se llega a la conclusión de que en realidad ha sido asesinado…
Detalles de la película
- Titulo Original: Två människor aka
- Año: 1945
- Duración: 78
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Opinión de la crítica
Película
6.9
26 valoraciones en total
Aunque esta película siempre ha sido considerada impropia de la categoría artística de Dreyer, calificándola de fría, aburrida y artificiosa, lo cierto es que es digna de verse: un conflicto pasional en el que la heroína entronca con otros grandes personajes de la obra del danés, ofreciendo un doble sacrificio trágico. En este personaje se concentra lo mejor de la obra. El otro personaje, ambiguo, y el hierático actor que lo representa, no contribuye a mejorar el resultado final.
Dándole la vuelta al argumento, si uno se olvida o desconoce que se trata de uno de los tres más importantes autores de la historia del cine, podría verse como un digno producto de una cinematografía nórdica. Evidentemente, los grandes maestros no siempre hicieron genialidades, también tenían que comer. Si algo hay que lamentar de esta obra menor es que su fraccaso comercial condenó a Dreyer al ostracismo, durante más de diez años, obligado a regentar un cine en Copenhague.
¿Cuántas obras maestras se perdieron durante esta larga época de madurez? Algunas podemos imaginarlas por los documentos que nos facilitan sus biógrafos. Sólamente con recordar la película con que reapareció en 1955, Ordet, se emociona uno.
Creo recordar que a propósito de un comentario dedicado a un filme de Ophüls mencioné que era de esos realizadores cuyo cine he aprendido a apreciar y admirar con el tiempo, proceso que me recuerda a esas comidas que aborrecíamos de pequeños y que adquieren otro gusto cuando somos más mayores. Con Dreyer me ocurre lo mismo, pues tuve la ocasión de conocer su célebre Ordet demasiado pronto, y no ha sido hasta hace pocos años cuando un nuevo visionado -forzosamente más maduro, con más películas a las espaldas- me ha permitido admirarla en lo que vale, que es mucho.
Espoleado por el nuevo interés que entonces surgiera, he visto después varias películas del realizador danés, confirmando todas ellas las buenas impresiones que ya tenía, ahora ha caído en mis manos este título, y aprovechando que es de los menos conocidos lo comento, siendo fiel a mis costumbres.
Afirma mi único predecesor que Dos personas está lejos de ser una de las grandes obras de Dreyer, y estoy de acuerdo, si bien me parece un muy estimable drama, en el que el realizador demuestra no poca habilidad en su intento por convertir la obra de teatro original en un producto cinematográfico eficaz. En efecto, la concepción de la historia, que reduce los personajes a un matrimonio y las localizaciones al interior de su domicilio, suponen siempre un reto para el realizador cinematográfico, que se ve obligado a buscar elementos dinamizadores, evitando así que la película resulte visualmente tediosa. Hoy en día tenemos ya muchos ejemplos de cómo hacer esto, pero en 1945 no había tantos, aunque es forzoso recordar que ya en 1931 King Vidor había rodado La Calle , con similares limitaciones, si bien contando con más personajes y algo más de espacio.
Durante todo el metraje los únicos intérpretes que veremos son los que encarnan al matrimonio protagonista, siendo su contacto con los acontecimientos externos la radio, la prensa y algunos sonidos (sirenas, ladridos) hábilmente intercalados, incluso cuando en un momento se evoca una situación pasada en la que interviene otro personaje, de éste sólo conocemos su voz y su sombra, proyectada contra una pared. Con la excepción del prólogo, muy sugerentemente filmado mezclando planos de instrumentos de laboratorio con noticias de prensa que revelan el inicio del drama, toda la acción transcurre dentro del domicilio, y es ahí donde Dreyer despliega su saber hacer, multiplicando al máximo los puntos de vista, variando los planos, y obligando a los actores a moverse con el fin de evitar al espectador la sensación de estar ante un par de bustos parlantes.
El argumento, pese a plantear una intriga que podría lindar con lo policiaco, pues de fondo hay un asesinato, se desliza sin embargo por el camino del drama, toda vez que lo que interesa a Dreyer es mostrar los efectos que en un matrimonio aparentemente feliz provoca la revelación de ciertos secretos incómodos. A medida que transcurre el filme descubrimos que esos secretos han sido motivados por amor, y que es también éste el que coloca a la pareja al borde del desastre (la separación), y el que para bien y para mal resuelve la situación.
Así, en apenas 70 minutos Dreyer lleva a buen término -pese a las indudables limitaciones argumentales- una historia que en otras manos menos hábiles hubiera resultado vulgar y sobre todo carente de emociones, algo de lo que la presente película está muy bien servida.
Virguería de estilo y contenido. Dejémonos de memeces del tipo obra menor obra mayor. Qué se ocupen de eso los puristas.
Es una delicia de estilo sutil. Basada en una obra de teatro, la convierte en cine mayúsculo.
Con 2 personajes, apenas poco más de un decorado, algunos sonidos, tipo ladridos de perro, sirenas.
La delicadeza con que filma es superlativa y convierte algo minimalista por sus elementos en algo inolvidable.
La música produce una honda emoción intercalada con sapiencia y buen gusto.
La fotografía es de una claridad y exposición de luz variada, según el instante. Es decir lo que se necesita en cada encuadre.
Y ya para terminar destacar la inefable interpretación de estos dos monstruos del celuloide:
No sé, ni escribir sus nombres. Y que grandes son.
como anécdota. Dreyer, pidió otros actores pero la productora Sueca se los denegó.
Es una historia de Amor imposible en su máxima expresión. De Amor imperecedero, mejor dicho.
El doctor Arne Lindell publica una tesis sobre un nuevo tratamiento contra la esquizofrenia, y al mismo tiempo sale otro idéntico firmado por su colega Sander, quien acusa al primero de plagio. La cosa se complica cuando al día siguiente de estallar el escándalo el doctor Sander aparece asesinado en su casa y, por unas declaraciones anteriores de Lindell entre colegas, este puede ser sospechoso de haber cometido el crimen.
Carl Theodor Dreyer dirige y escribe el guion de esta película basada en la obra de teatro Attentat, del escritor alemán W. O. Somin.
Obra de las menos conocidas de Dreyer, en gran parte porque él mismo se ocupó de que así ocurriera, aunque también resultara un fracaso de taquilla. Una vez vista la película, y dada su gran calidad, a uno le cuesta dar con el motivo por el que el director danés pudiera renegar hasta tal punto de ella (llegó a pedir que no figurase en su historial). Adujo que los actores le fueron impuestos, entre otras cosas menores, pero según algunos críticos, el hecho principal de tal arrepentimiento pudiera ser el haberla rodado durante la ocupación alemana de Suecia. Fuera como fuera, sería la única película que Dreyer dirigiría bajo producción sueca. Dicho sea de paso la productora, Svensk Filmindustri (también distribuidora y exhibidora), era la más prestigiosa de su país, y entre las más consideradas de Europa, hoy sigue en vigor habiéndose creado en 1919. En este trabajo de Dreyer la productora le puso a su disposición al más célebre compositor sueco, por aquel entonces, Lars-Erik Larsson, y a Gunnar Fischer como director de fotografía, quien trabajaría como tal con Ingmar Bergman en El séptimo sello y Fresas salvajes.
Centrándome en la película en sí he de decir que me parece extraordinaria, y que aunque con un guion adaptado de una obra teatral, lleva inevitablemente todo el sello de su autor tanto en la maestría de la dirección como en el tratamiento del dolor y angustia de sus protagonistas, en sí estamos ante un thriller psicológico a la vez que de un melodrama.
Además de la intriga persistente en Dos personas figura en un mismo nivel, o incluso superior, el gran, absoluto amor marital de la pareja, Arne y Marianne.
A esta obra redonda habrá quienes le puedan achacar que no hace nada por disimular su origen teatral, y ello es cierto, casi toda la acción se desarrolla en la vivienda de los Lindell, pero para otros espectadores este resultará ser un asunto menor.
La labor actoral es más que aceptable, y la fotografía de Gunnar Fischer tanto como la música de Lars-Erik Larsson, magistrales.