Dos mulas y una mujer
Sinopsis de la película
En México ha estallado la guerra entre los seguidores de Juárez y las tropas francesas del emperador Maximiliano de Austria. Hogan (Clint Eastwood), un duro mercenario, salva a una monja (Shirley MacLaine) del ataque de unos malhechores. Juntos emprenden un accidentado viaje en el que, a pesar de sus diferencias, quedará de manifiesto que tienen mucho en común.
Detalles de la película
- Titulo Original: Two Mules for Sister Sara
- Año: 1970
- Duración: 105
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Opinión de la crítica
Película
6.6
72 valoraciones en total
Segunda película de Don Siegel con Clint Eastwood como protagonista. El filme se basa en un intento de conjugar el spaguetti western , tan de monda en aquella época, con la visión americana del género. De hecho, hay referencias a Sergio Leone durante todo el metraje.
Hablar de Dos mulas y una mujer es hacerlo de sus dos protagonistas: Clint Eastwood, en su línea de tipo duro y pasota, sólo interesado en el dinero y una estupenda Shirley MacLaine, que desempeñó a la perfección un papel inicialmente pensado para Elizabeth Taylor, pero que parece se adaptaba mejor a sus características. Tal es así que en muchos momentos se come incluso al propio Eastwood.
Una parte importante del argumento radica en la tensión sexual entre sus protagonistas, eso que tantas y tantas veces se ha explotado en las series de televisión. Aquí Siegel trata de desarrollarlo de forma cómica, con cierto éxito ya que ambos actores llegan a protagonizar alguna que otra secuencia memorable.
Quizá no funcione demasiado bien como película del oeste, sin embargo, como comedia de pareja es magnífica: dos personajes inmorales y egoístas a quienes parece que sólo les mueve la codicia y que nunca sabes si van a terminar juntos o disparándose el uno al otro (algo así como las historias entre Rock Hudson y Doris Day, pero a lo bestia).
No hay grandes duelos ni secuencias memorables de acción, lo que sin duda defraudará a muchos. Sin embargo, Clint Eastwood y Shirley MacLaine, con su buen hacer, consiguen dejar una impresión final de deliciosa comedia de vaqueros que merece la pena.
A Clint, aparte de hacer de tipo duro (un rasgo que le sienta como un guante bien ajustado), situarse en su sillón de director para rodar magníficos dramas (y alguna comedia desenfadada) y componer bandas sonoras (al igual que Chaplin, este hombre es polifacético y un artista consumado), no se le han caído los anillos a la hora de reírse de su propia persona. Hay veces en que le gusta bajarse del carro de la seriedad, la solemnidad y la sensibilidad especial que posee, y meterse en un papel humorístico y burlón en el que el principal objeto de su burla es él. El tipo duro sabe cuándo bajarse del pedestal, echar un vistazo a su trayectoria y quitarle hierro.
Como en este caso. La figura que había comenzado a labrarse su renombre de la mano de Sergio Leone, dando la talla en el western, quiso hacer un pequeño alto y tomárselo con simpatía. Las grandes estrellas, las verdaderas grandes estrellas, tienen la capacidad de restarse importancia. Esa cualidad de la humildad, que dice más de un gran profesional que todos sus éxitos.
Dos mulas y una mujer es un western menor, una mini-parodia de los spaguetti , que ya de por sí son parodias. Pero Clint es mucho Clint y hasta en una película sencillita y nada trascendente como ésta, logra dejar una impronta en el recuerdo. Y así, pasa a ser uno de esos westerns entrañables que nos gusta visitar de vez en cuando, para soltar unas risas y disfrutar de la acción, que no es nada desdeñable.
Clint aporta empaque donde quiera que aparezca. Y si además va acompañado de una actriz que llena cada hueco de la pantalla como es Shirley MacLaine, el dúo se torna magnético, un duelo de interpretaciones, si no estelares, al menos explosivamente entretenidas. El pistolero y la monja, el pecador y la virtuosa, viajando juntos por territorios fronterizos rebosantes de peligros nada aptos para una mujer joven y guapa, por más que sea una religiosa. Una curiosa pareja (junta pero no revuelta) unida por la situación y bien compenetrada, pese a sus constantes choques de voluntades, porque ambos tienen un carácter fuerte y mucha experiencia en diversos temas relacionados con la supervivencia. Lo que no sospecha Hogan, el curtido mercenario, es hasta dónde llega la experiencia de la hermana Sarah, la bella y tozuda sierva de Dios.
Con la estética de los spaguetti, la música también paródica y los desternillantes protagonistas, tenemos servida una del Oeste que da un soplo de diversión al mítico género dedicado a la conquista de las tierras más salvajes de Norteamérica.
Estoy convencidísimo que de no ser por Eastwood esta película estaría menos valorada. Su presencia supone ese algo más de la que carecen tantas otras películas, es gracias a él que títulos como éste tienen de partida toda una garantía.
La intención de Dos mulas y una mujer es que el humor prime por encima de cualquier otro aspecto. No veremos típicos duelos al sol con polvo, silencios largos y chulería hasta los topes, aquí el interés se centra en el desarrollo de la relación, ambigua desde el principio, entre Eastwood y McLaine. No deja de ser una del oeste, pero es atípica y diferente, aunque no por ello correctísima. La acción se acaba desbocando al final de forma inevitable en un desenlace que posiblemente sea lo mejor.
En definitiva, una comedia nada exigente pero tan digna como recomendable.
Don Siegel consigue bordar este singular y buen western, con interpretaciones acertadísimas, y total compenetración entre los principales protagonistas. La banda sonora a cargo de Ennio Morricone, es extrañamente atractiva, y recuerda en cierto modo a los tintes exóticos y atípicos, con los que pobló sobre manera su anteriores trabajos en la Trilogía de los dólares, aunque sin llegar a l nivel de los anteriores. Película entretenida y con buenos y agradecidísimos toques de humor.
Junto a las influencias de Sergio Leone, las de Don Siegel, serian las que más destacarían en las futuras películas dirigidas y protagonizadas por Eastwood, en su propia compañia, Malpaso Company.
Como todos los westerns protagonizados por Eastwood, merece la pena verse.
Clint Eastwood que ya se había vuelto todo un icono del género, Don Siegel que ya había trabajado con el no se lo pensó más y se puso a rodar este western no muy normal.
Digo no muy normal porque es raro el contraste de un cazarecompensas con una monja…
En el reparto destacan lógicamante el dúo formado por Clint y Shirley, de el tengo que decir que usa unas vestimentas que le sientan muy bien, y ella no pierde su sensualidad más aún sabiendo lo que esconde.
La banda sonora otra vez genial a cargo de ese maestro llamado Ennio Morricone, bastante elaborada y distinta. Un western bastante recomendable, que no pierde su atractivo.