Dos hermanos
Sinopsis de la película
Marcos y Susana, dos hermanos que rondan los sesenta, viven en un continuo y cómico enfrentamiento. Sus vidas y sus temperamentos son completamente distintos, pero se ven obligados a afianzar su relación tras la muerte de su madre. Susana, con una personalidad entre avasalladora y delirante, y que siempre hace los bussines en la familia, convence a su hermano Marcos, un orfebre culto y sensible, para que compre una vieja casa en un pequeño pueblo uruguayo. Comenzarán así un nuevo periodo de su vida en el que no sabrán estar juntos ni separados.
Detalles de la película
- Titulo Original: Dos hermanos
- Año: 2010
- Duración: 105
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Opinión de la crítica
5.8
50 valoraciones en total
La película de Burman es entretenida sin tener que basarse en efectos especiales o computarizados, o en bromas o tópicos a los que nos tienen tan acostumbrados los films norteamericanos. Las actuaciones son exelentes. Una Graciela Borges que crea un personaje de alta alcurnia decadente, lleno de matices, no deja nunca de sorprenderte. Con enormes aires de grandeza que no desembocan más que nada en la agonía, la soledad y la escacez. Un Gasalla aparentemente sumiso, pero que es un bomba a estallar de creatividad y vida propia. Esos dos grandes actores entretejen una trama tragicómica exquisita. La historia tiene un profundo fondo psicológico, vivencial, y situaciones diarias en donde nos podemos ver reflejados. Sencilla y profunda. Exelente para ver.
Coinicido más o menos con lo comentado por otros usuarios: Dos Hermanos depende mucho del buen desempeño de sus dos protagonistas – Graciela Borges y Antonio Gasalla – para sostenerla por sobre sus baches narrativos.
La peli adolece del mismo problema que muchas otras de este Nuevo cine argentino : si tuvieras que resumirle a una tercera persona el argumento, te costaría mucho, ya que casi no tiene uno. El guión, adaptación del propio autor de una novela que no leí, tiene un tono monocorde y casi sin matices, los personajes van como flotando de situación en situación sin que ninguna de ellas alcance casi nunca un nudo dramático o cómico.
Más allá del buen trabajo de ambos, Borges parece ultimamente actuar siempre de ella misma , y coincido con el usuario Emiliano con que a Gasalla se le escapan por momentos tics de sus personajes televisivos, como dijo él, Marcos parece Soledad sin peluca y versión drámatica.
Primero el fraude: el trailer y los carteles publicitarios invitan a ver una comedia-dramática con un toque de sainete porteño, hay tradición en el cine argentino de este subgénero, así que prometía, más aún tratándose de estos actores: Antonio Gasalla, un actor cómico excepcional que empezó a brillar en los años 70 y luego encontró fama y fortuna en personajes femeninos, creador de transformismo paródico de gran agudeza social, sorprende gratamente en este personaje peripatético, Graciela Borges, diva del cine desde los años 60, una de las pocas actrices célebres argentinas que nunca hace televisión ni teatro: aquí borda un papel de solterona con manía de grandeza, un poco como si parodiase los personajes neuróticos de la burguesía que tantas veces interpretó. Y por último, Elena Lucena, una señora que hoy bordeará los 90 años, aquí interpretando a la madre y a la hermana de la madre, la Lucena fue cantante, vedette, actriz-cantante de musicales, todo un personale de la farándula porteña.
Con todo este material en manos de un director avezado como Burman, enganchado por tráiler y campaña esperaba humor y crítica social. Pero se queda en una letanía melancólica que aburre más que divierte, sin crecimiento dramático, exclusivamente sostenida toda la película por el talento de sus actores. Pero no es suficiente. Para colmo hay un injerto de teatro alternativo o independiente que chirría por los cuatro costados.
Eso sí, en los créditos hay un epílogo muy brillante, lástima que la película no mantuviera esa ironía, esa capacidad de fantasía durante el resto del metraje o, por lo menos, en gran parte del mismo.
Lo mejor: además de sus protagonistas, el homenaje y la parodia —al mismo tiempo— de un personaje de la TV argentina: Mirtha Legrand, aunque me temo que los no nativos no entenderán el significado de esta insistencia en la película: se habla y se ve un par de veces a la Legrand en la pantalla chica: es la admiración de la chica con manía de grandeza. Y es que en Argentina esa señora es un fenómeno siniestro que adoran millones de argentinos. Desde los años 70 tiene un programa en el que come con gente famosa o gente destacada en los sucesos. Son entrevistas que ve todo el mundo y todo el mundo las comenta. Ha suspendido por vacaciones, por acontecimientos políticos y por la muerte de su marido y de uno de sus hijos. Esta ex actriz cuando sale en esta película es una auténtica momia: tiene más de 80 años que sólo se reflejan en sus horribles manos, pero por lo demás es una guapa señora de eterna sonrisa multioperada, que empieza su programa presentando el modelo que luce para la ocasión. Reflejarse en ella es lo más para esta mujer de la película, una clasemediera que suele simular una importancia social que jamás ha tenido. Menuda reflexión, pero contada de manera abúlica. Excepto el epílogo, claro.
Daniel Burman (el Woody Allen latinoamericano) recordado por su film El abrazo partido, logra en su reciente película Dos hermanos, una buena historia, amparada por supuesto en la capacidad actoral de dos grandes actores argentinos, Graciela Borges en el roll de Susana y Antonio Gasalla en el papel de Marcos.
El film basado en la novela Villa Laura, nos muestra a dos hermanos ya entrados en años, cuya relación no es otra que la manifestación clara de aquellos seres, que casi llegando al último peldaño de la existencia (mírela en el mejor de los sentidos de la vida), viven de los reencuentros en situaciones risibles (en el sentido de simplezas), a veces sin la menor trascendencia en vidas, donde no parece ocurrir nada.
Son un par de vidas, la de estos hermanos, que al tener que vivir juntos inexorablemente, me recuerda una frase que hace poco escuché: La comedia es un drama que se detiene en el tiempo.
Daniel Burman recordado por su film El abrazo partido, logra en su reciente película una buena historia, donde el cineasta subraya la sentimental desdramatización de vidas anodinas, en unas partituras musicales, al mejor estilo de las comedias italianas de los años sesentas.
Gonzalo Restrepo Sánchez (Film critic. Barranquilla, Colombia)
La trama gira en torno de la oscilante relación entre dos hermanos, interpretados por Graciela Borges y Antonio Gasalla, solterones sin hijos, que han pasado largamente los cincuenta. Esta historia encierra el registro afectuoso de un mundo en retirada. Se nota tanto en el mobiliario como en los peinados y el vestuario de Graciela Borges, que emiten a varias décadas atrás. Un look de sombreros y tailleurs, entre ridículo y decadente, que siempre la actriz lleva con elegancia.
Desde la secuencia inicial, la del consorcio reunido para debatir sobre cómo participarán el fallecimiento de un inquilino, ya aparece la marca de Burman en la sutilidad para manejar el humor negro y la habilidad para captar lo cómico en situaciones cotidianas y reconocibles. Esa secuencia sirve también para presentar a los hermanos y sus diferentes formas de actuar en la vida. De caracteres muy distintos (ella es avasallante y manipuladora, él, sumiso y discreto).
Están unidos por la presencia de la madre y algunos ritos en común. Susana (Borges) está siempre entrometiéndose en la vida de los demás, empezando por su hermano y siguiendo por sus vecinos, a los que les lee la correspondencia o escucha a través de las paredes.
A diferencia de la conducta exterior de su hermana, Marcos (Gasalla) es introvertido pero mucho más profundo. Ha vivido dedicado al cuidado de una madre anciana (Elena Lucena). Tímido y reservado, es muy hábil con artesanías delicadas como la orfebrería. Aunque no se lo mencione directamente, se deduce que ninguno de los dos ha trabajado en forma dependiente, sino vivido de rentas hasta este presente de vertiginoso achicamiento social, tan bien reflejado por el cine argentino en películas como Cama adentro , donde Norma Aleandro hace malabares para pagar la cuenta de su mucama.
(sigo en spoiler por falta de espacio)