Donde la ciudad termina
Sinopsis de la película
Axel Nordmann (John Cassavetes) es un hombre de oscuro pasado. Recién llegado a Nueva York, encuentra trabajo como estibador del puerto y traba amistad con Tommy Tyler (Sidney Poitier), un joven negro. A pesar de que Tommy es trabajador y respetuoso con sus compañeros, Charles Malik (Jack Warden), el capataz, no está satisfecho con él, pues teme que puedan surgir conflictos raciales entre los trabajadores. Llega incluso a amenazar a Axel con el despido si no se aleja de Tommy, pero no conseguirá romper tan sólida amistad.
Detalles de la película
- Titulo Original: Edge of the City
- Año: 1957
- Duración: 85
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Opinión de la crítica
6.8
30 valoraciones en total
Estimable película, bien dirigida, muy bien interpretada – me refiero principalmente a los Sres. Cassavetes y Poitier -, y narrativamente bastante bien contada. Aunque quizá ese final abrupto impide, bajo mi punto de vista, una mejor resolución de algunos de los temas que se tratan. Final sugerente, en cualquier caso. (spoiler)
En resumen, merece la pena ver esta película en la que se tratan, bajo un contexto determinado, temas que nos afectan a todos: las relaciones de amistad, las relaciones amorosas y las relaciones entre padres e hijos. El guión compagina estupendamente estas tres cuestiones.
El debut cinematográfico de Martin Riff allá por el año 1957 fue con esta modesta, pero estimable película, que guarda muchas similitudes (salvando las distancias) con La ley del silencio .
En blanco y negro y con un ajustado presupuesto Martin Riff nos introduce en el sórdido mundo de los ambientes portuarios, donde un desertor del ejercito (Cassavetes) encuentra trabajo merced a un líder sindicalista corrupto y sin escrúpulos, (Jack Warden) que le coacciona y le intimida. Más tarde entablara amistad con un personaje noble (Sidney Poitier)que se convertirá en su único amigo.
La cinta obtuvo dos nominaciones a los premios BAFTA consiguiendo Poitier el premio a la mejor interpretación. Destacables son también los trabajos de J.Cassavetes y J.Warden. Así como la cuidada atmósfera portuaria, apoyada en la incisiva partitura de Leonard Rosenman que da al film un toque de cine negro.
Como detalles negativos resaltar que flojea un poco el guión. Así como adolece de cierto vigor en la dirección. Se nota la mano de un debutante, quizás en otras manos más expertas el resultado final hubiese sido más gratificante.
De todas formas una obra digna de ser vista, y que a razón de los pocos votos que atesora parece que ha permanecido un tanto olvidada.
Martin Ritt hizó su debut con esta sencilla y elogiable película donde se tratan temas de gran ambigüedad donde ya mostraba su talento, junto con el gran e increíble Sidney Poitier.
La trama destila simplicidad y belleza, presentando el personaje de John Cassavetes como un hombre de pasado turbio y oscuro que únicamente trata de encontrar su lugar e iniciar una nueva vida huyendo de su trágico y amargo pasado. Su redención no será sencilla, pues encuentra trabajo en la construcción de un ferrocarril donde será hastiado por su capataz interpretado por un Jack Warden grandilocuente.
En su trabajo, entablará amistad con un hombre llamado Tommy interpretado maravillosamente por Sidney Poitier, quien le dará lecciones para empezar una nueva vida.
La película se podría dividir en dos partes, pese a su corta duración, pues es una simbiosis entre la comedia más fresca y el drama más profundo. Se mezclan las vivencias de estos dos amigos donde el personaje de Poitier permite la entrada del personaje de Cassavetes en su vida donde conocerá a su família y a sus amistades. La película gana la empatía del espectador gracias a la humanidad mostrada en esas escenas, que rebosan una naturalidad exquisitas.
Más adelante, el film adopta una dirección mucho más dramática y desgarradora que no tiene desperdicio alguno llegando a su gran y realista final. Es posible que a algunos les recuerde un poco a films como La ley del silencio , pero esta película rebosa de gran calidad haciendo que se pueda sujetar por ella mísma.
Sin duda lo mejor del film es su gran mensaje y sus conmovedores personajes, en especial Poitier, que crea un personaje tan bello y humano que hace imposible que el espectador no se encariñe con él.
Después de iniciarse en la serie de televisión, Suspense, para la que dirigiera 31 episodios, Robert Mulligan fue llamado de nuevo para otra serie titulada, The Philco Television Playhouse, en la cual pudo dirigir cinco episodios, el último de los cuales estaba basado en una obra de Robert Alan Aurthur que, como el filme, se titulaba A man is ten feet tall (1955) y lo protagonizaban Don Murray, Sidney Poitier y Martin Balsam. La presentación de este episodio anti-racista y muy humano, causó muchas lágrimas, despertó conciencias y fue tan aplaudido que, dos años después, cuando el celebrado director teatral y también experimentado director de televisión, Martin Ritt, optó por pasarse a la pantalla grande, fue esta obra de Aurthur -trasladada por él mismo a guión-, la elegida para la que sería su opera prima: DONDE LA CIUDAD TERMINA.
Al momento de elegir el reparto, John Cassavetes ocuparía el lugar de Murray como Axel Nordmann, el hombre que no cesa de huir de un pasado que lo atormenta porque teme terminar sus años en la cárcel. Jack Warden, reemplazará a Martin Balsam haciendo de Charles Malick, el racista explotador de obreros. Y Sidney Poitier, quien había impresionado a Ritt con su interpretación televisiva, repetirá con absoluto vigor su rol del solidario Tommy Tyler, un hombre al que se logra apreciar indefectiblemente.
Ritt demuestra, desde ya, que es un excelente director de actores (Ruby Dee, Kathleen MacGuire, Ruth White y demás, también están a la altura) y sobre todo, nos deja conocer a un hombre comprometido con las minorías y dispuesto a hacer del cine un camino hacia la verdad y la justicia para todos. Su filme, modesto y sin descreste técnico alguno, consigue extraer tanta calidad humana de sus personajes que, son estos los que de principio a fin, cargan por completo con la eficacia de la historia.
Desaparecido el rigor de las juntas de censura, enterrado el lamentable macarthismo, se abría un camino para comenzar a denunciar la cultura discriminatoria y abusiva que se asumía en muchas instituciones estadounidenses… y Ritt dio otro paso para que avancemos en el entendimiento de que, a un hombre hay que considerarlo por sus acciones, pero, ¡nunca jamás! por ese elemento, ¡admirable regalo de la diversidad natural! como es el color de la piel. Porque absurdo es creer que, un tegumento formado de corpúsculos, que sirve de envoltorio y cuya principal cualidad es que permite captar algunas sensaciones, pueda bastar para determinar la bondad o la maldad que hay en los hombres. ¡En esto cuentan muchas otras cosas!
DONDE LA CIUDAD TERMINA, es un filme que hizo camino y por esta razón sigue siendo necesario.
Título para Latinoamérica: EL HOMBRE QUE VENCIÓ EL MIEDO