Don Camilo
Sinopsis de la película
El cómico francés Fernandel encarna a Don Camilo, y Gino Cervi a Peppone, personajes creados por el escritor italiano Giovanni Guareschi. En Brescello, una pueblo del valle del Po, los conflictos y enfrentamientos entre Don Camilo, el párroco local, y Peppone, el alcalde comunista, son constantes.
Detalles de la película
- Titulo Original: Don Camillo
- Año: 1952
- Duración: 107
Opciones de descarga disponibles
Si lo deseas puedes conseguir una copia de esta película en formato 4K y HD. A continuación te añadimos un listado de opciones de descarga directa disponibles:
Opinión de la crítica
Película
6.4
32 valoraciones en total
Célebre adaptación de la novela de Giovanni Guareschi que narraba la fábula desarrollada en un pueblo del valle del Po, en la que se vivía un enfrentamiento entre el párroco don Camilo (Fernandel) y el alcalde comunista Peppone (Cervi). La película capta bastante bien el tono de la novela y ofrece una comedia entrañable y halagüeña, de sincero humanismo y costumbrismo, ofreciendo un rato perdurable con esos conflictos entre ese cura algo pendenciero y rojo y ese alcalde no tan comunista y siempre cercano dentro de sus capacidades. Bajo la luz de Nicola Hayer, la coralidad engrandece el buen resultado final y da pie a una última lectura: en la vida no hay enemigos, solo adversarios, dignos adversarios. Un clásico del cine italiano que dio lugar a muchas secuelas ninguna a la altura del original.
En 1948 Giovanni Guareschi escribía un libro maravilloso, grande en calidad aunque su estilo tuviera una sencillez acorde con su temática, y que hoy en día no es debidamente valorado. DON CAMILO, que de él hablamos, ilustraba con gran humor y humanidad la vida en los pueblitos campesinos de las orillas del Po, donde ni siquiera las querellas entre vecinos eran para tomarse muy a la tremenda. Cuatro años más tarde, el director Julien Duvivier llevaría al celuloide las historias incluidas en dicho libro, al que seguirían otros, igualmente trasladados a la pantalla grande.
En el rol protagónico tenemos al genial comediante Fernandel en el que se convertiría sin duda en su papel más recordado, el Don Camilo del título, un cura de enorme fe y espíritu cristiano, pero de métodos poco ortodoxos e involucrado en política pueblerina. La misma lo enfrenta a un alcalde comunista, Pepón (Gino Cervi), buen hombre a su manera, pero rudo y obstinado (entre otros defectillos). Y mediando entre otros está el Cristo crucificado del altar mayor de la iglesia (voz en off de Ruggero Ruggeri), quien no deja pasar la menor falta a Don Camilo, quien después de todo es su siervo y debe hacerlo quedar bien, aunque el partido rojo, por ateo, parezca oler un tanto a azufre. En torno a ellos giran las vicisitudes de los demás habitantes del pueblo, enrolados en el bando del cura o en el del alcalde y por lo tanto tan ferozmente enfrentados como ellos, pero aliados cuando la situación lo requiere.
La película no respeta el orden de los episodios tal como aparecen en el libro, pero a nadie le importa y quizás muy pocos lo hayamos advertido, porque lo que realmente importa es que se ha captado el espíritu de la obra, cosa que no puede decirse del filme que sobre el mismo personaje se hizo en 1983 con Terence Hill como Don Camilo. Quien por momentos se sature del efectismo aturdidor de Hollywood y busque algo diferente, encontrará en DON CAMILO un retrato de tiempos mucho más tranquilos que éstos que corren y, por consiguiente, será como un remanso de paz para su alma.
Que os voy a contar, pobre de mí, que no sepáis a estas alturas de Don Camilo y Peppone, el párroco medio reaccionario y el alcalde medio bolchevique, imaginado por Giovanni Guareschi en un pueblecito italiano. Que os voy a contar de estos personajes campechanos que nos acompañaron en el cine a partir de los años 50, predicando con el ejemplo esa tolerancia política de costumbres que el régimen se empeñaba en negar.
Don camilo y Peppone se asomaron a la pantalla de la mano, mano experta, de Julián Duvivier, en una película con premios en Venecia y Francia, y que fue un éxito arrollador en toda Europa. En seguida llegó la segunda, El regreso de Don Camilo, pero desde mi humilde opinión creo que ésta es sin duda la mejor y la más entrañable de las cinco que se rodaron a lo largo y ancho de 15 años con el dúo Fernandel y Gino Cervi. Fernadel, 48 años, encarna con pasión al párroco y arrolla literalmente al buenazo de Gino Cervi.
Una auténtica bocanada de aire fresco supusieron estas trifulcas ahora quizás un poco trasnochadas, pero con todo Don Camilo permanece como una de las películas más entrañables y divertidas de aquellos años.
Me perdonarán a muchos si me salgo de la tangente de acuerdo a la película de don Camilo, sus secuelas y su obra literaria que son excelentes, pero en Colombia ya la adaptaron gracias a la extinta programadora colombiana Coestrellas que se transmitió entre 1987 y 1988 con el mismo nombre ambientada en un pueblo azotado de la nefasta época histórica de la violencia.
Así que, dicha obra se volvió tragicomedia ilustrando el recrudecimiento de la violencia política de la década de los cincuenta que sucumbió a Colombia protagonizado por Carlos Benjumea (el cura godo o conservador don Camilo), y antagonizado por Héctor Rivas (el alcalde cachiporro o liberal Pepón) y sus lacayos el Flaco (Diego León Hoyos), el Brusco (Manuel Pachón), el Colorado (José Saldarriaga), el Bólido (Argemiro Castiblanco) y el Motas (César Quiñonez). Buen aporte de todos los actores e incluso, la voz de Cristo por Luis Múnera y Gonzalo Ayala han sido determinantes en los consejos que le daban a don Camilo para arreglar -la mayoría de veces-, a regañadientes los antagonistas de la serie de arreglar los problemas sin perjudicar al pueblo aguantando la eterna pugna que tenían entre ellos, y que un día menos pensado les toco a alguno de los dos o ambos ceder sus pretensiones frente a las necesidades de un pueblo mediante retos en la que ganaba o empataba.
Aclaro, que en esta bobería política es igual o peor que en la vida real vigente utilizando cortinas de humo o sofismas de distracción descuidando las necesidades que el Estado, departamento o municipio requieran. Sin embargo, la minuciosa investigación de la obra no debería ser una comedia puesto que la obra tiene que ser como tal sin caer en la obviedad. Por lo tanto, don Camilo tanto obra literaria, como serie y/o película son refrescantes para entender que si a un enemigo no puedes ganarle hay que unírsele y no que sea un circo de lo que estamos aguantando hoy con su cosa política. Y por último, la religión no debe inmiscuirse en los asuntos políticos como tampoco el Estado o la monarquía en lo religioso que desafortunadamente ha sido el eterno causante de conflictos y guerras que hacen que el mundo sigue como está.
Durante la posguerra (año 1946), en un pueblecito italiano llamado Brescello, las elecciones de alcalde las gana, Giuseppe Bottazzi, mejor conocido como Peppone, un comunista tosco y casi iletrado, al que la gente quiere porque tiene un corazón tan grande como un planeta. Como es de esperarse, y aunque es su amigo de vieja data y de muchas aventuras, el cura del pueblo, Don Camilo -un hombre que habla con Cristo crucificado como cualquier Marcelino ¡y es capaz de tomarla a puños con el más pintado como cualquier Bambino-, no verá con buenos ojos esta situación, pues, cura y reaccionario son casi siempre lo mismo, pero, éste tiene también un corazón blandito… y las relaciones que van a darse entre ellos son para hacer historia.
¡Se pasa de maravilla, con risas aseguradas, diálogos deliciosos y con un par de personajes que, por más que los resistas, se te meterán en las entrañas y anhelarás volver a verlos! De paso, quedará sembrada otra linda semilla que promueve el respeto por la diferencia y que demuestra que, a cada ser humano hay que juzgarlo ¡exclusivamente por sus acciones! y no por su sotana o su bandera.
Este delicioso cuento, comenzó con un sacerdote de la vida real llamado, Don Camillo Valota, el cual se unió a los partisanos de Italia durante la II Guerra Mundial, tras presenciar las atrocidades que cometían los fascistas con la gente del pueblo y estimulado al ver como la gente del sur comenzaba a desertar para unirse a Los Aliados. Este valeroso sacerdote, inspiraría a Giovannino (Giovanni) Guareschi, para escribir su novela, Don Camilo (Don Camillo, 1948), la cual tendría dos atractivas secuelas: El Retorno de Don Camilo (1953) y El camarada Don Camilo (1963).
Adaptada al cine, con las debidas licencias argumentales, por Julien Duvivier y René Barjavel, el resultado es una de esas comedias con aroma a pueblo que, en ciertas ocasiones, han resultado maravillosas. Las actuaciones de Fernandel (Don Camilo) y Gino Cervi (Peppone) son para la eternidad y, Duvivier, quien también hizo de director, demuestra un acierto total al recrear situaciones que exaltan muy gratamente la amistad y el compromiso social… hasta la presencia de Jesús en la cruz y su socarrona voz en off, lo convierten en todo un personaje.
Preciosa la manera como las pequeñas frases claman lo que esconden los corazones. La religiosidad de Peppone salta en: No le pegué como ministro de Dios sino como rival político, No me he apartado por usted sino por Él (señalando el crucifijo). Y de seguro, ustedes descubrirán cuando se evidencia el alto aprecio del cura por Peppone y de Cristo por ambos.
DON CAMILO, se suma a una magnífica lista de películas que se hicieron en los años 1940, entre las que recuerdo: Going my Way (1944), The Bells of St. Mary (1945), The Bishop’s Wife (1947) y Come to the Stable (1949), iniciando una nueva década en la que inspiraría muchas nuevas historias, donde, la espiritualidad y el compromiso social, caminarían bien tomaditos de la mano… ¡Lástima que, algo tan trascendental, luzca ahora tan embolatado! Y así no debe ser.