Diferente
Sinopsis de la película
Un joven perteneciente a la alta burguesia rechaza todos los valores que le han sido impuestos por su familia, que no acepta su forma de vida. A él le gusta el teatro, la música y estar con sus amigos. Pese a sus esfuerzos por agradar, trabajando en el negocio familiar, se entera que su hermano le tacha de inútil y afeminado. Un filme que para sorpresa de sus creadores pasó la censura en su época, a pesar de tener escenas que claramente sugieren la homosexualidad de su protagonista.
Detalles de la película
- Titulo Original: Diferente
- Año: 1961
- Duración: 102
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Opinión de la crítica
Película
5.5
50 valoraciones en total
Un joven burgués, apasionado del teatro y la danza, lleva una vida noctámbula y disoluta que su familia desaprueba.
Un pequeño clásico del cine español, insólito tanto por su concepto de musical kitsch como por abordar la temática homosexual en pleno franquismo y burlar la censura. El bailarín argentino Alfredo Alaria concibió el guión, dirigió las coreografías, diseñó el vestuario y encarnó el personaje protagonista de este film tan diferente para la época, que deslumbra por su innovadora realización y sorprende por su atrevida simbología fálica. Todo un canto a la aceptación personal y a la soledad del artista.
Yo tengo imaginación. Tengo sensibilidad. Haga lo que haga siempre será por buscar sensaciones nuevas.
En la historia del cine musical, el occidental al menos, hay al menos dos líneas: una línea luminosa, positiva, que es, creo, la mayoritaria, y una línea oscura, torturada, que es, por ejemplo, la de Las zapatillas rojas (The Red Shoes, 1948), de Michael Powell y Emeric Pressburger, y Empieza el espectáculo (All That Jazz, 1979), de Bob Fosse. Diferente (1962), dirigida por Luis María Delgado, pertenece, por derecho propio, a esta misma corriente del cine musical, y, la verdad, aunque no esté a la altura de las dos obras mencionadas más arriba, verdaderas obras maestras, es un film muy valioso y muy interesante.
Lo es, en primer lugar, como musical, dentro del cine español, en el que la mayoría de las películas más o menos musicales, o son encuadrables dentro del espectáculo flamenco, o dentro del cine con niño, o niña, o adolescente prodigio, o son películas con cantante tipo Sara Montiel. El musical puro, en su sentido digamos anglosajón, es muy raro en el cine español, y más aún el musical dramático que plantea el film que nos ocupa. Diferente supone, pretende, plantea, además, una auténtica síntesis de todo el cine musical hecho hasta ese momento…en el cine de Hollywood, de Donen y Minnelli al Jerome Robbins de West Side Story (1961), film dirigido entre Robbins y Robert Wise. Cierto es que Alfredo Alaria no es un actor muy bueno, pero se defiende, y, lo que es más importante, se revela aquí como un excelente bailarín y un excelente coreógrafo. La música de Waitzman es muy buena, y los números musicales son muy buenos.
A lo largo de todo este largometraje hay un subtexto que lo recorre, y es el relativo a la homosexualidad, y en relación con la sexualidad y la sensualidad del musical, como rebeldía frente al mundo cómodo y socialmente convencional y burgués de la familia de Alfredo, el protagonista (Alfredo Alaria). La homosexualidad, la afirmación de una identidad sexual diferente, no aceptada, es parte de la rebeldía que establece el film constantemente entre los conformistas y los inconformistas, entre los que siguen y definen unas normas sociales, y los que se niegan a ello, proponiendo, por así decirlo, una contracultura. La transgresión en Diferente va más allá de la homosexualidad, es cultural, política, social. Diferente es, quizá, la primera película española que hace explícita la homosexualidad como una opción personal seria y dramática, y su valor como obra pionera es indiscutible, aunque, vista hoy, esa reivindicación es trazada con un trazo un tanto grueso. Así, la visión de bastantes mujeres del relato es claramente misógina.
Luego está el momento cumbre del obrero musculoso, en un ejercicio algo tosco, por obvio, de montaje y símbolos sexuales: vemos el rostro de Alaria, cada vez más extasiado, y a ello se intercala un obrero musculoso que con su herramienta fálica rompe el suelo, y así sucesivamente. Estos planos los encadena el film con un plano de la mano de Alaria que introduce un dedo en un timbre, claro símbolo del acto sexual hombre-mujer. Es decir, al placer homosexual le sigue, para el protagonista, el castigo, que es el acto de hacer el amor con una mujer, y que además representa aceptar las convenciones sociales. Hay más símbolos fálicos: el mástil del velero, el árbol del final.
Hay dos detalles más que dan más valor aún al film: la aparición de Enrique San Francisco, entonces un niño actor, acurrucado en los brazos de Alaria, y un momento previo, en la cena navideña, en el que Manuel Monroy, preocupado por la Guerra Fría, anticipa los argumentos de películas como el Dr. Strangelove de Kubrick (1963) o el Fail-Safe de Lumet (1964).
Efectivamente, una película diferente, un film insólito en el contexto del cine español. En primer lugar, por tratarse de una película musical que deja a un lado el concepto de argumento para intercalar constantemente canciones y números coreográficos del bailarín argentino Alfredo Alaria y su ballet. En segundo lugar, por el enfoque tan personal y diferente que dentro de ese núcleo musical le da a la película el one man show de Alaria: es una fusión insólita de musical clásico -en menos porcentaje-, vanguardista -aquí mucho y West Side Story a la cabeza-, colorido, danza y baile español. Esto la configura como una rareza agradecible que para más valor es, en último término y aparte de las otras posibles lecturas del film -la soledad del artista, su condición de ser elitista y desubicado en el mundo,…- una apología de la homosexualidad -Alaria lo era- francamente audaz y bien inteligente, con pasajes sobresalientes -la parodia del cine mudo con Alaria travestido- y de la que la censura ni se enteró y la dió paso como a cualquier cándida película de Marisol.
Ahora bien, Diferente tiene defectos muy acusados como son la propia mediocridad interpretativa de Alaria y cía, su horrible capacidad para cantar y demasiada endeblez argumental (aunque esto último es caro a casi todo el género).
No obstante, una curiosa película, de destacable desparpajo coreográfico y atractivo encanto naif .
El momento más recordado de este largometraje es aquel en el que Alaria se fija en el brazo musculoso de un obrero identificando un poco la musculatura con la hombria aunque realmente un hombre puede carecer por completo de musculatura en el cuerpo y ser un hombre con todo lo que ello implica. De todas formas es una escena que hoy puede parecer muy ingenua pero que en la época en la que se filmó la película era toda una lección de sutileza. La censura no reparó en ninguno de estos detalles que animan la acción y es que no era tan difícil luchar contra ella si habia inteligencia y picardia en los planteamientos cinematográficos de entonces. Pero desde luego nunca la homosexualidad fue tratada con más elegancia en el cine español. La escena en la que Gracita Morales pretende que Alaria pruebe el helado no es agradable porque el helado está derretido y un helado derretido desagrada visualmente como tampoco es agradable la escena en la que se muestra el movimiento del cuello de un hombre cuando bebe. La homosexualidad dentro del arte escénico está mostrada con un gran estilo y se define muy bien la personalidad del protagonista aunque el personaje no despierte demasiada simpatía y no precisamente por fijarse en la musculatura de otro hombre porque tal y como está expuesto en la obra parece algo incluso elegante. Como el planteamiento era tan sútil si se hubiera fijado en lo genital a lo mejor la censura tampoco le hubiese encontrado ningún significado. Y como espectáculo musical funciona perfectamente con momentos tan sugestivos como aquel en el que se evocan los tiempos del cine mudo.
Cuesta mucho creer cómo esta película, de una evidente y flagrante temática homosexual, fuera posible durante una época en que estaba penada por ley, que afortunadamente pudiera eludir la censura. Es más, con la capacidad de elucubración que solían tener esos siniestros personajes, tan sagaces para descubrir tramas judeo-masónicas en cualquier película ingenua. No supieron ver desde el primer traveling descriptivo, en que la cámara va describiendo el apartamento de nuestro protagonista: vemos la portada del disco de Mahalia Jackson, famosa cantante de góspel, defensora de los derechos civiles, el libro de las obras completas de García Lorca (homosexual), la Historia Universal de la danza (la mayoría de hombres fueron gay), libros de Sigmund Freud, Proust, entre otros. Además de infinidad de evidentes detalles mostrados por la cámara en la puesta en escena.
Un extraño musical kirsch, influenciado por el musical americano, muy cercano a West Side Story, temas de jazz y otros géneros irrumpen en los diversos números musicales, espléndidamente coreografiados y protagonizado por un hombre que ama el arte, el baile y sueña con ello, lleva una vida diferente a la de su estatus social, la burguesía, un hombre diferente que el film enmascara con una vida disoluta, noctámbula, amistades peligrosas, en las antípodas de lo que su familia le exige.
Un musical sin complejos, con una simbología explícita de referentes sexuales, ameno y creativo gracias a Luis María Delgado que figura como director realizador, contratado para filmar los números musicales, cuando en realidad es una obra de Alfredo Alaria, autor, guionista del film, un actor y bailarín argentino que actúa con su compañía de bailarines. Una película muy atrevida para su tiempo y realizada con gran profesionalidad, una rareza del cine español.