DiDi Hollywood
Sinopsis de la película
Diana Díaz (Elsa Pataky), una ambiciosa joven que sueña con triunfar como actriz en Hollywood, está dispuesta a todo con tal de conseguirlo. Harta de trabajar sirviendo copas en una discoteca, se va a Miami, pero tampoco allí las cosas son fáciles y sólo encuentra trabajo en la grasienta cocina de un restaurante cubano. Allí, conoce a Nora (Giovanna Zacarías), una cantante aventurera con la que entabla una gran amistad, y a Robert (Luis Hacha), un ayudante de dirección mexicano que se enamora perdidamente de ella. Los tres deciden ir a Hollywood. A pesar de que su vida cambia radicalmente, aprenden una gran lección: lo peor que puede sucedernos es que nuestros deseos se hagan realidad.
Detalles de la película
- Titulo Original: DiDi Hollywood
- Año: 2010
- Duración: 102
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Opinión de la crítica
2.8
74 valoraciones en total
Insufrible. La peor película del Señor Bigas Luna. Llena de manierismos y de todos los tópicos del director. Nada en ella es minimamente valorable, ni la dirección, ni las interpretaciones (Pataky cambia de profesión) ni nada de nada. No sirve ni como comedia encubierta. Basura.
Aunque los nombres de sus protagonistas son diferentes, DiDi Hollywood plantea su argumento como si se tratara de una continuación natural de Yo soy la Juani, la anterior producción del director catalán Bigas Luna.
Pero mientras que aquel film, con todas sus taras y defectos, constituía un reflejo inédito (y bastante acertado) de la cultura y las aspiraciones de los jóvenes poligoneros, esta secuela no declarada se queda en el cliché manido y en la superficialidad más improductiva a la hora de retratar el ascenso de una españolita en la Meca del Cine.
Bigas Luna, que conoce el mercadeo cinematográfico igual de bien que Almodóvar, ha recurrido a la cotizada cara de la Pataky (además de a otros de sus muchos atributos femeninos) para asegurarse el éxito comercial. Sin entrar a valorar las limitadas cualidades artísticas de la actriz protagonista, esta estrategia será seguramante válida en la taquilla, pero ni deslumbrará ni despistará lo suficiente al espectador mínimamente exigente dentro de la sala, en el momento de percibir las muchas carencias de esta versión cutre de Eva al desnudo.
La pulcra y luminosa realización que luce la película no será tampoco un motivo de peso capaz de ocultar la poca profundidad dramática de todas las situaciones planteadas, la intermitencia de la mayoría de los personajes y la escasa emotividad de un insatisfactorio clímax. Fiasco.
Minuto 28:38, aproximadamente [Nota: atención a la canción escogida para acompañar la secuencia]
Elsa Pataky sube por las escalerillas de una piscina mientras disfruta de un baño apasionado. En el peldaño superior el galán le quita los pantalones impidiéndole salir del agua. Ahora se encuentra completamente desnuda. O eso parece. La cámara, en ese momento de ascensión culinaria, la ha enchufado por detrás –no equivocar con sexo anal– apareciendo algo entre los glúteos. Al principio, pensé que este ovni (objeto vaginal no identificado) era un salvaslip de ángulos rectos, pero, al no verlo posteriormente a flote ni tintarse el agua de rojo, intuí que este personaje femenino había fortalecido los músculos del suelo pélvico durante cierto período de tiempo, de febrero a septiembre de aquel año, más o menos, y ahí custodiaba los escasos apuntes de guion.
Llegados a este punto de elucubración recordé las palabras de Bigas Luna en una entrevista:
Hay unos planos que son un regalo para el espectador. Dicen que ella es la mujer más deseada por todos los españoles. Pues hay una secuencia en el que un maníaco la envuelve en papel transparente. Esas imágenes pasarán a ser de las más importantes de mi carrera dentro del mundo del erotismo.
El director, con las declaraciones anteriores, parecía indicar que su obra está repleta de simbolismos carnales. Y, por tanto, que esta confusa secuencia era otro regalo de erotismo fetichista con adherencia clitoriana. Surge de esta manera una nueva duda sobre cuál es el objeto misterioso. Las opciones barajadas fueron: una pitillera, 120 gramos de sepia y un router última generación de Telefónica.
Al final rebobiné, aunque aclaro que no fue para recrearme, sino para investigar asunto tan complicado. Sin embargo no hallé respuesta satisfactoria. Pero reflexioné sobre ello, que es una de las metas que busca el séptimo arte. De ahí mi eminente nota.
A estas alturas de la carrera de Bigas Luna, nadie esperaba de Di Di Hollywood una filigrana. Es más, después de Yo soy la Juani creo que íbamos bien preparados a lo que nos ateníamos. Podría definirse como una especie de falsa secuela de la anterior. Esta vez protagonizada por Elsa Pataky, ampliando de nuevo su repertorio de fiascos a su filmografía como actriz. Aunque de ningún modo se le puede achacar el fracaso de la película a Pataky. En todo caso, es gracias a ella el que una cinta que debería pasar, no solo desapercibida, sino estar más enterrada que Ryan Reynolds en Buried, gozará de una parte significativa de público debido a su enorme popularidad. Esa fama no le viene de otro lugar más que de su despampanante belleza, que no es poco. Y no viene mal recordar que una actriz con ese espectacular físico debería estar mucho mejor aprovechada por los directores españoles. Hasta el momento únicamente ha sabido ser empleada como objeto sexual de segunda o tercera fila.
Claramente, Elsa Pataky se ha dejado seducir por lo que es, difícilmente explicable, uno de los directores más consagrados del cine español. La propuesta puede parecer atractiva e incluso el tráiler arroja expectativas de película modernista. Pero nada de eso. Todo es recargado a la vez que simplista. Además, Bigas Luna parece no tener inconveniente en dejar su impronta y acaba jugando con su musa. Lo hace de tal forma que incluso nos regala una secuencia erótica que poco tiene que envidiar a alguna de las que dejaron en su día desencajados a buena parte de los espectadores con su provocativa pero ya un tanto desfasada Bilbao.
Di Di Hollywood es un penoso intento de recrear el ascenso al éxito. El retrato que se hace del ambiente hollywoodiense y de la ascensión a la fama es mísero. Una sola secuencia de la serie Entourage (por muy falsa que también pueda ser) es en todos los aspectos más válida. De las penurias a la celebridad y al egocentrismo de Diana Díaz (ingeniosísimamente rebautizada como Di Di por su feroz agente). Nada nuevo y encima resuelto con prisas. Ojalá pudiera meterme con la moraleja de la película. Pero es que ni siquiera existe.
Otro matiz, y este digno de proyecto de tesis doctoral, es el product placement en Di Di Hollywood. Son innumerables las marcas que aparecen continuamente en pantalla. En fabulosa armonía todas ellas con la música comercial que va encadenando casi una secuencia con otra. Incluidos en ese juego promocional algo nunca visto: cameos de los propios críticos, periodistas o profesionales del cine (como se hagan llamar los que aparecen). ¿Quizá un guiño hacia la crítica para soliviantar los palos que sabía que le iban a caer al llegar el estreno? Pues que sepa, Señor Luna: ni apareciendo cineario.com (o filmaffinity.com) en el pecho de Elsa Pataky hubiéramos sido capaces de hablar bien de su película. Por suerte o por desgracia, somos así.
Cuando estamos viendo una película y nuestra mente no deja de tentarnos con pensamientos relacionados con cualquier otra cosa, resulta aparente que se trata de un indicio bastante elocuente sobre que, muy probablemente, el film en cuestión es incapaz de captar y retener nuestra atención, sensación más que justificada si cuando por fin lo consigue, por contra, en vez de sumergirnos en la narración nuestra mente se dedica a reformular todo aquello que ve en pantalla de una manera más aleatoria, caprichosa y fortuita, pero sumamente más interesante que la (falsa) realidad impresa sobre el celuloide.
Eso sucede con esta insípida Di Di Hollywood, una producción totalmente fallida ya desde su propia concepción, una pseudo continuación de la ya de por sí más bien floja Yo soy la Juani y segundo capítulo de una futura trilogía sobre la mujer y el éxito que amenaza con concretar la versión más rancia de un Bigas Luna en la inopia, y que deviene en un film acartonado que no hace más que provocar la más atroz de las desidias. Resulta difícil tomarse en serio una producción tan artificiosamente hueca que, llegado a un punto, y sumando dos de sus elementos más notorios como son el gusto por el inevitable erotismo per se de Bigas Luna con la presencia como protagonista de una actriz tan de buen ver como escasa de recursos como es Elsa Pataky, parece que sustenta su único interés entorno a sí, finalmente, la cámara permitirá que en pantalla asome o no el pezón de la intérprete…
Es raro que hagan falta. Si hicieran falta, Hollywood tendría muchas más escenas de cama, y no las tiene. No porque ofendan a los ultraortodoxos, sino porque por lo general, interrumpen , declaraba recientemente Leonor Watling, opinión que complementaba con un Es como los punteos de guitarra de todas las canciones de los 80, que siempre hay, no falla . No podía estar más de acuerdo, al menos en lo que concierne a las escenas de cama , algo extensible a los desnudos eminentemente femeninos, y una de las lacras de una cinematografía que, mayormente, parece empeñada constantemente en focalizar en el sexo y sus variantes cualquier recurso o arista dramática de un relato cualesquiera por mucho que en la mayoría de los casos uno tenga la sensación de gratuidad vouyerística. Cierto es que resulta un tanto injusto para con otros que no debieran darse por aludidos, pero lo uno no quita lo otro, y existe una anticuada corriente del cine español en clara decadencia y con un modelo de producción totalmente obsoleto que parece no haber sabido (o no haber querido) adaptarse al siglo XXI, siendo Bigas Luna uno de los cineasta que parece mantener intacto un nombre ganado años atrás que en los últimos hubiera merecido mejor suerte que vivir de las rentas como si no pasara nada de nada.