Diamantes de la noche
Sinopsis de la película
Narra la historia de dos chicos judíos que escapan de un tren que los transportaba a un campo de concentración nazi. A pesar de librarse de entrar al campo, son capturados por un grupo de veteranos guardabosques que los ridiculizan, al tiempo que los prisioneros intentan evadirse del drama que viven con sus recuerdos de libertad.
Detalles de la película
- Titulo Original: Démanty noci (Diamonds of the Night)
- Año: 1964
- Duración: 63
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Opinión de la crítica
Película
7
21 valoraciones en total
Uno de los autores destacados de la Nueva Ola Checoslovaca de los años 60, la década más prolífica del cine de la antigua república centroeuropea, Jan Nemec, dirigió esta peculiar y evocadora obra acerca del holocausto judío basándose en la historia escrita por Arnost Lustig acerca de sus propias vivencias en el horror del genocidio.
Dos jóvenes judíos (Ladislav Jánsky y Antonín Kumbera) huyen por el bosque tras escapar del tren que les llevaba hacia algún escenario de la barbarie nazi. Mientras tratan de ponerse a salvo y buscar algo que llevarse a la boca se pierden entre recuerdos del pasado: breves escenas y destellos de su vida en Praga, la marcha del tranvía, ansias de libertad y reflejos de sensualidad.
La ópera prima de Nemec, más allá de algún cortometraje como ‘Sousto’ (1960), se sustenta en su forma minimalista de eterna e incansable huida, solo interrumpida por retazos evocadores y oníricos presentados en formato de flashback. Es en esta sencillez dónde el director encuentra la manera de trasmitir las sensaciones de sufrimiento y agobio al espectador, que asiste a una impetuosa búsqueda de la supervivencia por parte de los protagonistas.
Técnicamente, los largos travellings y las sugerentes escenas como las que muestran a hormigas invadiendo algunas partes del cuerpo de uno de los muchachos, imagen que nos refiere al onírico Buñuel de ‘Un chien andalou’ (1929), son los aspectos más llamativos del film.
Un relato de apenas una hora de duración pero peculiar e interesante, que intenta ahondar, quizá por el camino más sobrio y remoto, en la razón del espectador mostrando sólo lo que hay en el interior de la mente de los personajes, sus anhelos, sueños y miedos, todo ello envuelto por una gruesa capa de oscuridad, maldad y sufrimiento.
Blog -> lacintablanca.com
Recuerdos resonantes, evocación, sensación de emoción perdida y una terrible soledad. Desde el travelling inicial que forma un plano secuencia inacabable repleto de cansancio y sufrimiento… hasta esos flashbacks y/o evocaciones… ya nada será como antes… todo ha cambiado… el oscuro bosque es nuestro amo…
Posiblemente Diamantes de la noche se desmarque completamente del resto de cintas del holocausto y por eso mismo llame mucho más la atención.
Dos jóvenes judíos escapan de un tren que les llevaba a un campo de concentración. Encuentran un bosque oscuro y la oscuridad humana. Sólo queda recordar el pasado que se fue. Jan Nemec, con 27 años, busca en otros recovecos que eludan el horror tal y como nos ha mostrado el cine moderno. El pianista creo que gustó más por mirar en otro punto de vista alejado del campo de concentración, La vida es bella enloqueció al público por incluir elementos romantico-cómicos-fraternales, Diamantes de la noche me gusta más incluso que las anteriores por buscar en la evocación y el recuerdo de ‘sonambulista’. Necesita poco más de una hora. El reflejo del nazismo en esos guardabosques retirados, en la mirada de una mujer, en la desilusión del abismo de la perdición. Psicología y poder onírico a partes iguales.
Encuentros que divergen entre el sueño y el terror. Imágenes duras desde la premisa de lo simple: comer un trozo de pan se puede convertir en una de las mayores torturas y paranoias. Hay brillo cinematográficamente, como diamantes en una noche, dentro de la oscuridad de su relato.
La Atracción (en nuestro diagnóstico del teatro), es todo momento agresivo en él, es decir, todo elemento que despierta en el espectador aquellos sentidos o aquella psicología que influencia sus sensaciones, todo elemento que pueda ser comprobado y matemáticamente calculado para producir ciertos choques emotivos en un orden adecuado dentro del conjunto, único medio mediante el cual se puede hacer perceptible la conclusión ideológica final. —Serguei M. Eisenstein
A menudo -y con toda razón- se ha afirmado que todo arte trabaja necesariamente con un montaje, es decir, con una selección y nueva composición de partes y elementos. Pero la imagen fílmica surge en los planos y existe dentro de cada uno de ellos. Por eso, en el trabajo de rodaje tengo en cuenta el flujo de tiempo dentro del plano e intento reconstruirlo y fijarlo con precisión. El montaje, por el contrario, coordina planos ya fijados en cuanto al tiempo, estructura con ellos el organismo vivo de la película, en cuyas venas bulle con una presión rítmicamente variable el tiempo, que garantiza su vida. —Andrei Tarkovski
Démanty noci es una película para analizar, y por esto una mera reseña se queda en nada en comparación. Para empezar a hablar de una obra de tal magnitud he decidido empezar con dos citas sobre el montaje, una de Eisenstein y otra de Tarkovski para ver hasta que punto estos dos autores se oponían en sus ideas sobre la concepción del montaje y posterior función del tiempo en el cine.
El caso de la película de Němec es, y puede que sea arriesgado decirlo, la unión más armoniosa entre los dos conceptos, pues el enfrentamiento entre estas dos maneras tan diferentes de ver el cine no es fácil de unificar ni mucho menos de magnificar. Poniendo de antemano que Démanty noci es su opera prima y que sus posteriores trabajos no le llegan ni a la suela del zapato, me gusta pensar que el checo tuvo aquí una revelación y llegó, mediante ayuda divina a lograr una obra maestra del séptimo arte. Todas las críticas (que no son muchas) que he podido encontrar acerca de esta película, incluso las francesas, recalcan el estilo experimental de la obra mientras sobreponen el, hoy en día, tedioso tema del Holocausto como tema de relevancia en la película. Yo prefiero una lectura mucho más profunda, siendo cierto que la obra se sitúa en un determinado marco histórico y no por ello se debe obviar. Pero ¿de verdad los críticos ven el dedo y no la luna?
Ya desde su comienzo, se ponen en juego los dos aspectos del montaje mencionados por los autores anteriores en sus escritos. Una pulsión frenética en el plano secuencia inicial nos irradia con su velocidad y su errática —controlada, eso sí— para luego cortar y jugar con el concepto de montaje de atracciones. Y así durante sesenta minutos en los que, gracias a esta magnífica manipulación de la imagen y el sonido, no se sabe qué es real, qué es recuerdo o si dos planos están en el mismo espacio temporal. A ciencia cierta no podemos estar seguros de qué pasa antes o después en la totalidad de las secuencias ya que al adentrarnos con los dos jóvenes en el bosque, somos víctimas del celuloide que salta adelante y atrás y confunde nuestros sentidos. Todo es repetición y todo lleva a un punto original, como una carrera en círculos representada más tarde en un baile ridículo.
Haciendo caso omiso de las pautas lógicas de la cronología, podemos apreciar que la película no tiene un hilo narrativo acorde con el tiempo. Vemos escenas de hace mucho tiempo intercaladas con las del bosque, sueños —si pueden llamarse así, quizá sería mejor llamar a esas escenas ideas— que se convierten en realidad o que se dejan a un lado para mostrar otra realidad. Me refiero sobre todo a la genial escena de la casa de la mujer. En ella podemos ver varios planos que narran un acontecimiento muy simple, que se enrevesa cuando la imaginación y la proyección de ésta de manera totalmente real en términos de acción, se manifiesta. Primero vemos a la mujer caminando por el prado, mientras en otro plano los chicos la miran con el hambre en sus ojos, la mujer va a su casa donde se oye un perro ladrar y en otro plano los chicos dudan si entrar o no —aunque nuestro ojo decida pasarlo por alto, es el mismo plano de la mirada hambrienta, pero obviamente están en otro espacio, pues ven la casa y no el prado—, después se ve el perro atado y en el siguiente plano al chico cogiendo un palo. El chico se acerca a la casa mientras el perro ladra fuera de plano y en otro corte vemos al otro chico riendo y mirando cómo está su pie dañado. Ahora el primer chico está en la casa, abre la puerta y varios planos nos muestran lo que ve hasta acabar con la imagen de la mujer frente a la cocina. La mata por primera vez y el plano vuelve al original de la puerta para enseñarnos lo que ve nuevamente —todo ha sido fantaseado y al mismo tiempo, lo que vemos ahora es otra oportunidad para que el chico obre de manera diferente—. La mujer yace tumbada sensualmente en la cama y posteriormente frente a la cocina de nuevo, luego en el campo caminando para terminar con un plano del hombre que vive con ella (su padre, es lo más probable) —el chico analiza y prevé lo que podría ocurrir según su decisión pero la imagen no miente, esto ya ha pasado—. La mata por segunda vez y el plano vuelve a la puerta. Después vemos el primer plano secuencia en este entramado (sin contar el del asesinato), cuando la mujer coge pan y corta tres rebanadas. Y el chico la mata por tercera y última vez. El plano vuelve a la puerta y luego al suelo para ver a la mujer muerta —este plano se repite una vez más— y cierra la puerta antes de irse. Pero acto seguido aparece la mujer viva y mirando la puerta que se ve cerrada en el último plano de la escena.*
Sigue en spoiler por falta de espacio.
126/16(16/04/11) Menudo peñazo, cine ultrapretencioso de arte y ensayo, una clase teórica de cómo ser tedioso con apenas una hora de duración. Llevado por mi curiosidad cinematográfica me adentré en la filmografía checoslovaca de la década de los sesenta y hayé un autentico filón de grandes películas como ‘La tienda de la Calle Mayor’, ‘El incinerador de cadáveres’, ‘Final feliz’, ‘Trenes rigurosamente vigilados’, ‘Los amores de una rubia’ u ‘Horí, má Panenko’, auténticas joyas, por ello me dispuse a ver esta obra con muy buena valoración y me encuentro con este subproducto en el que vemos durante casi todo su metraje a dos muchachos huyendo por un bosque, muy al final son atrapados por unos viejos lugareños, entremedias, mediante flashbacks medio nos enteramos que estaban en un tren, escapan de él y sucede la persecución, luego los muy exégetas deducen que son judíos, en ningún momento se dice ni se ven elementos afines, lo del tren resulta dudoso, pues en el vagón solo van ellos dos, es sabido que los nazis rebosaban los trenes de la muerte, y es que en este pseudofilm todo resulta alegórico, parece que estés obligado a darle licencias para tapar tantas lagunas narrativas, pero yo le que termino es hastiado pues encima el realizador se nota un petulante de aúpa, te monta escenas en las que te da dos salidas, eres tu el que debes decidir lo que pasa, lo dicho un listillo que cree haber inventado un nuevo cine y lo único que nos presenta es un aburrido trabajo sin el menor grado de enganche. Fuerza y honor!!!