Detective Bureau 2-3: Go to Hell Bastards
Sinopsis de la película
El intrépido detective Tajima (Jô Shishido) deberá ayudar a la policía de Tokyo infiltrándose en un grupo yakuza que ha robado un cargamento de armas de fuego del ejército americano. Para ello, tramará un plan para rescatar al único testigo que la policía capturó en la escena del crimen, a quien esperan cientos de matones a la salida de la comisaría. Uno de los trabajos clave de Seijun Suzuki con el que satirizó y redefinió el género policial japonés.
Detalles de la película
- Titulo Original: Tantei jimusho 23: Kutabare akuto-domo
- Año: 1963
- Duración: 89
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Opinión de la crítica
Película
6.7
90 valoraciones en total
En una sociedad gobernada por la tiranía y la codicia de la mafia ningún policía puede hacer nada, ni tampoco desea hacer nada.
Lo mejor es, entonces, dejar el trabajo sucio a un detective, pero uno que sea tan duro, astuto y valiente como Hideo Tajima.
Se han estrenado las últimas películas de Kinuyo Tanaka y Yasujiro Ozu, y además el veterano director fallece poco después. De algún modo se presenta el cambio más significativo con respecto a la etapa clásica y la moderna del cine japonés, mientras esto sucede los incipientes Imamura, Oshima y Yoshida empiezan a hacerse notar con su discurso rompedor. También 1.963 se convierte en un nuevo periodo para Seijun Suzuki, que lleva la friolera de seis años rodando a un ritmo frenético para su compañía Nikkatsu, soportando limitaciones y pobres encargos.
Se ha amoldado bien a los melodramas juveniles y su ingenio destaca en los títulos de exóticas borderless action films , en especial dentro del noir . Cuando acaba el año anterior con la regular Ore ni Kaketa Yatsura la productora, que desea convertir a Jo Shishido en astro de la acción, prepara su salto estelar y Suzuki, con quien ya ha trabajado el actor de secundario (nunca quiso darle un papel protagonista…), ha de ocuparse de ello, este suceso marca una serie de colaboraciones entre ambos que concluirá en la memorable Marcado para Matar . Iwao Yamazaki adapta para la ocasión una novela de Haruhiko Oyabu, autor especializado en relatos criminales y policíacos, y el resultado parece ser infalible.
En la línea de exotismo y deseo por adoptar la imaginería yanqui de ese tipo de cine exploitation que Nikkatsu llevaba a cabo, el comienzo de Tantei Jimusho 2-3 no puede seguir con más empeño dicha tendencia. Un hombre negro observa en silencio en una base americana cuando dos bandas de gángsters, algunos disparando desde de un camión de pepsi-cola, se disputan un alijo de armas, tiros, explosiones y una banda sonora pop jazz establecen el tono de esta aventura, que nos presenta las andanzas de Tajima, detective en la tradición de los antihéroes de los hard-boiled literarios, para desenmascarar a los yakuzas que han robado las armas.
Suzuki ya ha tratado a estos personajes, pero ahora añade una nota de humor absurdo, y que además de por el desparpajo y la chulería del protagonista, viene dada por la intervención de secundarios pretendidamente caricaturescos (como los ayudantes de Tajima, que parecen salidos de una viñeta). Lejos de resultar un hándicap, el cineasta lo equilibra a la perfección con la violencia, la intriga y la acción de la trama, que arranca tras la detención del joven Manabe, miembro de la organización que ha robado las armas y que se halla amenazado por los demás grupos yakuza.
La secuencia donde vemos a todos los feroces gángsters invadiendo la calle frente a la comisaría esperando a Manabe es un claro ejemplo de las habilidades de Suzuki. Tajima aprovecha la situación para interferir salvando la vida al chico con ayuda del inspector Kumagai y así infiltrarse en su grupo para recuperar el cargamento y llevarse una buena suma de dinero, pues el oportunismo y el engaño guían la historia, junto al detective nos sumergimos en una atmósfera tan violenta y oscura como sugerente y exótica según la visión del director, quien empieza a apostar por el riesgo visual y estético en detrimento de obedecer las convenciones del género.
Romperá esquemas muy pronto, pero se percibe el gusto por lo extrañamente cautivador y vanguardista, siempre influenciado por el cine europeo y americano. Mientras las artimañas de Tajima para no ser descubierto revelan una total infiltración de la policía (aquí presentada de forma patética e incompetente) en cualquier sector de la sociedad, el melodrama llega por la intervención de Chiaki, la chica del jefe Hatano, inevitable este personaje trágico que habrá de conquistar el corazón del duro y cínico detective (aunque poco o nada importe para el argumento), quien se esfuerza por destacar cada vez que puede, ya sea enfrentándose a los villanos o seduciendo a las féminas.
John Carr, Elmore Leonard y Don Siegel se cruzan con Umetsugu Inoue, Melville, Godard y el imaginario de James Bond (recién llevado a la pantalla) y el cóctel resultante es divertido, trepidante y excitante, porque si algo sabe Suzuki es combinar el puro entretenimiento con el carisma de sus personajes, que varían entre lo tópico y lo grotesco, al fin y al cabo Tantei Jimusho 2-3 es una novela negra de bolsillo y pretende discurrir rápido entre mentiras, traiciones y fatales romances mientras el realizador echa un vistazo a la sociedad japonesa del momento, viciada con el entusiasmo de la juventud, que adopta los modelos americanos (la secuencia en la discoteca lo ejemplifica).
Se capta a la perfección la esencia ácida y desenfadada del texto de Oyabu y así habrá de concluir su fábula. Shishido, que se opera los pómulos para aparentar tener madera de estrella, sorprende con su vitalidad en un rol que parece enteramente una parodia del famoso agente de la Continental de Hammett, demostrando que lo suyo es la acción y el espectáculo (remarcable cuando le vemos bailando en el club junto a Naomi Hoshi), su carácter y energía física será su sello de identidad. Lo secundan Nobuo Kaneko, el gran Kinzo Shin, Tamio Kawaji (repitiendo de pazguato detestable) y la guapísima Reiko Sasamori.
El éxito de la película, donde lo que más reluce es el talento de Takeharu Sakaguchi en el diseño artístico, fue tal que poco después Nozomu Yanase dirigiría una secuela, y garantizaría a Suzuki el protagonista definitivo para sus thrillers , reafirmándose esta unión con La Juventud de la Bestia , siguiente proyecto conjunto basado también en una obra de Oyabu y con unos esquemas muy similares.
Este sería el punto de inflexión en la carrera del director, pues empezaría a arriesgarse mucho más en su estilo y estética, lo que no encajaron nada bien los ejecutivos de Nikkatsu…