Destellos de genio
Sinopsis de la película
Cuando Robert Kearns (Greg Kinnear) se entera de que todos los coches vienen equipados con un sistema de limpieza que él inventó y patentó, pero que no consiguió vender, interpone una demanda contra la industria del automóvil por apropiación indebida. Los Kearns son la típica familia americana de los años sesenta que vive a su manera el sueño americano: Bob, profesor universitario, se casó con Phyllis (Lauren Graham) y tuvieron seis hijos antes de cumplir los cuarenta. Con el invento de Bob, los Kearns creyeron que podrían mejorar su situación económica, pero sus esperanzas se malograron. Cuando Bob emprendió una larga batalla legal contra los magnates del automóvil y empezó a recibir amenazas, se convirtió en un hombre dispuesto a demostrar que lo justo era que el trabajo de toda una vida fuera reconocido por quienes se benefician de él.
Detalles de la película
- Titulo Original: Flash of Genius
- Año: 2008
- Duración: 119
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Opinión de la crítica
6.1
64 valoraciones en total
Basado en hechos reales. Robert Kearns (Greg Kinnear) es un profesor universitario, ingeniero y padre de familia numerosa con cinco hijos y una mujer que le quiere (Lauren Graham). No puede pedir nada más. Solamente un poco de atención a sus ingenios e inventos. La bombilla se le enciende cuando una mañana lluviosa se da cuenta que el parabrisas de su coche, como los de otros millones que circulan por el mundo, no da al abasto ya que funciona en un solo movimiento. Más tarde, en el garaje de su casa, frente a los ojos alucinados de sus hijos, empieza a diseñar y construir el parabrisas intermitente que dara la solución a los problemas de miles de ciudadanos de a coche . Posteriormente recibe el beneplácito de sus asombrados socios y compañeros por lo que decide mandar la patente a la Ford. El imperio automovilístico acaba adueñándose del ingenio de Kearns. La expropiación sin previo aviso obliga a Kearns a mantener un litigio con el gigante del automóbil que duraria más de veinte años. David contra Goliat entre amonestaciones, recursos, y el divorcio de un matrimonio feliz que había flotado en las nubes del Sueño Americano para acabar sumergiéndose en las aguas de la apestosa realidad de un modelo social que aparentemente era generoso con sus contribuyentes. Pero ni los treinta millones de dólares que le ofreció Ford a Kearns para que no les demandara, pudieron con el orgullo del ingeniero a seguir luchando por su dignidad como inventor.
Lo Mejor: las escenas del juicio
Lo Peor: aunque entretiene, es un tipo de film con un esquema habitual en su género
A un honesto y buen padre de familia profesor de ingeniería (Greg Kinnear), residente en la meca del motor de la época (Detroit, década de los 60), felizmente casado (Lauren Graham), y con 6 hijos, y con problemas de parpadeo en un ojo por un accidente con una botella de champan en su noche de bodas, un día de lluvia cuando regresaba en el coche a casa con la familia se le enciende la bombilla y asociando el tema del parpadeo con la incómoda velocidad uniforme de los parabrisas de la época ,desarrolla en el sótano de su casa ayudado por los hijos, un prototipo del sistema intermitente que conocemos hoy en día.
A través de un amigo (Dermot Mulroney), se pone en contacto con la Ford ofreciéndoles el modelo, quedando para una demostración ante la que los de Ford se quedan maravillados y acuerdan una reunión con los prebostes para decidir y ponerse de acuerdo en los pasos a seguir, en el transcurso de la cual y ante la petición de la corporación accede a dejarles un prototipo para la necesaria homologación, despidiéndose con un estaremos en contacto.
A partir de aquí, la Ford pasa de él y saca al mercado un sistema sospechosamente similar al prototipo de marras, iniciándose por parte del desengañado profesor una lucha desesperada por sacar a relucir la verdad, en la que nadie le apoya ante el poderoso enemigo con el que debían lidiar, lucha que le llega a afectar sus facultades mentales (la película comienza con un Greg Kinnear evidentemente desorientado en un autobús).
Hasta lo anteriormente descrito, ya nos va dando la impresión de que no estamos ante la típica tvmovie con este o parecido eje argumental, adquiriendo poco a poco entidad como el retrato, en clave de buen thriller dramático (con su necesario toque judicial), de la lucha de la verdad contra la suciedad del poder, de un David armado con la razón exigiendo justicia a un poderoso y cínico Goliat, lo que sumado a magnificas interpretaciones (Greg Kinnear esta inmenso), una eficiente dirección y una magnifica ambientación y fotografía da como lugar una notable y muy entretenida película.
Recomendable.
Un nuevo caso de David contra Goliat, basado en hechos reales.
Un hombre que seguramente esconde, o en el que nace, un problema de salud mental, quizá debido a su carácter excesivamente nervioso, se ve obligado a luchar contra toda una multinacional como la empresa del automóvil Ford, al sentirse estafado por ésta con respecto a un invento y unas patentes, que mejoran el mecanismo de limpiaparabrisas. No cabe duda de que la lucha será intensa y dura, durará varios años, en los que además de lidiar con el coloso Ford, deberá enfrentarse a sus propios problemas, derivados de su situación y hacer frente a una crisis familiar por idénticos motivos. Todo esto basado en hechos reales, los ingredientes perfectos para pasar un par de horas de buen entretenimiento ilustrativo.
El film está bien narrado y es muy entretenido en su parte más propia, la lucha de un inventor por demostrar su verdad. Y pierde mucha fuerza en todo lo que a eso rodea: la relación con su esposa, en especial su deterioro, el trato con sus hijos a lo largo de todos esos años, y sobre todo que no hay una sola explicación de la manera en que se gana la vida el doctor Kearns a partir de embarcarse en la odisea, hasta la fecha sabemos que es profesor en una universidad, pero de aquí en adelante no volvemos a tener referencias y pasan varios años. Así pues, me parece que se queda incompleta, iba camino de muy buena nota pero en conjunto pierde.
Me ha gustado mucho, porque es la historia de un hombre atropellado, un inventor engañado por una gran corporación norteamericana, la automovilística Ford, que le roba su invento.
Primero, este hombre patenta su invento, el limpia-parabrisas de coches y entabla conversaciones con la Ford para vendérselo. La gigantesca empresa de automóviles lo llama, sintiéndose muy interesada, él les muestra su invento y cómo funciona. Pero a los pocos días, la Ford le retira el interés sin más. ¡Cuál no será su sorpresa cuando a los pocos meses, este inventor y profesor de universidad descubre que la Ford ha sacado un nuevo modelo de automóvil que lleva incorporado el invento del limpia-parabrisas que él les mostró (se lo han robado con toda la cara)!
¡Oh, no me digan que el tema no te agarra de entrada el interés! Pues claro que sí, máxime porque la película va transcurriendo de manera dramática, con el protagonista luchando terca y extraordinariamente por ser reconocido como el invertor del limpia-parabrisas de coches y porque se haga público y manifiesto que la Ford le robó su invento.
Gran película, al menos muy buena, antes de la injusticia, durante la injusticia y también en las consecuencias que se derivan de ella para el inventor y su familia.
Muy reconmendable de ver, para indignarse y sentir si aún nos queda sangre en las venas o se nos ha convertido también en horchata espesa de amedrentados por los políticos y sus amigachos de oligarquías y negociantes.
Algo me chirría en la composición del personaje de Robert Kearns. En la ficción es un poco paranoico, un poco tenaz, bastante familiar, muy idealista y concienciado de que sus inventos deben ayudar a la humanidad. Un perfil que no me encaja con el de una persona que pasó 30 años de su vida litigando una y otra vez contra Ford, Chrysler, General Motors y Mercedes-Benz. Al leer sobre su figura, resulta que debía ser terriblemente paranoico, cabezón hasta el extremo, y con el sueño de convertirse en el único suministrador de limpiaparabrisas intermitentes, algo que le hubiera hecho inmensamente rico.
En vez de eso, se tuvo que conformar con 40 millones de dólares y el orgullo de preservar su dignidad como inventor. Pero su lucha en infinita desventaja con el despreciable sector automovilístico supuso un verdadero calvario para su familia, otro aspecto descrito con cierta benevolencia en la película.
Por eso acaba uno con la sensación de que le han birlado la foto completa y de que Greg Kinnear, que soporta admirablemente el peso de la película, es un tipo demasiado simpático para interpretar a alguien que probablemente estaba lleno de sombras.
Por otro lado el desarrollo de la narración es muy estándar, una mezcla de la muy infravalorada Tucker, un hombre y su sueño pero sin la arrolladora pasión de Coppola y de las adaptaciones de best-sellers de John Grisham de los 90, entre ellas Legítima defensa , otra obra del maestro sin el reconocimiento que merece.