Después de esto (The Here After)
Sinopsis de la película
Tras cumplir una condena en un reformatorio, John regresa a casa de su padre anhelando comenzar una nueva vida. Sin embargo, en el pueblo no le han perdonado y empiezan a acosarlo. Así, se va creando poco a poco una atmósfera malsana.
Detalles de la película
- Titulo Original: Efterskalv aka
- Año: 2015
- Duración: 102
Opciones de descarga disponibles
Si lo deseas puedes descargar una copia de esta película en formato 4K y HD. Seguidamente te mostramos un listado de fuentes de descarga directa activas:
Opinión de la crítica
Película
5.8
59 valoraciones en total
Una de las propuestas más interesantes de las variadas que nos han llegado a través del Atlántida Film Fest del presente 2016 ha sido la sueca The here after, un poderoso drama con alma de thriller psicológico, realista y austero que presenta una situación violenta pero sin embargo tan complejamente cercana, tan sobria en su formula que atemoriza con la gran dosis de empatía que transmite.
La película nos traslada a núcleo de una gran pesadilla: John es liberado después de pasar una condena en un reformatorio. Lo creen preparado para reintegrarse en la sociedad y en la estabilidad de una familia monoparental de clase media alta de la que era parte integrante. El espectador a través de su narración tendrá que ir descubriendo qué provocó el incidente, qué tipo de incidente fue el que sucedió y si la vida va a poder ser como antes de todo ello. Pronto comprobaremos que su vuelta no va a ser sencilla para nadie.
The here after, algo así como a partir de mañana, es la ópera prima del joven realizador sueco Magnus von Horn (32 años), demostrando en ella un gran talento para la utilización de argumentos y recursos con un fin claro: resultar áspero y fidedigno. Van Horn utiliza con inteligencia argumentos como el plano fijo -minutos donde la acción y el diálogo transcurre delante de nosotros sin que la cámara realice ninguna floritura-, el fuera de campo -importante frases y personajes que no salen en pantalla pero que facilitan el suspense de la situación- o la total ausencia de banda sonora -la frialdad de varios planos secuencia sin música son muy notables-, elementos que potencian la duda, el temor y la empatía del espectador hacia un lado o hacia otro.
El guión es obra también de von Horn y resulta directo y sin tapujos. El texto provoca un debate postrero inevitable sobre cual sería nuestra reacción ante una personaje con ese pasado, si podríamos perdonar, actuar con normalidad, o si por el contrario reaccionaríamos como alguno de los personajes que por allí aparecen. Un interesante debate sore el bulliying, la reinserción y el perdón.
Además de los factores técnicos, que sin duda provocan que el film sea de gran interés, hay que destacar también la gran labor interpretativa de los tres personajes principales: el propio John (terrorífico y ambiguo debut el del joven talento de la canción sueca que es Ulrik Munther), Martin (el padre, a quien interpreta un sufridor Mats Blomgren) y el hermano pequeño, interpretado por el joven Alexander Nordgren.
Una película magnética, que remueve las entrañas en más de una ocasión y que desprende realidad por todos sus poros. Muy notable.
Lo mejor: El estilo de filmación. Apropiado y al corazón.
Lo peor: Alguna reacción de algún personaje es mejorable.
VALORACIÓN:
Fotografía: 7,5
Banda sonora: –
Interpretación: 8
Dirección: 8
Guión: 7
Satisfacción: 7
NOTA FINAL: 7,5
@hilodeseda – http://www.habladecine.com
Mi desprecio enterito en spoiler.
El intento de vuelta a la normalidad después del reformatorio. Una película sin épica, realidad social desnuda. Primero la calma, luego la tormenta, siempre la tensión. ¿Qué mensaje me transmite la película? ¿Cabe el perdón tras el peor de los delitos? Una comunidad no debe guiarse por la ética de la justicia, la de paga por tus actos , sino por la ética del cuidado, que es integradora y utiliza a la anterior como medio, no como fin. Pero la película no adoctrina, enseña lo que ocurre y deja al público el trabajo moral.
Supongo que todo el mundo se ha enterado de lo que ha estado pasando en Colombia últimamente (antes de lo del Premio Nóbel de la Paz). Resulta que ha ganado el no sobre el sí en un referendo sobre el acuerdo de paz entre las FARC y el Gobierno colombiano. Afortunadamente para mí, entre mis amigos de Facebook y seguidos en Twitter (aparte de en la radio y en la televisión), hay mucho entendido sobre el tema y ya puedo entender qué está bien y qué no, salvo por el hecho de que he leído opiniones de todos los tipos, unas que dicen que el pueblo colombiano ha decidido no perdonar a unos asesinos, y quienes afirman que el pueblo colombiano ha votado en contra de la justicia social y en favor del conflicto. Y claro, yo que no tengo opinión al respecto (porque no tengo ni idea del tema), me quedo sin saber qué leches significa de verdad, sobre todo en términos explicativos, incluso con lo que respecta a las conclusiones eventuales y a priori lógicas. Sin embargo, hay una cosa que sí me resultó especialmente llamativa: (según explican) las zonas geográficamente más cercanas al conflicto, son las que han votado a favor de la paz y el perdón, y las que menos presente la han tenido, son las que han votado en contra del perdón y la paz. Una lógica macro que, según Magnus von Horn (realizador y guionista de Después de esto), desaparece o se hace opuesta cuando la situación es micro.
Tengo la impresión, últimamente, de que se hacen (o veo) muchas películas que parecen querer conseguir la reflexión del espectador sobre el tema que tratan, pero en última instancia te dan la reflexión para que no pierdas el tiempo pensando por ti mismo, obviando en cierta medida el desarrollo anterior, o precipitando los hechos hasta entonces bien contados. Te muestran una opción, varias posibilidades, posibles salidas y dudas, para después señalarte las soluciones correctas. Y se acabó. En cierto modo, ese es el caso de la ópera prima de Magnus von Horn (director sueco afincado en Polonia), una obra que cuenta con la fotografía de Lukasz Zal (Ida, 2013) y el protagonismo de Ulrik Munther (exitoso músico sueco), pero que carece de personalidad, a pesar del esfuerzo y de planos de gran belleza formal y plástica, a pesar de sus fueras de campo y sus primeros planos en muchos momentos necesarios y llenos de significado. Todo parece demasiado encorsetado siguiendo lo que está aceptado por la crítica mayoritaria, pero, por algún motivo, está lejos de demostrar y mostrar la personalidad de un nuevo cineasta, de generar interés en una trama relativamente interesante, y de transmitir la energía, ira o lamento necesarios en según qué momentos del metraje.
No hace falta entrar a valorar lo que al director le interesa y lo que no, si sería necesario explicar quién fue quién y qué fue qué, no hace falta, pero es suficiente para impedir que el espectador comprenda ciertas cosas, que coja una perspectiva. El protagonista cometió un crimen siendo menor (al parecer un asesinato) y, tras cuatro años recluido, pretende regresar a su casa y volver a la normalidad. Reinsertarse en la sociedad, en un entorno intolerante. El director no se pregunta si el entorno tiene derecho a condenar al criminal, beneficiario de un sistema penal que castiga durante cuatro años de reformatorio a un asesino, el director se pregunta —sutilmente— si en el fondo no todos llevamos un monstruo dentro, entre otras cosas.
A pesar de todo, los esfuerzos técnicos y morales de von Horn y Lukasz Zal, las reflexiones hechas sobre el arrepentimiento y el perdón, y ciertos momentos especialmente logrados, convierten Después de esto en una película de interés, que muestra una Sociedad ambigua, estática (como la dirección), y que no siempre pone su fe en el ser humano ni en Dios (ninguno ha dado las razones suficientes para esto y aquello… según dicen).
Un tío mata a una chica por serle infiel, por lo que pasa dos años en un cómodo reformatorio. Al salir de allí, la comunidad en la que residía victimario y víctima se encarga de darle el peor castigo: el rechazo social. Este es el argumento de este filme nórdico, que vale decir, conserva la misma sobriedad en los diálogos, el ritmo lento y la dureza del cine de esta parte del mundo (creo que ya es hora de catalogarlo como un nuevo subgénero).
El debate detrás de la película no deja indiferente a nadie, y es que en una época en la que se pregona sobre el respeto y rechazo a la violencia -en todas sus formas- al género femenino, es difícil y casi imprudente retratar como víctima a un tío que se carga a una chica y no muestra el más mínimo arrepentimiento de ello (el hecho de regresar al mismo colegio como si nada hubiese pasado es una muestra de esto, ¿no?).
Más allá del debatible argumento y la manera en que el director lo conduce, hay que decir que hay una buena fotografía, ritmo, narración y actuaciones destacables, como la del pequeño, el abuelo y el propio killer. Los poquísimos diálogos no conducen a ningún ejercicio reflexivo ni debate en torno a lo realizado por el protagonista. En efecto, me llamó poderosamente la atención que en toda la cinta las líneas entre el padre e hijo son contadas y muy pobres de contenido, excluyendo del argumento principal cualquier acercamiento a la re-socialización del chico.
El rol de los docentes de la institución deja mucho qué desear: parecen títeres del destino y sólo sirven para dar malas noticias. No muy lejos de esta actitud está la del chico, cuyo personaje parece no buscar la redención ni tener una motivación particular en su vida. Es un personaje argumentativamente vacío, plano (quizá limitando lo sociopata ¿?).
En términos generales (y más allá de los debates morales que ella presente), es una buena cinta, bien lograda y detallada.