Desmadre a la americana
Sinopsis de la película
El Faber College es una Universidad privada de EE.UU., fundada a finales del siglo pasado por Emil Faber. Sin embargo, posee algunas características que la hacen diferente del resto, por su carácter especialmente clasista. Existen en su organización dos años antagónicas fraternidades: la Casa Omega está integrada por estudiantes serios y estirados, los de la Casa Delta son todo lo contrario… Comedia que obtuvo un enorme éxito de taquilla en Estados Unidos, de hecho se mantuvo durante décadas como una de las películas más taquilleras.
Detalles de la película
- Titulo Original: National Lampoons Animal House
- Año: 1978
- Duración: 109
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Opinión de la crítica
6.2
87 valoraciones en total
Hay pelis tremendamente coyunturales, que merecerían ser valoradas, más que por su objetivo fondo cinematográfico, por algo más complejo y subjetivo, que es su adscripción a esa arqueología del séptimo arte, su significado como algo más de lo que estamos viendo.
A esta categoría pertenece Animal House (odio ese espantoso título en español), alma máter de todas esas pelis de fraternidades y demás tonterías mononeuronales de universitarios norteamericanos, la diferencia, que ésta hace gracia, tiene chispa y un auténtico genio pulula por la pantalla, atendiendo al nombre de Bluto, álter ego de John Belushi, heredero de otros como Chaplin o Keaton, y que completaría su ciclo de genialidad junto a John Landis con The Blues Brothers (luego fallecería demasiado pronto y al director se le acabó el punch ).
La trama es un batiburrillo de anécdotas y recuerdos de las correrías estudiantiles de Chris Miller y Harold Ramis, co-guionistas, mezclándose con las improvisaciones de Belushi y poco más, ambientada en 1962, y extremadamente superior a los clones surgidos a raíz de ella, que no hacen más que repetir esquemas de hace tres décadas.
Por destacar algo más, curiosa la banda sonora de Elmer Bernstein, y es de reseñar el debut de Kevin Bacon (uf, ya tiene cincuenta tacos, quién lo diría) y alguna presencia que se ve por ahí, como Donald Sutherland y Tom Hulce (que poquito tiempo después haría el papel de su vida en Amadeus).
Pude verla por primera vez hace muchos años, en los 80, en el primer video familiar en formato Betamax, cuando rivalizaba en los videoclubs con el VHS. Casi a escondidas de mis hermanos mayores, que eran los que alquilaban este tipo de películas, disfrutaba como un loco sin entender mucho lo que sucedía, una locura detrás de otra pero con muchas cosas que entonces se me escapaban. Lo bueno es que hoy, aun sabiéndomela de memoria, casi escena por escena, cuando la pincho en algún canal de televisión, soy incapaz de volver a apretar cualquier botón y me quedo irremediablemente viéndola hasta el final. Hay escenas con las que siempre me reiré, las he visto mil veces y es imposible no volver a reírme, la fiesta toga, por supuesto, cada vez que sale Belushi me entra la risa, no puedo evitarlo, meter un caballo en el despacho del director, entrar en un local de negros y salir corriendo… Y todo se mezcla con esa nostalgia, cosas de la edad. Para mí es un clásico de la comedia, imprescindible, de aquí saldrán tantos títulos ochenteros, no hace falta nombrarlos, todos mamaron algo de aquí.
Hay veces en que los astros se conjuran y lo que debería haber sido un bodrio se transforma inexplicablemente en una obra maestra, o quizás no tan inexplicablemente. En esta película coincidió un reparto coral brillantísimo a lomos de un Belushi en su papel más mítico, todos ellos dirigidos por un Landis en estado de gracia provisto de un guión desternillante. Acabarían por conseguir algo memorable: convertirse en película generacional, o sea fundar un género. Quizás no un gran género, pero tiene sus seguidores. La gran mayoría de sus descendientes de la llamada college comedy o el género gross-out rinden homenaje consciente o inconscientemente a Desmadre mimetizando sus elementos centrales, aunque eso sí, siempre con menos éxito. Sin embargo, paradójicamente la película trasciende su fundamento y bajo esta capa de humor grosero pero siempre inteligente puede detectarse cierta nostalgia. Nos recuerda quizás que la vida es poco más que una broma, reflejando este pensamiento en una oda a la juventud, la rebeldía, la risa y la amistad.
Una de las cosas que más aprecio de la película es el extraño hecho de que no lleva ningún tipo mensaje moral asociado, aquí no hay moraleja que valga. El film es en su totalidad un homenaje al disparate, a la anarquía y sin más pretensiones que esas acaba disparando contra todo y contra todos sin ningún ideal o razón tras la que cobijarse. Delta sólo cree en una cosa: pasárselo bien sea como sea, pero con un toque de clase. El final, imitado hasta la saciedad nos gasta la última broma revelándonos como los fracasados Delta acaban escalando hasta los puestos más altos de la élite social ¿Acaso ésto no nos es familiar? De nuevo, la vida es una broma. Fue además en muchos sentidos pionera de un humor mucho más duro que hoy podemos observar a diario en series como los Simpsons o Padre de Familia , así vemos en la película bromas con temas sagrados políticamente incorrectísimos, masturbaciones con guante, sarcasmos con la guerra de Vietnam o la barriobajera táctica de pretender ser novio de una muerta para ligar con sus amigas, así de cafre y recordemos que la película es del 78.
Es también una de esas contadísimas películas en las que uno quiere ser absorbido por el celuloide, formar parte de ella, ser un Delta , estudiar en el Faber College y estar en la fiesta Toga , indiscutiblemente la mejor fiesta de la historia del cine. La película me ha marcado indeleblemente a mí y a mis amigos, a los cuales contagié mi obsesión por Desmadre hasta niveles insospechados. Mi irracional apego a la universidad y mi resistencia a abandonarla a toda costa nacen sin duda de esta maldita película que me ayudó a sentirme mejor e incluso a presumir de mi desastroso expediente, labrado a base de holgazanería y cerveza.
Tan solo una cosa empaña Desmadre , la muerte de Belushi. Uno no puede evitar pensar que a su personaje alter-ego, Bluto, le hubiera pasado algo parecido en la vida real.
El mayor valor de Desmadre a la americana es haber sentado las bases del subgénero de la comedia estudiantil gamberra, y su influencia es clara en títulos como La revancha de los novatos (Revenge of the Nerds) o Una conejita en el campus (The House Bunny), por poner un par de ejemplos. La película nos cuenta las desventuras de los integrantes de la fraternidad Delta, la más desastrosa y alocada del campus, enemigos acérrimos de los pijos de Omega y siempre en el punto de mira del decano, quién sueña con expulsarlos.
Desmadre a la americana recurre a una sucesión de situaciones cómicas, la mayoría de ellas se centran en los ritos de iniciación, las fiestas organizadas en la hermandad Delta o las venganzas de estos para con la hermandad Omega e incluye algunos (leves) toques románticos y desnudos de por medio. Eso sí, se vuelve repetitiva hasta su desenlace final, en el que guionistas y director despliegan todas sus armas para realizar una disparatada sucesión de gags.
La dirección es correcta, pero el guión sufre de unos altibajos durante todo el metraje con un humor no siempre bien empleado, incluso en ocasión desafortunado, eso sí, suple muchas de sus carencias durante su tramo final. Los actores simplemente realizan su cometido, si bien destaca John Belushi, más por su papel que por su actuación. Como curiosidad destacar los breves papeles de Kevin Bacon y Donald Sutherland, este último interpretando a un liberal profesor. En definitiva, Desmadre a la americana resulta entretenida por momentos pero un tanto desigual en su resultado final.
¿No os pasa a vosotros que hay ocasiones en las que haciendo zappin vas y te encuentras con una película que has visto trescientas veces y sin querer te quedas viéndola? Esta es una de ellas. Es muy entretenida y tiene un montón de escenas divertidas. Para mí la mejor es la de la fiesta toga. Por cierto, os recomiendo que consigáis su banda sonora repleta de soul, buen blues y mejor rock and roll.