Del poder
Sinopsis de la película
En el 2001 el enfrentamiento entre el Estado y los movimientos sociales dejó ver la verdadera naturaleza del poder. La represión policial fue la respuesta a la más numerosa protesta que se había vivido hasta el momento. Trescientos mil manifestantes vieron de frente el lado más violento de la democracia. A partir de imágenes de estos acontecimientos, tomadas de las más diversas fuentes, se reflexiona de manera general sobre la democracia, el poder y sus símbolos, el papel de los medios de comunicación, la violencia…, al tiempo que se plantea una reflexión sobre el lenguaje cinematográfico y sus posibilidades.
Detalles de la película
- Titulo Original: Del poder
- Año: 2011
- Duración: 72
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Opinión de la crítica
7.4
65 valoraciones en total
Génova 2001 marcó un hito dentro de la historia de las protestas antiglobalización. Un movimiento que, evento tras evento, crecía exponencialmente hasta llegar a las 300 000 personas, fue frenado bruscamente. Hacía mucho tiempo que, en un país en democracia, la represión no se ejercía de una manera tan brutal y descarada. El centro de la ciudad fue amurallado para que los representantes de los ocho países más poderosos del mundo pudieran reunirse con tranquilidad, mientras en los alrededores la policía cargaba contra los manifestantes con una violencia inusitada. El Estado de derecho fue congelado, se reprimieron manifestaciones legales, se vulneró la libertad de prensa, periodistas y manifestantes fueron golpeados e incluso se llegó a disparar contra ellos (Carlo Giuliani fue la víctima), se suspendió el tratado de Schengen, se impidió el acceso de abogados y senadores a las pesquisas, se hizo uso de pruebas falsas en los juicios… El resultado fue un muerto, cientos de heridos y miles de traumas psicológicos. El movimiento antiglobalización nunca más volvería a ser el mismo.
A partir de grabaciones procedentes de las más diversas fuentes, este documental nos hace revivir aquellos hechos, de modo que las imágenes de ese pasado reciente nos ayuden a comprender el presente (decían Angela Ricci-Lucchi y Yervant Gianikian, que «las imágenes del ayer llevan consigo los gérmenes de las imágenes de hoy»).
Quizás la clave más importante para un análisis profundo de este trabajo sean sus tres primeros planos, una suerte de evento deportivo convertido en carta de ajuste, donde las masas emocionadas enarbolan con pasión los símbolos de sus diferentes países, en una enérgica manifestación de orgullo patrio. Diferentes banderas, pero un mismo gesto, una misma emoción, una misma empatía por aquellos que nos representan como Estado de derecho, como Estado democrático, como formación política a la cual pertenecemos y a cuyas leyes debemos ajustarnos, y más grande es la empatía cuanto más grande es la victoria.
De esta manera, centrando el plano en los espectadores e ignorando el motivo que los ha reunido, aficionados y evento se transforman a nuestros ojos en activistas y acto político. Este escueto punto de partida nos proporciona las ideas adecuadas a partir de las cuales reflexionar el resto de la película, formada fundamentalmente por otros activistas y otros actos políticos.
El montaje, encuadrado en la corriente del Found Footage o «metraje encontrado», ha sido realizado en su mayor parte a partir de material de archivo grabado por los propios activistas con medios no profesionales. En él, las imágenes se suceden, muchas veces confusas y desdibujadas. Este es un aspecto que sin duda sorprende. La apariencia de las imágenes queda relegada a un segundo plano y el contenido de las mismas se impone a su forma, tal y como explicita una de las cinco declaraciones de principios que … (Continua en la zona de Spoiler por falta de espacio)
Si una de las cosas quedó patente en la pasada edición de los Goya, fue el poco atrevimiento que tuvieron en los premios respecto a este documental. Candidata a cuatro Goya (Mejor película, Documental, Dirección Novel y Montaje), finalmente no pasó a la selección final en la que ganó Isabel Coixet. Que uno de los mejores documentales de la década, de apenas una hora de duración, y con el aliciente de ser producción nacional no ya solo no ganase, si no que ni siquiera estuviese en las cuatro finalistas con la importancia que hubiera tenido para su difusión, es hiriente.
Lo primero que llama la atención es su alejamiento formal, donde se huye del convencionalismo para apostar por una forma que potenciará hasta límites insospechados el valor de las imágenes. Estas son grabadas por los manifestantes anticapitalistas durante el desarrollo de tres días de manifestaciones en Génova durante la contracumbre del G-8 en 2001. Con la ayuda de estas imágenes y su apuesta formal, consigue capturar y sumergirnos como pocas veces se había visto en la calle. Terribles y durísimas imágenes se suceden conforme aumenta la intensidad de las cargas policiales, llegando a un nivel que dejaría en pañales el desembarco de Normandía (SASR,Spielberg, 1998), o mismo hace parecer un juego infantil la captura de las chispas callejeras en el admirable La revolución no será televisada (Bartley, 0Briain,2003).
Sin entrar a destripar esta dinamita audiovisual, que provoca profundas reflexiones en muy corto periodo de tiempo, sí que hay algunos puntos que destacaré en spoilers.
Me parece necesario, y mucho más en los tiempos que corren con el nuevo gobierno de Rajoy, que este material circule entre los que creen que hay otra forma de hacer las cosas y cree que tiene claro que la calle nos pertenece. En los Goya no tuvieron el atrevimiento necesario para llevarlo a la final, así que sí queréis saber el motivo solo tenéis que ir a youtube. Como me dijo un amigo, documental no apto para morales pequeño-burguesas
Como conclusión, parece que para uno de los talentos que tenemos en nuestro país que puede competir con lo mejor del documental del más alto nivel, lo enterramos. En nada parece ayudar ver en los créditos a dos colosos como son C.Merker y Godard, apoyar a este enigmático director que se hace llamar Zaván. Así va el país.