Decálogo 4 (TV)
Sinopsis de la película
Desde que su madre murió, Anka ha vivido con su padre, y su relación ha sido siempre más amistosa que paterno-filial. Cuarto de los diez mediometrajes realizados para la televisión por el director Krzysztof Kieslowski y el guionista Krzysztof Piesiewicz, denominados genéricamente Decálogo . Cada uno de ellos se inspira en uno de los Diez Mandamientos.
Detalles de la película
- Titulo Original: Dekalog, cztery - Dekalog 4 (Decalogue Four: Honor Thy Father and Thy Mother)
- Año: 1990
- Duración: 55
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Opinión de la crítica
Película
7.7
100 valoraciones en total
Esta vez Kieslowski ha optado por la más cruda reinterpretación del mandamiento correspondiente, Honrarás a tus padres. Sin embargo, sólo es cruda en cuanto al tema central elegido y los dilemas o conflictos que genera, pero consigue situar su historia en los límites del tabú sin caer en el melodrama y, una vez más, sin juzgar a sus personajes ni sus decisiones.
Otro usuario (davilochi), considera que este episodio posee una alta carga simbólica, asimilando la historia de sus protagonistas con la historia reciente de Polonia. Creo que tiene razón. No obstante, en mi opinión, eso es sólo un aspecto más de este relato, que termina de redondearlo, pero que conserva fuerza e interés si se prescinde de su faceta metafórica. Eso sí, reconozco que las fantasmales apariciones del hombre de la canoa en dos momentos claves del relato y que encierran las claves para su citada interpretación simbólica, logran no sólo ampliar su significado sino dotarlo de mayor misterio y belleza.
En el plano estético volvemos a encontrar una notable fotografía llena de esos pequeños momentos típicos del cine de este autor en los que la imagen condensa los sentimientos o pensamientos de los personajes (por ejemplo, la escena de las velas o las manos del padre jugando dubitativas con los vasos de vodka). La música maravillosa y contenida como en los anteriores capítulos.
El trabajo de los actores es muy bueno, personalmente me quedo con el que interpreta el padre (Janusz Gajos) que participa también con un secundario pero importante papel en la aclamada trilogía del mismo director Azul, Blanco y Rojo, en concreto en Blanco.
Resulta muy difícil analizar este episodio sin revelar partes importantes de la trama, así que resumo la historia en el spoiler, pero antes quisiera destacar que nunca había visto una película en la que se le consiguiese dar tanto significado a un objeto inanimado:
La carta como McGuffin
La carta como catalizador de sentimientos
La carta como oscuro objeto de deseo
La carta como excusa
La carta como figura materna
La carta como mensaje desde el más allá
La carta como lo que es…una carta
La carta como víctima
Kieslowski vuelve al dolor y acercándose al terror de la antítesis de lo que es el valor del cuarto mandamiento dedicado a la familia.
Dejando atrás la poesía del tercer capítulo, Kieslowski se centra más en el lado teatral de los actores que viven en un piso de uno de los potentes bloques comunistas de la capital polaca.
La historia que pretende contar ahora el director polaco es todo lo contrario a lo que pretende narrar el cuarto mandamiento, en vez de proclamar en voz alta el amor hacia el padre y la madre, se plantea el tema al revés, ¿qué pasaría si el que crees tu padre biológico descubres que no lo es?
De ahí surgen una serie de planteamientos de todo tipo, desde los naturales hasta los perversos y enfermizos, Kieslowski plantea el tema de una manera cruda pero real, el deseo carnal, la importancia genética o el amor paternal…una serie de aspectos vitales y decisivos para los personajes de esta historia.
Quizás en este capítulo, el director polaco deje atrás sus ansias poéticas para centrarse más en la interpretación de los actores que se mueven entre lo teatral y real, interpretaciones correctas pero poco reales para el entorno tan realista en el que viven.
El gran director polaco deja atrás el realismo social y político que de una manera u otra siempre está latente en cada uno de sus capítulos y se centra en el alma humana y su deseo carnal, distinguiendo entre el amor carnal y familiar, el planteamiento que nos propone está casi rozando la nausea pero he de decir que es genialmente complicado.
Sin llegar a ser el más apreciado, valoro la gran complejidad del planteamiento del tema y su acertado punto de vista aunque pueda resultar demasiado.
Las críticas que se han vertido sobre esta película por parte de los usuarios son bastante satisfactorias desde mi punto de vista, analizan de un modo convincente el argumento de la película. Sin embargo yo me voy a permitir ir un paso más allá, voy a tratar de aportar una interpretación que escapa a lo que podemos ver en la superficie del film y espero que se me perdone el atrevimiento. Ya lo dijo Stanley Kubrick en su momento, exactamente hace diecinueve años: el cine de Krzysztof Kieslowski tiene la virtud de dramatizar sus ideas más que simplemente contarlas. Esta es la clave que nos ayuda a entender todo lo que gira en torno a su obra y es lo que a mí me ha hecho posible permitirme el atrevimiento de precisamente eso: ir más allá.
En este caso como decía el hilo el argumento salta a la vista y su contenido relacionado con la tragedia de Edipo ha sido bien apuntado por el compañero Lupo. No obstante es evidente que hay un trasfondo político-social que no salta a la vista con facilidad pero que está ahí. Memorable es el momento en que ese inquietante personaje a la que en Decálogo 1 (ver crítica para más información) catalogué como representación de Polonia misma y que sirve como hilo de unión a toda la serie. En este caso, como decía, memorable el momento del cruce del Vístula en canoa por parte de esta presencia casi angélica, tan enigmática, que sostiene la mirada con Anka (la protagonista) por un momento de una pureza e intensidad casi inigualable en la historia del cine. Hay que contextualizar una vez más el momento en que está realizado el film. En concreto este es el último en salir a la luz de toda la serie, razón de más para añadir la profundidad que subyace en el film. El cruce del río por esta Polonia representada en este hombre encontraría su paralelismo con el cruce del mar Rojo por parte de Moíses, de hecho creo que es una clara alegoría de este momento (no tendría nada de extraño dada la formación intelectual del director en el seno de la Iglesia Católica) identificado con la superación de una barrera. El agua es al mismo tiempo símbolo de purificación espiritual, de olvido del pasado ( nunca te bañarás dos veces en el mismo río , porque la corriente no cesa). Todo esto está en relación con el momento de transición que vive el pueblo polaco allá por el año 90: el futuro se presenta incierto, al igual que para Moíses, que aún permanecería durante décadas vagando por el desierto con su pueblo hasta alcanzar la tierra prometida. De ahí que esa Polonia alegórica cargue en todo momento con la barca (de hecho en el mismo final aparece el enigmático personaje cargando con ésta), porque aunque parezca que se ha dado un paso adelante el trágico camino histórico recorrido por ésta hace pensar en que pueda llegar a ser necesario afrontar el cruce de las aguas una y otra vez (es mejor prevenir que curar, algo muy propio también del pesimismo del director).
Kieslowski hiperboliza lo terrenal de nuestra sociedad a través de esa tormentosa relación entre una hija y un padre separados y, a la vez, ligados por una carta escrita por la madre de ella antes de morir. En este cuarto capítulo, en consonancia con la temática del mismo, se ahonda en esa relación entre padre e hija.
Tomando ese eje por referencia, Kieslowski realiza aquí una historia muy personal en la que, en el fondo, se relata una trágica historia de amor detonada por una misteriosa carta. Un amor que existe entre dos personas que aún queriéndose, deseándose y amándose, en el sentido carnal del término, deciden no romper con los convencionalismos de nuestra sociedad, esos que derivan del cuarto mandamiento, relatado aquí, como no podía ser de otra manera, con gran maestría por parte del cineasta polaco. Es, al tiempo, lasciva, sentimental y tremendamente melancólica.
El epígrafe Honrarás a tu padre y a tu madre sirve a la película para adentrarse en las relaciones paternofiliales.
Como en la segunda de la serie, se maneja el supuesto de que el verdadero padre no sea el legal sino un tercero.
La hija tiene ya unos veinte años y vive con su padre, aún relativamente joven, en el bloque de apartamentos. Descubre, se supone que accidentalmente, una carta póstuma de la madre, muerta muchos años atrás, casi tantos como veinte. La carta podría tener revelaciones de importancia suprema, pero antes de abrirla la joven proyecta sobre el contenido fantasías íntimas y trata de que esas fantasías se conviertan en realidad.
En ese margen conjetural se despliega una situación de tragedia griega, Edipo y Electra fuertemente evocados. La cuestión genética es ahí decisiva y, por lo mismo, lo es también la enigmática carta testamentaria, cuyo mensaje oculto proyecta a la película hasta un campo emocional insólito, con enorme intensidad, y hace que permanezca entera en vilo.