Death Game (Las sádicas)
Sinopsis de la película
Un hombre de negocios, aprovechando que su familia está en una fiesta de cumpleaños, decide elegir a dos mujeres jóvenes y llevarlas a su casa para disfrutar con ellas. Pero no imagina la clase de mujeres que son…
Detalles de la película
- Titulo Original: Death Game
- Año: 1977
- Duración: 91
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Opinión de la crítica
Película
5.2
92 valoraciones en total
Mucho más conocida por su título original que por el poco sutil epíteto con el que sería distribuida en España, en Las Sádicas Seymour Cassel interpreta a George Manning, quien es presentado como un padre familiar de referencia con una vida cómoda y anhelada por cualquier americano medio. Todo cambia cuando su mujer e hijas abandonan por unos días su idílico hogar en la San Francisco de los años 70, justo cuando celebra su 40 cumpleaños. En una noche de tormenta recibe la visita de dos jóvenes aparentemente entrañables, que necesitan un refugio momentáneo en tal desapacible nocturnidad. Comenzará entonces una cruenta pesadilla para nuestro protagonista, cuando se vea primeramente seducido y acaramelado por las dos bellas adolescentes que pronto se descubrirán como unas temibles y alocadas lolitas, bajo los hechizantes cuerpos de Sondra Locke y Colleen Camp. La película guarda hoy en día un sello de culto realmente merecido, apostando por una atmósfera mórbida y enfermiza que se irá enrareciendo progresivamente. Realmente es este el elemento que la categorizará, con un calado visual que juega permanentemente con las sombras y los efectos lumínicos en la penumbra, componiendo un delirio de encantadora sordidez.
Las Sádicas es ante todo una película que se ejecuta con honestidad hacia su época, se realiza bajo las maneras artesanales y feístas de ese horror espontáneo y práctico como el de algunos de los títulos clave del underground de los 70, como pudieron ser La Matanza de Texas de Hooper o La última casa a la izquierda de Craven, con esta se emparenta además en el uso de la música de corte hippie de inapropiada jovialidad, a su modo (y como ocurría en aquella) un chocante modo de dotar personalidad a una película raruna ya en su concepción. Señalemos pues un fuera de tono formal, que incluso llegará a ser desagradable, pero que alcanza unas cotas de increíble realismo en unas maneras de crear terror de manera directa, con nervio, y lejanas a todo tipo de efectismos artificiales. Así, el director se ve capaz de mostrar una escena de sexo entre el trío de interpretes de manera deleitosa, sin caer en la gratuidad y en una secuencia rica en matices, hasta proseguir la trama de la película donde elementos como la perversión, la sumisión o la más pura perfidia se transmiten con garra y una naturalidad temible. Gran parte de culpa del acierto de la película es el enorme trabajo de las femme fatales interpretadas por las ya mentadas Sondra Locke (futura musa de Eastwood) y Colleen Camp , capaces de comerse la película en base de conjugar con frialdad y temible credibilidad esa mezcla tan explotada en la película como es la inocencia plagada de una interior malignidad. Ambas, adorables y escalofriantes al mismo tiempo, ven aprovechado su físico sin caer en lo habitualmente fútil de las sexploitation complementándose además a la hora de crear una dupla icónica y pesadillesca. La película también será fruto de su época por el ataque moral que realiza en base al personaje de George Manning, a su modo retrato del americano medio al que pone en tela de juicio por haber caído a la dulce tentación de aprovecharse de la fragilidad de ambas féminas, también se podrían destacar algunas transposiciones sociales de la América de los 70, dañada aún por los estragos de la Guerra del Vietnam y por la explosión de las libertades del mundo hippie y derivados, en la figura de esas dos liberales y alocadas jovencitas que parecen extraídas del alocado harén de Charles Manson y su Familia.
Las Sádicas es una película degenerada en esencia, onírica en aspecto, pero que guarda para sí muchas de las encantadoras disonancias que hicieron del horror underground de los 70 tan característico e inmortal. Como aquel, el film de Peter S. Traynor es bullicioso y turbado en exceso, algo que hará olvidar algunas de sus pequeñas taras.
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