Cuerda de presos
Sinopsis de la película
En 1890, una pareja de la Guardia Civil tiene que trasladar a un peligroso criminal desde el pueblo leonés en que ha sido capturado hasta Vitoria, donde lo van a juzgar. El camino ha de hacerse a pie, a través de un terreno áspero y abrupto.
Detalles de la película
- Titulo Original: Cuerda de presos
- Año: 1956
- Duración: 87
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Opinión de la crítica
Película
6.5
55 valoraciones en total
Sin lugar a dudas, la mejor película del posterior y gradualmente impersonal, gris y mediocre Lazaga. Cuerda de presos está basada en una novela de Tomás Salvador y cuenta la historia de una pareja de la guardia civil que debe trasladar a un peligroso criminal desde un pueblo leonés dónde ha sido arrestado hasta Vitoria, a pie y a través de todo tipo de terrenos. La acción se ubica en 1890. Una gran película, que de no ser por sus inevitablemente moralizantes y felices diez minutos finales sería una obra maestra sin discusión. Mezcla la road movie a pie con las claves del western haciendo un uso formidable del paisaje y del paisanajes, así como de la fotografía del maestro Manuel Berenguer. Producida por Santos Alcocer se trata de un clásico del cine español y de un film ejemplarmente estético, con inolvidables momentos de aspereza, fuerza y contenido. Impresionante interpretación de Fernando Sancho como el criminal sacamantecas y espléndido trabajo del resto del reparto.
Una obra todavía hoy muy poco vista cuando es una de las cumbres del cine español de los 50. Guión del propio Lazaga y una pena que no pretendiera seguir el camino aquí emprendido: me parece que tanto fue culpa de él como ajena (ésta creo que fue su cuarta película).
Excelente película rodada en España a mediados del pasado siglo XX que a estas alturas, incomprensiblemente, ha quedado casi olvidada por el público y por la crítica.
Su fuerza radica en la magnífica caracterización psicológica de los personajes, en su fuerza narrativa, en una plasticidad extraordinaria favorecida por el blanco y negro y en los resortes de una cámara cómplice que con inusual destreza acentúa el dramatismo que la historia posee en sí misma.
Dígase también que casi los últimos diez minutos se dedican a esbozar la moralina acostumbrada (era el signo de aquel tiempo) y esa parte desmerece del resto.
Pero en su conjunto la película ofrece mucho, lo hace con naturalidad y proporciona ese punto de regusto con que siempre apetece levantarse de la butaca.
Sin duda una de las películas más interesantes del prolífico e irregular Pedro Lazaga que tras el fracaso comercial, por distintas circunstancias de este film, decidió abandonar el cine de calidad y autor para pasarse a un cine comercial y rutinario. A partir de entonces se convirtió en un director de encargo, De otra forma me hubiera muerto de hambre, afirmaba el propio cineasta. Y es que en la vida hay quien cree en sus principios y hay quien los abandona porque desconfía de ellos. Como decía Grouxo Marx: Estos son mis principios, pero si no les gusta, tengo otros. Pese a lo interesante del film, tampoco me parece una obra maestra, en mi opinión, le falta espesor dramático y una mayor profundización en los caracteres de los personajes que están trazados en pocas pinceladas insuficientes para dibujarlos completamente. Se trata de un guión insulso donde sus dos protagonistas no terminan de enterarse de que trasladan a un peligroso criminal.
Según aparece en Wikipedia: Juan Díaz de Garayo Ruiz de Argandoña, el Zurrumbón más conocido como El Sacamantecas de Vitoria, fue un violador y asesino en serie español que vivió y asesinó en Vitoria, en el siglo XIX. El personaje interpretado por Fernando Sancho me parece pobre e insustancial, pues apenas se nos cuenta nada sobre sus fechorías y los motivos que le impulsaron a ello. En cambio me parece mucho más interesantes los personajes encarnados por Germán Cobos, joven e inexperto y Antonio Prieto, veterano y un tanto filósofo que recita las enseñanzas de su abuelo. Un claro tributo a los miembros de la Benemérita en general, por su abnegada labor, su capacidad de sacrificio, su responsabilidad, su sentimiento del deber y su humanidad, acentuada por la época en que se filma la película. Expresando una imagen más cercana y popular que militarista.
Un film modesto e insólito por la forma en que está relatado, de interesantes estéticas visuales, entre un western rural y la ruta itinerante por caminos, diligencia y tren, de convivencia y experiencias mutuas, durante la escolta a un detenido para ser juzgado. Donde destaca sus excelentes exteriores naturales, no es casualidad que esté producido y fotografiado por el maestro Manuel Berenguer. La película, situada en 1880 y basada en una novela de Tomás Salvador, se estructura sobre la base de una anécdota argumental mínima, consistente en las peripecias en que se ven envueltos dos guardia civiles en el trayecto que tienen que recorrer para trasladar a un preso desde un pueblo de León hasta Vitoria para entregarlo a la justicia. Lo mejor de la película es el tratamiento del paisaje y que ponía de manifiesto sus planeamientos de lo que habría de ser un cine telúrico de acuerdo con las enseñanzas de Carlos Serrano de Osma, responsable intelectual de la creación de la antigua Escuela Oficial de Cine. De quien Lazaga fue discípulo, guionista y ayudante de dirección.
Interesante cinta hecha al ensalzamiento del cuerpo de la Guardia Civil. Quizá su visionado hoy en día nos deje un regusto un tanto simplón y ñoño, pero hay que tener en cuenta el año en que fue filmada. A pesar de todo se deja ver y casi es obligado el hacerlo como curiosidad del cine que se hacía en España en la década de los 50.
Los personajes a pesar del metraje tan corto están muy bien definidos, e incluso los actores secundarios que paulatinamente van apareciendo nos van informando poco a poco como era la españa rural y profunda de finales del siglo XIX.
Es curioso el paralelismo entre Antonio y Silvestre (los guardias civiles protagonistas) con la pareja más famosa de la literatura española y quizá mundial: Don Quijote y Sancho. Antonio, el guardia veterano con demasiados años de servicio, cansado y agotado física y mentalmente ansía dejar el Cuerpo y volver con su familia. Enfrente, Silvestre. El guardia bisoño y emprendedor, desconocedor de las penurias del servicio que intenta aprender, el difícil oficio de Guardia Civil.
Este binomio será la excusa perfecta para que Antonio/Quijote vaya enseñando a Silvestre/Sancho en qué consiste el servicio propiamente dicho dentro de la Guardia Civil además de otras enseñanzas propias de la vida misma, a base de múlltiples referencias con refranes de por medio que le inculcó su abuelo. Los dos hombres acabarán aprendiendo cada uno del otro. E incluso el propio preso al que trasladan acabará siendo influenciado por la filosofía sencilla de unos hombres de lo más sencillos.
Impresionante la fotografía de unos valles nevados que podremos a lo largo de la cinta en el largo peregrinaje del trio protagonista desde León a Vitoria a los que el blanco y negro desgraciadamente no deje ver en todo su esplendor.
Año 1879, dos guardia civiles, Serapio Pedroso Buján (Antonio Prieto) y Silvestre Abuín Corvino (Germán Cobos), el uno de la vieja escuela (todavía mide las distancias por leguas cuando hace 20 años que se implanto en la Benemérita el sistema métrico) y el otro un novato recién salido de la academia, reciben el encargo de trasladar en una conducción, a pie y sin relevos (por orden del gobernador) a un peligroso delincuente, Juan Díaz de Garayo y Argandoña alias El Zurrumbón (Fernando Sancho), desde la leonesa Murias de Paredes, hasta Vitoria, donde deberán entregarlo al juez.
Fiel adaptación de la novela escrita por Tomas Salvador que gano el Premio Nacional de literatura y el Premio Ciudad de Barcelona en 1954, nos encontramos ante un magnifico western rural, narrada en clave costumbrista, en la que asistimos por un lado, a la relación que establecen los tres personajes, primero al mostrarnos a los guardia civiles medianamente confiados al no saber la identidad del preso al que trasladan y luego la consternación y la carga de responsabilidad al enterarse durante una parada en un pueblo que este era nada más y nada menos que el terrible asesino de mujeres y niñas conocido como El Sacamantecas (famoso y temido criminal, llamado realmente Juan Díaz de Garayo y Argandoña, el cual quedo para la imaginería popular como El Coco o El hombre del saco, que entre 1870 y 1879 cometió 8 muertes confirmadas, no siendo superior el numero de víctimas debido a que aunque era un verdadero bestia, debido a su torpeza se le escaparon vivas bastantes mujeres), por otro lado, un magnifico retrato de la España negra de la época, a través de las historias personales de los personajes con los que se van cruzando a lo largo del camino y por último a los magníficamente fotografiados parajes y pueblos (debido a lo largo y farragoso que sería enumerarlos todos, dejo el enlace IMDB, en el que los puedes ver si tienes curiosidad: http://www.imdb.com/title/tt0047965/locations) por lo que van pasando hasta llegar a Pancorbo (Burgos), desde donde hacen el último trayecto hasta Vitoria en tren.
Aunque Antonio Prieto y Germán Cobos, en el papel de los dos guardia civiles realizan un muy buen trabajo, la verdadera estrella de la función es la composición que de El Sacamantecas realiza Fernando Sancho (acojonante la mirada cuasi expresionista con la que Pedro Lazaga nos muestra los efectos que causa en el asesino las risas de unas mujeres durante las fiestas de un pueblo, que oye desde un granero en el que está encerrado debido a un alto en el camino y la dureza y bestialidad que desprende al verle afeitarse en seco con la llama de una vela).
Absolutamente recomendable.