Cruce de caminos
Sinopsis de la película
Luke (Ryan Gosling), un motorista que trabaja como especialista en un espectáculo viajando de una ciudad a otra, se reencuentra con una antigua y breve novia, Romina (Eva Mendes), y descubre que recientemente ella ha tenido un hijo de él, Jason. Decide entonces dejar la carretera, establecerse y trabajar de mecánico, intentar recuperar el cariño de Romina y poder cuidar de su hijo. Pero ante la falta de dinero Luke sólo ve una salida: su jefe Robin (Ben Mendelsohn) le propone robar bancos aprovechando lo hábil que es con su motocicleta.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Place Beyond the Pines
- Año: 2012
- Duración: 135
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Opinión de la crítica
6.5
94 valoraciones en total
Casi como en esa innovadora primera sección en Psycho de Hitchcock, la pluma de Cianfrance -y el otro par de escritores de este guión- nos seduce detallando los porqués en la forma de actuar y decisiones de la figura protagonista anitheróica en The Place Beyond The Pines sólo para arrebatárnosla cuando menos lo esperamos y sustituirla en sus otros 2 tramos por otras con las que en ningún momento conseguimos identificarnos del todo. Este primer acto es el mejor de todos, y sienta las bases del embrollo metafísico que vendrá, no obstante que en él todo ocurre de manera más que apresurada y por momentos inverosímil: Ryan Gosling va del mejor motociclista del mundo repitiendo por momentos el papel oscuro, rebelde sin causa a la James Dean que interpretara en Drive y que se hace justicia por su propia mano cuando ve que no hay otra forma de librarse de sus cuitas teniendo en su contra un destino aciago. Es una gran primera parte, como James Franco dijera en su reseña de esta misma película en el Hufftington Post: I want to make love to this section .
La cinta comienza con fuerza, unos planos detalle de un Ryan Gosling, que llena la pantalla con su sola presencia, desvelan ciertas maneras de la fuerte personalidad del protagonista. El primer plano secuencia ya nos deja muy buenas sensaciones, un travelling de seguimiento que nos muestra el avance tranquilo de un conductor de atracciones de riesgo. En el momento en el que el ídolo se encuentra con la moto, ambos se unen en un mismo sujeto y no se separaran a lo largo de toda la historia, la primera de las tres diferentes historias que componen la cinta, y en mi opinión, la mejor. Pero éste es sólo el principio de un ejercicio estético de fotografía deslumbrante a cargo de Sean Bobbitt. Por su parte, Gosling está alcanzando un nivel interpretativo asombroso, destacaré, sin querer hacer comparaciones odiosas, que esa forma de comerse la pantalla con una sola mirada, esa compenetración mágica que hay entre actor y cámara, unido a la forma tan característica de hablar, me recuerdan mucho a cierto genio que conquistó la gran pantalla en los años 40.
Un artista circense, rebelde y mujeriego, se entera de que ha sido padre. De inmediato, decide cambiar de vida y aceptar la responsabilidad de la paternidad. El problema es que educar a un niño, requiere de unos ingresos económicos de los que no dispone en ese momento, así que con la ayuda de un antiguo atracador que conoce en un lugar más allá de los pinos, comenzará a asaltar bancos para ganar algo de fácil y rápido dinero.
Y así entramos en la segunda historia, la del policía que le persigue, (Bradley Cooper), un joven, novato en el cuerpo, que se ve de repente convertido en héroe local gracias a una pequeña tergiversación de lo sucedido en un arresto. Su nuevo estatus de Súper Poli llama la atención de un grupo de agentes corruptos que deciden incluirlo en su círculo. Es el propio cabecilla de esta banda, (Ray Liota), quien logra sacar lo mejor de esta segunda parte. Una actuación brillante de todo un veterano, tanto dentro como fuera de la historia, que conseguirá atemorizar a su compañero de tal manera que a éste no le quede otra salida que la de romper el código de honor tras una huida a toda prisa, en un lugar más allá de los pinos.
La tercera y última parte nos muestra el final de un ciclo y el comienzo de otro. Un final para atar cabos, para buscar respuestas a muchas preguntas que nos habrán surgido durante las casi 2 horas y media de película. El karma vendrá a rendir cuentas en este último acto, un final a la altura del magnífico comienzo y que cerrará por completo una puerta, dejando siempre una ventana abierta. En un lugar más allá de los pinos.
El director Derek Cianfrance, consigue reafirmar su original y personal estilo, imprimiendo a la cinta una carga emocional considerable y disimulando de forma más que adecuada los errores o desaciertos que la misma pueda tener.
Esta cinta promete mucho pero entrega poco. Hay un exceso de metraje (¿para qué dos horas veinte minutos?) y un exceso de fatalismo y negatividad y fingimiento que en poco ayudan al cabal desarrollo de la trama, que se acaba perdiendo en un derrotismo obsesivo que refuta los hallazgos visuales y narrativos que hemos ido disfrutando a lo largo del planteamiento.
Hay muchas ideas y muchos personajes interesantes, quizás demasiados, por lo que agota comprobar la siguiente pirueta fatalista que se ha ideado el guión. Porque los personajes no tienen libertad, sino que interpretan un drama abocado al desastre, más allá de lo que se propongan o de lo que dispongan, porque el desenlace está preestablecido desde el comienzo por lo que nada de lo que ocurre es porque sí, sino parte de un complejo entramado de congojas y lloros que asolan a sus protagonistas más allá de su quehacer y sus deseos.
Lo peor es querer cerrar como tragedia iniciática, como cinta de aprendizaje adolescente lo que comenzó como historia de aventuras y desventuras al hilo de una paternidad inesperada, pero al desplazar el desenlace (tan fatuo como falso) a quince años más delante de lo que nos han venido contando, intuimos que todo ha sido una excusa para demostrar la tesis inicial con ínfulas de tragedia que se queda en mero telefilm de sobremesa.
Ni los buenos actores, ni la excelente factura general, ni ciertos quiebros narrativos logrados, ni el aire a pretenciosa ampulosidad consiguen convencer del todo – pero tampoco nos dejan desasistidos. Nos quedamos como espectadores a medio camino, algo decepcionados por lo que pudo ser y no es (algo bastante mejor, desde luego), pero tampoco del todo insatisfechos con lo que hay (un atractivo producto entre lo comercial y lo alternativo), pero… quedan demasiados peros al desenlace y cierto tufillo a engañabobos que acaba impregnándolo todo.
El sistema de historias cruzadas pero lineales en el tiempo no está tan visto, es el oscuro destino y el retrato familiar quien mueve esta película bien escrita aunque con resultado difuso, con unas intenciones sin saber bien si se han culminado, promueve una vida seca con imágenes de personajes estimulantes, los obliga a adaptarse y a transformarse en una ciudad de mierda, pero no llega a rodar esas secuencias espirituales, se aleja del tufo a vulgar pero tampoco tiene la esencia del camino del humano, las gafas, la moto, la medalla, la profesión, el héroe y el villano, dinero sucio y manchado, querer ganarse la vida, querer ser limpio, promueve un viaje pero no parece encontrar el modo de terminar de cruzarlos… no le hables de mí es lo más acertado de la película sin dudas.
Espectacular casting para un trabajo de conciencia y formalidades, la psicología del trauma tiene consecuencias y los elementos morales buscan conectar entre generaciones, lo primero se consigue fácil, lo segundo era muy difícil, medir el peso de la vida a través de los hijos era una salida complicada, los jóvenes se expresan y juegan en una tercera parte que supera, con mucho, a todas las de instituto, pero buscaba un delicado equilibrio con las otras dos partes que apenas existe, lo dicho, era un trabajo complejo y al menos queda una narrativa a modo de novela que remueve en el carácter y la educación, que se refugia en una perdición anticipada, pero que no termina de decidirse entre la provocación o el razonamiento, entre el golpe o la caricia, yo, en toda esa indecisión, pregunto, acaso tú sabrías decirme quién es el bueno, y quién es el malo?…
Hace tres años, un desconocido cineasta norteamericano, Derek Cianfrance, se colocó automáticamente en el mapa de autores a seguir por todo buen aficionado al cine con su destacada opera prima, la estupenda Blue valentine , la cual, por culpa de la incompetencia y el mal criterio de cierto sector de la distribución, se estrenó con considerable retraso en España.
Si en aquella ocasión la disgregación de un joven matrimonio era la base de su argumento, en la mejor tradición del cine indie made in USA , Cianfrance aborda ahora una historia igualmente atractiva que nos hace conocer a Luke (el siempre magnífico Ryan Gosling, ganando puntos a base de talento y trabajo para considerarlo pronto el mejor actor de su generación, si no lo es ya), un motorista que trabaja como especialista viajando de una ciudad a otra, y que al comienzo de la película trata de ponerse en contacto con su antigua pareja y darse juntos una segunda oportunidad, descubriendo que tiene una nueva relación y que recientemente ha tenido un hijo que es suyo.
Pero esto tan sólo es el comienzo. La película sabe convertir este inicio de drama familiar en un thriller policiaco donde tienen cabida atracos a entidades bancarias, evidencia de corrupción policial y cine de temática adolescente, con la historia de la amistad de dos chicos que tendrá repercusiones en el futuro, y enlaza a su vez con el pasado del resto de los personajes principales.
Con Cruce de caminos (tópico, sobado y convencional título español) Cianfrance vuelve a idear y filmar una película relevante, que además del mencionado gran atractivo de la historia que narra, ofrece valores cinematográficos para llevarla a cabo, como el impecable tono, la más que solvente factura (Cianfrance demuestra su dominio de la cámara en secuencias como la de la persecucion policial tras el atraco), interpretaciones destacadas (tan solo desentona algo Eva Mendes, quizá) y una mirada desencantada a la sociedad contemporánea. Magnífica y muy recomendable propuesta.