Coyote Lake
Ester y su madre trabajan en un pequeño hotel a pie de carretera cerca de la frontera entre México y los Estados Unidos. Una noche se registran dos huéspedes que comienzan a amenazar a todo el mundo que allí se hospeda. Sin embargo, ignoran que ambas mujeres esconden un secreto que demostrará que, en realidad, ellas son las personas más peligrosas del lugar.
A veces no se sabe por qué una película sale a la luz, cuando es poco lo que tiene que ofrecer. No comprendes qué ha motivado a sus autores para ilusionarse por ese proyecto y financiarlo. En este caso, quizá promocionar a Camila Mendes como actriz dramática, tras hacerse famosa por la serie juvenil Riverdale. Aquí aparece desprovista de glamour, en una historia de malos y peores donde es difícil empatizar con alguien.
En este rincón de la frontera entre México y Estados Unidos, la vida vale poco y en un ambiente sórdido, casi de caricatura, los muertos se van acumulando en el fondo de un lago. En su escasa originalidad, toma cosas prestadas del clásico japonés Onibaba y de muchas películas de secuestradores en las que alguna víctima acaba con el síndrome de Estocolmo.
Lo mejor, esa madre brutal y posesiva, interpretada por Adriana Barraza. Lo peor, que hay mucho muerto y ninguna sorpresa.