Cowspiracy: The Sustainability Secret
Sinopsis de la película
Las organizaciones ecologistas más importantes a nivel mundial están fracasando al encarar la fuerza destructiva más grande a la que se enfrenta hoy nuestro planeta. El documental sigue el estremecedor viaje, no exento de humor, de un esperanzado ecologista en su atrevida búsqueda de una auténtica solución para los problemas medioambientales más urgentes y del verdadero camino a la sostenibilidad.
Detalles de la película
- Titulo Original: Cowspiracy: The Sustainability Secret
- Año: 2014
- Duración: 91
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Opinión de la crítica
Película
7.5
72 valoraciones en total
No era tan difícil, no hacía falta ser un genio para verlo, ni un visionario para darse cuenta de que algo anda mal, la verdad siempre estuvo ahí, delante de nosotros, no habría costado nada pensar, que toda la carne que comemos debe de ser criada en algún lugar, debe ser alimentada con algo, debe de producir desechos, de verdad que no era tan difícil pero nadie lo comenta, nadie habla de ello y la mayoría de nosotros no nos habíamos parado a pensarlo.
El trailer quizás engañe un poco, puede que esperes un documental de acción donde el director se mete en granjas para grabar imágenes inéditas, en el que todo el tiempo está recibiendo amenazas para que deje de hacer lo que está haciendo, no es así, aunque si que es cierto que el camino que sigue está plagado de dificultades, que parece que nadie quiere hablar del tema y que solo unos pocos valientes se atreven a contar su historia. Se puede ver cómo de difícil es abordar esta idea con los expertos, para luego encontrarte con una pared.
El documental, para mi gusto, peca de tener un discurso demasiado largo, los diálogos casi no paran en toda la cinta y a veces se echan de menos imagenes silentes que cuenten más que mil palabras, pero claro, el director necesita mostrarnos la envergadura de esta historia y para ello debe de mostrarnos muchas estadísticas que deben ser explicadas y muchas opiniones que deben ser escuchadas.
Duele ver cómo quedan en entredicho personas que en otra situación habrías admirado por hablar abierta y críticamente sobre contaminación, deforestación y extinción de especies, además se trata de activistas que luchan por la protección del planeta, pero ahora no es lo mismo, ¿Por qué tanta actividad contra el aceite de Palma si resulta que la ganadería produce trece veces más deforestación? ¿Por qué me insisten tanto en ahorrar agua, si para traer una hamburguesa hasta mí se han gastado 800 litros? Lo peor es que no están desinformados, y se quedan en blanco cuando les preguntan por ello porque no se lo esperan, luchan por evitar el tema, se van por las ramas, se sienten incómodos, es doloroso, de verdad.
Habría estado bien que el director profundizara más en las relaciones entre las ONGs y las empresas ganaderas, pero quizás ello habría desviado el tema del verdadero foco de atención, que es que el planeta se va a pique, ya no se trata de quien o qué tiene la culpa, sino de cual es el quid de la cuestión.
El documental necesariamente te va a gustar, puede que haya cifras que se puedan tomar con escepticismo porque se trata de números astronómicos, tamaño XXL a la medida del planeta, pero finalmente se te queda buen sabor de boca (es un decir, en realidad acabas preocupado). El director no pretende aberrar, ni aterrorizar a la gente, sino concienciar y sensibilizar, sin duda, no se anda con medias tintas, te manda una solución para acabar con el problema de raíz, nada de reducir, nada de mejorar, somos demasiada gente para seguir con estos hábitos, luego no digas que no lo sabías. La grabación se termina, y a partir de ahí, lo que quieras hacer o no es responsabilidad tuya.
A veces, muchas veces, se nos olvida que un documental es un producto del que se espera obtener un beneficio y pensamos que es una creación pura e impoluta, de credibilidad absoluta. Pues no es así. El director y el resto del equipo tienen que comer y utilizan recursos para mover las emociones: intriga, oscuros personajes que conspiran, información poco contrastada, veladas sugerencias y, por supuesto, el reclamo de las lágrimas. Estos ingredientes no son exclusivos de Cowspiracy, sino prácticamente de todo el género documental.
Dicho esto, lo más llamativo es que se acusa de supuestos de gravedad a grandes organizaciones ecologistas como Greenpeace o Sierra Club: no alertan del problema que supone la ganadería intensiva porque tienen miedo de perder sus fondos (fondos que probablemente provengan incluso de la industria cárnica). Estas asociaciones, claro, dicen que eso es falso, y que sus declaraciones han sido manipuladas para encajar en la agenda del director. En Greenpeace incluso abrieron un blog sobre el tema.
Total, que estamos como siempre, ¿Quién dice la verdad? Al menos en algo están de acuerdo: la ganadería intensiva es un grave problema medioambiental y hay que hacerle frente, además, el veganismo es una buena manera de tomar partido. Y aquí está lo chocante para mí: ¿Alguien ha oído, entre las muchas campañas de Greenpeace, alguna que aliente a dejar de comer productos animales o que acaso hable de la sobreexplotación y sobrepoblación de animales de granja? Igual ahora hacen una, pero ¿de hace años a esta parte? Yo nunca. De repente, admiten que es un problema serio, pero antes ni tocarlo. Y otra cosa que te deja con la mosca tras la oreja: ¿Por qué reaccionan tal mal los trabajadores de esas asociaciones ecologistas cuando se les pregunta por qué no atacan frontalmente en asunto de la ganadería intensiva? Se los ve tensos, sin palabras, echando balones fuera… Son directores ejecutivos los que hablan, no becarios de la planta sótano. ¿De verdad su única respuesta es la de la infanta Cristina cuando le preguntan por lo de su marido?
Revelador documental, lleno de información, sugerente, atractiva y verídica ya que muchos de los datos están en la red. Un documental muy personal, cerca de la primera persona, un poco salido de madre, acongojante para el autor, ¿es cierto? No lo sé, sólo soy un espectador, lo creo a medias.
Lo que sí es verdad, es que los pedos de todas las vacas mundiales en granjas para el consumo, contaminan más que todos los coches del mundo.
El documental es sincero, aporta información, después testigos de un bando u otro, por supuesto, los del bando bueno son los que hablan bien y hablan demasiado, los malos hablan poco y quedan avergonzados, aunque hay afirmaciones interesantes y únicas por parte de los malos que confieren poderío a la idea central del autor.
La solución es bastante infantil, pero se acerca a una posible realidad, una realidad que por supuesto ningún carnívoro aceptará, y más en una sociedad de consumismo. Pero hay una pregunta interesante, ¿por qué en EE.UU. es barata la carne y en cambio en Japón es un placer?
Qué habitual es valorar o puntuar un documental no por su calidad, sino en función de lo mucho o poco que comparta el espectador el punto de vista que en él se sostiene. Es natural que exista un sesgo de este tipo y que la afinidad ideológica no pueda eliminarse jamás por completo. Ahora bien, un documental es, como su definición indica, una obra en la que se prueba la verdad o falsedad de algo con documentos, y cuyo fin es instruir e informar sobre un determinado asunto. Por tanto, la calidad de una obra de este tipo –dejando de lado méritos estéticos- está determinada por la fiabilidad de los datos y pruebas que se aporten para sostener su tesis, así como por la honestidad del autor a la hora de informar y no ocultar al espectador los puntos de vista discrepantes. ¿Cumple Cowspiracy estas condiciones?
1. La tesis de la película es que la ganadería no es rentable, y para demostrarlo menciona una y otra vez cuántos kilos de alimento obtenemos los humanos de cada animal. Es decir, se omite deliberadamente que las reses no sirven SÓLO para comer, sino que de ellas extraemos decenas de productos diferentes, desde productos textiles a medicinas, combustibles, plásticos, cosméticos, etc. Esto se estudia en 1º de Ciencias Naturales. ¿Es rentable el coste de la ganadería frente a sus beneficios? Tal vez sí, tal vez no, pero es imposible saberlo cuando nos toman por tontos y pretenden reducir una vaca a un mero montón de carne para hamburguesas.
2. ¿A quién se entrevista en Cowspiracy? A tres tipos de personas: trabajadores de organizaciones ecologistas, ganaderos y militantes veganos. No desdeño el valor de algunos testimonios, pero a cualquiera deberían saltarle todas las alarmas cuando no figura un solo científico sin intereses en ninguno de los tres campos, jamás se nos presenta a alguien imparcial, sino a una serie de personas cuyo propósito es casi siempre arrimar el ascua a su sardina, una peli de vaqueros con buenos muy buenos y malos muy malos.
3. Cowspiracy empieza mostrando datos y razones meramente científicas, pero en su recta final sólo apela a nuestros sentimientos. Si el planteamiento es que la ganadería es científicamente insostenible, están de más las imágenes de sacrificios de animales o el contenido moralizante mediante el que se nos explica que el veganismo es éticamente deseable. No se me malinterprete: considero lícito usar esos materiales en otro tipo de documental (véase La sangre de las bestias , de Franju), pero es deshonesto introducirlos de tapadillo en una obra que se presenta como un alegato racional, pero que termina recurriendo a la lágrima fácil para nublar nuestro juicio.
4. Un buen documental es aquel que presenta una serie de datos y estudios, y permite que el espectador saque sus propias conclusiones. Es legítimo que en él se planteen soluciones al problema abordado, pero no lo es presentar una sola, precisamente aquella que coincide con la filosofía vital de su autor. Plantear un escenario apocalíptico para, a renglón seguido, afirmar que sólo cabe dejar de comer carne y lácteos, es jugar sucio. Si lo que se busca es defender un modo de vida (vegano), nada tengo que objetar, pero es algo que debe advertirse desde el principio. Además, tengamos presente que el pifostio ecológico y humano del que Cowspiracy nos alerta no es nuevo: Malthus predijo hace más de dos siglos que nuestra producción de alimentos y bienes jamás crecería a la misma velocidad que la demografía, y que en un breve plazo el mundo se hundiría en la miseria. Por supuesto, sabemos que tal cosa no ocurrió, y que los avances tecnológicos en la agricultura y la ganadería fueron la causa –y no la reducción o supresión del consumo de determinados alimentos.
5. Animo a que el espectador busque informes de fuentes fiables y contraste las afirmaciones que se hacen en la película. En ella hay datos manipulados –no todos, desde luego-, y siempre se escoge la fuente que mejor favorece las opiniones del autor. Por ejemplo, la afirmación de que la mitad de la superficie del planeta está dedicada a la ganadería es falsa, y la tesis del doctor vegano sobre los peligros de la leche, anficientífica.
¿Hay algo aprovechable en la película? Por supuesto: la ganadería tiene muchos aspectos negativos que merecen ser analizados, pero de forma rigurosa y no como coartada para promocionar una filosofía o modo de vida veganos. En efecto, a menudo se señala que el consumo de carne actual bien puede ser excesivo y dañino para la salud y el medio ambiente, pero para sostener esas razonables ideas no hace falta manipular tan descaradamente al público. Tampoco es riguroso hablar de conspiración, que no deja de ser un burdo reclamo para vender un documental, es cierto que existe cierta hipocresía entre las organizaciones ecologistas, pero los datos que se usan en Cowspiracy son de dominio público y lo eran antes de que se grabase el documental, accesibles para cualquiera con internet, no documentos top secret que aguerridos ecologistas hayan logrado destapar. En fin, qué banalizado está el término conspiración, que lo mismo vale para un roto que para un descosido.
Coma usted carne o deje de comerla, pero que no sea este documental lo que le convenza de ello.
Los directores de este documental, al realizarlo pusieron valientemente sus cuellos en el tajo. Impactante, concienciador, provechoso, desvelador de la cantidad de instituciones, organizaciones y funcionarios que hay instalados en la membresía de los «luchadores por el bien del planeta», los cuales en realidad no son más que chupatintas sosteniendo a los negociantes de la poderosa casta del negociazo, del cuento inmoral, a la endiablada casta de la mentira, a la poderosa casta interesada en no acometer la auténtica prioridad en la solución de problemas medioambientales. Vemos, a sujetos e instituciones revestidos con el buenísimo del ecologismo, que se conforman con predicarnos que hay que cerrar bien el grifo para que no gotee mientras no se inmutan ni denuncian que para producir un litro de leche de vaca se necesitan mil litros de agua.
Este documental, pues, tiene el valor de mostrarnos ¡cuántas Ong y empleados de las mismas! no hacen más que vivir cómodamente a base de manipularnos mientras mantienen la boca cerrada para no revelar a los grandes causantes y al verdadero quid de la cuestión en la degeneración de nuestro planeta, y entonces descubrimos como organizaciones que aparentemente van de ecologistas resultan estar compradas por el poder del negociazo y la mentira: Greenpeace, Climate Reality, Rainforest Action Network, Sierra Club, Oceana, Natural Resources Defense Council, Animal Agriculture Alliance, etc., etc.
¡Ojo al dato! Las fuentes científicas compradas por el negociazo de la carne y de la industria agroalimentaria nos hablan hasta la saciedad de la superpoblación humana, pero no nos dicen nada sobre la superpoblación y costes horrorosos contra nuestro hogar (el planeta Tierra) que supone la superpoblación de animales de granja. Así:
* En el año 2012 éramos en este mundo 7000 millones de personas, pero a la vez ocurría algo mucho más grave: se explotaban 70.000 millones de animales de granja.
* Y atención, los aproximadamente 7000 millones de seres humanos que existimos en la actualidad bebemos 20.000 millones de litros de agua por día y comemos 2 millones de kilos de alimentos, pero el 15 millones de vacas que explotamos en todo el planeta beben 170.000 millones de litros de agua por día y comen 30.000 millones de kilos de alimentos.
Fej Delvahe