Cosas que no se olvidan
Sinopsis de la película
Dos relatos independientes ambientados en un instituto y una universidad. Los personajes, llenos a la vez de esperanzas y temores, se plantean problemas respecto al sexo, la raza, la fama y la manipulación.
Detalles de la película
- Titulo Original: Storytelling
- Año: 2001
- Duración: 87
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Opinión de la crítica
Película
6.7
41 valoraciones en total
La película consta de dos historias relacionadas de alguna manera con el mundo universitario.
Fiction (26min). Una larga y sensual introducción nos prepara para asistir a una clase final de literatura de lo más despollante en la que el típico debate tras las lecturas de los relatos por parte de los alumnos servirá para bombardear al espectador, en cuestión de unos pocos segundos, con aplastantes críticas a los prejuicios, la mojigatería, el racismo, la sabionditis , la competitividad, la falsedad y demás características de la conciencia moral con la que nos educan y educamos hoy en día.
Non-fiction (resto de la peli). Usando como punto común la vida de clase alta, se enlazan, sin ningún tipo de concesiones, cantidad de mini-chistes críticos con una adolescencia inmadura, una institución familiar puritana y acomodadiza, una industria cinematográfica y unos espectadores (nosotros mismos mientras vemos esta Storytelling) ávidos de desgracias ajenas de las que burlarse, etc., etc.
De este mediometraje, lo mejor es el hijo pequeño de la familia Livingston, superdotado, frío, maquiavélico, perverso.
En resumen, se la recomiendo a todo aquél con capacidad para la autocrítica y ganas de ver algo diferente, mordaz, agresivo y arriesgado en sus formas.
Como ya hiciera en Happiness, Solondz da en el clavo y lo aporrea hasta hundirlo. Tiene la lucidez e inteligencia necesarias para escrutar en la parte podrida de cada personaje, montando ese compendio de patetismo que hay en cada esquina. Está a la altura de Happiness sin ser una fotocopia, aunque es cierto que sigue la misma pauta coral. Pierde la originalidad pero mantiene mucha fuerza y le da un toque más cómico.
Puede que ese Solondz recargue demasiado las turbaciones e incluso se recrea retorcidamente en ellas, haciéndote sentir cómplice de una crueldad innecesaria. Por eso el visionado de sus películas provoca, en los parámetros de la comedia, una incomodidad turbadora y maliciosa. Estás ante algo desagradable, cuyas formas pueden disgustarte, pero que en el fondo no se puede rebatir.
Realmente buena, de calado.
Cada fotograma de Storytelling es un directo a la mandíbula del espectador. Su tono ácido y demoledor con las convenciones es el mejor aval de Solondz, que vuelve a firmar una pequeña obra maestra. Pero también podemos ver la película en clave metacinematográfica, como una reflexión sobre los instrumentos de creación artística:
– FICCIÓN: Esta pequeña historia sobre la relación entre un estudiante minusválido y una chica aspirante a escritora (impresionante Selma Blair), como él, plantea los mecanismos siempre imperfectos de captación de la realidad a través de la escritura. La realidad, vista a través del tamiz de la ficción, se banaliza, se topicaliza, se sublima, y se muestra incapaz de reflejar los sentimientos de los personajes. En el momento en que se empieza a escribir, todo es ficción , dice uno de los personajes.
– NO FICCIÓN: La historia de una típica familia norteamericana, con un hijo en plena crisis adolescente, y el documental que se rueda sobre ellos. Una reflexión de igual tinte que la anterior, pero ahora sobre la captación de la realidad a través del documental, lo que se supone que el cine tiene como mecanismo más cercano a la realidad. Pero cuando la realidad pasa por ese filtro, pasa igual que con la escritura: es ficción. Por cierto, la historia entre la criada y el niño pequeño, de 10, por la dureza que se desprende de ella.
En definitiva, Storytelling, en apenas 80 minutos, desarrolla varias historias sobre personajes cotidianos. Pero Solondz nos los presenta en clave satírica, atacando frontalmente a ciertos sectores típicos de la sociedad americana. Y lo hace porque Storytelling es una película, y por tanto es ficción: no podemos apreciar la realidad de esos personajes tal y como ellos la viven, y Solondz lo sabe. Y ahí reside una de las limitaciones, y una de las ventajas, de todo tipo de obra artística. Ya lo ven, sobre Storytelling se puede debatir ampliamente, y por eso el cine de Solondz es una apuesta segura: siempre da más de lo que parece dar.
¿Cómo no reconocer que Todd Solondz maneja de forma genial la ironía, la crítica y las guindas de humor negro satírico o negrísimo-irónico en sus films? El personaje de director aficionado que se dedica a filmar un documental sobre un joven pasota y su familia, o sea la 2ª parte en que divide su film y que titula como NO FICCIÓN, es a todas luces una autorepresentación del mismísimo Todd Solondz. En fin, es un gran director, no cabe duda, sus películas destapan, revelan, crítican sin morderse la lengua, con gran desparpajo irónico, la hipocresía social de los ciudadanos civilizados occidentales, sus películas son como riquísimas ensaladas con sabrosas aceitunas negras, las cuales no han sido deshuesadas previamente, sino que las mezcla así, al natural, con su huesos durísimos y el resto de los ingredientes más blandos, algo que sin duda tiene su espacio, su sentido y su público aplaudidor o que se descojona viendo tales retratos sociales, donde como es obvio, los ideales, las formas y los problemas de los otros, siempre nos provocan más risa que los propios.
Por último: la escena en la que Anna Magnani, en la película Bellisima de Luchino Visconti (Italia 1951), se introduce a ver la proyección, de las filmaciones que acaban de hacerle a su hijita y que el director y otros técnico están proyectando para unos pocos primeros espectadores, y donde desconsoladamente descubre que lo que ella creía que iba a ser una exaltación de su niña como actríz sólo está sirviendo para que se carcajeen y partan de risa a costa de ella, Todd Solondz la repite o copia en su Storytelling , sólo que aquí aunque el personaje descubre lo mismo y del mismo modo al contemplar en la proyección primera del film, que él y su familia que acaban de ser filmados, están sirviendo para que el público reviente a risotadas, aquí el protagonista como lo que persigue es la fama o el éxito al precio que sea, no va a protestar ni a quejarse al director sino que cuando éste le dice que lo siente , el joven protagonista Scooby Livingston (Mark Webber en la realidad) le contesta: «No lo sientas… Tu peli es un éxito», es decir (según el mensaje irónico de Solondz) LO ÚNICO QUE VERDADERAMENTE CUENTA en nuestras sociedades convencionales de Occidentalismo y Progreso.
Fej Delvahe
El autor de Happiness, una de las cintas más imprescindibles de los últimos tiempos, regresa con personajes manipuladores y manipulados.
Storytelling viene precedida por su censura y sus problemas de exhibición en USA, y supone la versión ingrata, cruel y despiadada de la dulce y académica American Beauty (desternillante parodia la de la bolsa de plástico siendo azotada por el viento). La película está dividida en dos historias bien diferenciadas por los rótulos Ficción y No ficción (una tercera historia, interpretada por el creciente James Van Der Beck, alias Dawson crece, fue eliminada por su alto voltaje homosexual).
La utilización de este recurso es el primer puñetazo que Solondz dirige contra el espectador: con la ficción retrata una supuesta historia acerca de la que todos estamos cansados de saber, o tal vez embotados debido a tanta repetición, con la no ficción el director trata de derribar las telarañas de nuestro emponzoñamiento mental. Esto no quiere decir que la primera no requiera atención, sino todo lo contrario.
La inteligencia de esta propuesta radica precisamente en buscar los hilos conductores que llevan de la primera a la segunda, y los elementos reflexivos que ambas comparten. Vi (espléndida Selma Blair, Crueles intenciones) acaba de romper con su novio, afectado de parálisis cerebral. Para redimirse, qué mejor que follarse al señor Scott, ganador del Pulitzer. Toby es un fracasado que quiere rodar un documental sobre la adolescencia. Scooby es su protagonista, un chaval desquiciado por su familia (genial John Goodman) y embargado por su narcisismo, que sólo tiene un sueño: ser presentador de un programa de entrevistas. La frontera que separa la esperanza de la estupidez es muy fina, como bien recuerda el pedante, abotargado e insensible hijo menor de la familia. Cierto en toda regla.
A través de ingredientes tan in cómodos como la humillación, la discapacidad, la degradación sexual o el linchamiento familiar, ya sea en clave de comedia social y realista, o comedia negra y satírica, hay que agradecer este ataque contra la clase media norteamericana convencida de que los hijos a punto de ingresar en la universidad sufren mayor estrés que los jóvenes bosnios que viven bajo las bombas, y la intención del director de contar la verdad alejándose de los tópicos establecidos, en busca de una respuesta emocional acorde con lo que se nos cuenta.