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3 comentarios en «Continuar»

1. Una madre y un hijo recorren las estepas del Kirguistán. Pronto se intuye que ese árido paisaje, esas interminables llanuras que alcanzan mucho más allá de lo que la vista puede abarcar, también supone una metáfora de la relación de los dos personajes principales. Él, Samuel, tiene evidentes problemas para dominar el temperamento, ha crecido junto a su abuelo y no cuesta deducir que conoció la soledad antes que le creciera el vello en el cuerpo. Ella, Sybille, tampoco disfrutó una juventud plácida, marcada por la pérdida de un intenso amor para después refugiarse en otra relación, de la que surgió Samuel. Pero ésta no cuajó, se dispersó y se ha mantuvo alejada de su hijo durante años.
   
   La narración se inicia al poco tiempo que ella decida tomar partido y ayudar a enderezar el rumbo vital de Samuel. La impulsiva decisión de vender la casa del padre de Sybille para costear un viaje que fuerce a ambos a compartir tiempo y espacio no hace sino complicar la relación. Intercambian pocas miradas, pero que ya son más que las palabras que se cruzan el uno al otro. Se miran y es cómo si el otro fuera un desierto, un lugar sin referentes, sin espacio de confort, la historia mutua entre ambos no conoce un asentamiento para utilizar como campamento base cuando el clima entre ambos arrecia.
   
   Los dos problemas principales que le encontré a Continuer son, en primer lugar, lo desdibujado que permanece Samuel, cuya rebeldía parece algo arbitraria y con escaso fundamento. El pasado que se nos revela la hace medio comprensible pero no por eso gana relieve y textura. Es como el típico adolescente molesto de cualquier telenovela barata. En segundo lugar el ritmo de la narración decae en muchos momentos y carece de verdaderos estímulos, elementos llamativos que inviten al espectador a implicarse en el periplo de estos dos personajes, que están intentado cartografiar su relación, asumiendo un esfuerzo que invita antes al abandono que no a persistir en el su decisión, y que precisamente gracias a ese esfuerzo por continuar, seguir adelante en ese camino que les ha de acercar, podría resultar emocionante.
   
   Aún y así creo que cuenta con algunos momentos estimables y que la salvan de la mediocridad total. Uno es muy obvio, muy emocional, en el que Sybille le explica su revuelto pasado a su hijo. En el otro Samuel aprende a realizar unos complejos trucos para dominar a su montura y comprendemos que se trata de una metáfora acerca de él mismo, como gracias a ciertos detalles que ha aprendido de los nativos ha podido despertar su destreza mental, dominar mejor a los caballos y por lo tanto también a él mismo.
   
   Aún y así no veo que sea posible hablar de Continuer como una obra lograda o relevante, digna de ser vista por todo tipo de espectadores. Es más bien otro esfuerzo baldío de un director irregular que conoció su mejor hora con Nue propriété , una cinta de 2006 que presentaba a un heredero belga de Haneke, un retrato despiadado de la familia como teatro de los tormentos, y que misteriosamente ablandó su estilo, cambiándolo por otro más convencional, y de ahí a veces ha lanzado buenos títulos como Léconomie du couple o Les chevaliers blancs , que han aparecido intercalados con otros más bien discretos como ahora Perdre la raison o Eléve libre . Como ya he dicho, Continuer , se incluye en ese segundo grupo y certifica que Lafosse deberá preservar y continuar antes de reencontrar su mejor nivel.

2. Va de menos a más. A pesar de que al principio cuesta conectar con los personajes me ha acabado gustando porque la veo sincera y sin pretensiones. La fotografía muy buena y la dirección más que correcta. Una horse movie inofensiva y relajante con una buena dosis de encanto.

3. Tratada como un western, la película adapta la novela de Laurent Mauvinier del mismo título, una viaje  existencial entre una madre y un hijo rebelde, en un intento de conocerse y acercarse más.
   
   Sybille (Virginie Efira) vende su casa, para llevar a su hijo Samuel, (al que abandono hace mucho tiempo para irse con otro hombre), a un viaje por las inmensas llanuras de Kirguistán, un lugar de donde ella procede. El viaje lo harán a caballo solos con la idea de acercar lazos. Pero el adolescente no tiene ninguna gana de este sacrificio, es un viaje impuesto por haberle expulsado del colegio por ser un joven muy conflictivo. Se lo toma como un castigo al principio lo que hace que desate más su odio hacia su madre. 
   
   El mayor atractivo del film reside en la fotografía de aquellos lejanos parajes con una luz especial, algo que queda más en primer plano que la situación que viven los dos protagonistas. Demasiados paseos a caballo en silencio dando muy pocas explicaciones de lo que les ocurre llegan a aburrir, incluso la interacción con algunos habitantes de pequeña aldeas no aporta demasiado interés a esta trama tan escasa de contenido.
   
   Virginia Efira que se desenvuelve muy bien en aquellas tierras, tambien hace un buen papel Kacey Mottet Klein que interpreta a su hijo. En un papel pequeño haciendo de Bilbaíno tenemos a nuestro Diego Martín que se lo encuentra por aquellas rutas lejanas. El director Joachim Lafosse no consigue despegar convincentemente la historia de este drama familiar.
   
   Destino Arrakis.com