Compulsión
Sinopsis de la película
Richard Loeb y Nathan Leopold Jr, dos amantes homosexuales, asesinan al joven Bobby Frank, simplemente para demostrarse a sí mismos que pueden hacerlo. Su abogado intenta librarlos de la pena de muerte con el argumento de que la homosexualidad no es más que una forma de demencia. Inspirada en un caso real ocurrido a mediados de los años 20.
Detalles de la película
- Titulo Original: Swoon aka
- Año: 1992
- Duración: 82
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Opinión de la crítica
Película
6.1
68 valoraciones en total
Descubrí Swoon, de Tom Kalin, supongo que como muchos otros, a raíz del estreno de Savage Grace, y revisando la primera película de su filmografía, me he encontrado con esta joya extraña, inusual en todo marco cinematográfico, y completamente desconocida película. Comparte con Savage Grace, muchos de sus defectos y virtudes. Ambas quieren abarcar una historia demasiado grande para los medios que poseen. Ambas hablan de tabúes más allá de lo que podamos considerar tabú: incesto, infanticidio, homosexualidad (en cine americano de principios de los noventa…), pero en ningún caso, ni lejanamente, juzgan esos hechos.
Y tanto Savage Grace como Swoon poseen una cualidad indescifrable, que es el baño de irrealidad que colma sus imágenes, confiriendo un poder de misterio y desasosiego inusual en todo cine, clásico o contemporáneo. En el caso de Swoon, el poder de la imagen es tal, que a ratos casi consigue abstraernos del repugnante hecho – real – que conmovió a la América de los años 20: el asesinato de un niño por parte de una pareja de amantes homosexuales, sin motivo aparente ni necesidad alguna. Desde su posición intelectual y acomodada, traman un asesinato con el único fin de comprobar si pueden salir impunes, pero sin buscar prueba alguna de fallos de la justicia o la mente, lo que remite a La Soga, de Hitchcock.
Y la directa posición imparcial de la propuesta es lo que crea mayor incertidumbre. Tom Kalin consigue una atmósfera casi onírica, lírica, pura, para contar los deshechos lamentables que quedan en la sociedad. No juzga a quien asesina, ni juzga a quien juzga por una condición sexual, sino que se limita a contar los sucesos como si de una lectura de un cuaderno de bitácora se tratase.
Y todo en su cinta acompaña a tal sensación minimalista, desde un reparto – absolutamente desconocido – que prima el detalle más mínimo, hasta una fotografía que crea obras de arte en movimiento, la razón de ser y de existir del cine mismo.
Es dificil poder explicar una película que tras ser vista sólo puedes ponerte de rodillas y dar gracias al cielo, por dejar que un director hago algo lo más parecido a Dios. Existen películas perfectas en la mente de cada uno, las cuales se encuentran ocultas, sin querer, en nuestro subconsciente, y que nunca sabes cuales son hasta que no las descubres proyectadas en una pantalla. Me quedé sin respiración el día en que una mañana de verano, recien levantado, me puse frente al televisor y vi esta maravilla. Imposible poder explicar con palabras algo visualmente tan fascinante y único, con peliculas así comprendes que el cine es algo muy grande, que todavía no está todo ni dicho ni hecho y que existen caminos aún por explorar en el campo de lo visual.
El blanco y negro es tan limpio, intenso, bello e inmaculado, que llegan a dolerte los ojos de ver algo tan excepcional. La historia se convierte en un descubrimiento fascinante, aunque haya sido llevada ya al cine con anterioridad. La dirección sublime. Los actores estupendos. La atmosfera única. Yo, rendido a sus pies y completamente derretido. Aún hoy sigo en tratamiento tras el estado orgásmico de shock. No hay, ni habrá palabras para poder describirla.
Swoon es sencillamente magistral. Desconcertante, envolvente, provocativa, dolorosa, deliciosamente imperfecta, decadente, visualmente elegante y arriesgada. La escena del asesinato es macabra y asfixiante hasta el delirio, el juício y el interrogatorio le dan una fuerte e intensa patada en la boca a todo el cine policial y judical americano. Recuerda a Bergman, a Visconti, a Pasolini, conecta directamente con el cine de Arakki (compañero de escuela), y como no, con toda la escena indie americana.
Es por lo tanto Swoon una obra oscura, deliciosa, cruel, que se merece mayor repercusión de la que ha obtenido hasta ahora.
Tom Kalin es un director sueco reconocido y galardonado en los más afamados festivales de cine independiente.
En Swoon, Kalin nos revela una perspectiva interesante de la adaptación de la obra. Con toques más surrealistas y sutiles el director nos adentra en la mente de los jóvenes asesinos. Sin utilizar los nombres ficticios que eligió Levin, prefirió mantener los originales: Nathan y Richard.
Las actuaciones son mas objetivas y naturales, la relación entre ellos se observa fluida y no como en la de Fleischer que peca de sobre dramatismo.
La música es magnífica, sutil y elegante, en contraposición la clásica banda sonora de misterio que posee la otra.
Los planos secuencias son protagonistas en la disposición estética. Un claro aunque disimulado homenaje a La soga (1948) del genio Alfred Hitchcock, la cual esta realizada en un sola toma secuencia. Hitchcock fue el pionero en este estilo, que luego seguirían directores como Andy Warhol, Alexander Sokurov, Gaspar Noé, Gus Van Sant, entre otros.
Desde que inicia se observa una escena dentro de otra, ya que los jóvenes están practicando un guion, gran giño del director, que a su vez nos muestra la cotidianidad de los adolescentes. De esta manera se conciben las personalidades de forma homogénea y coherente. Uno comprende que estaban realmente interesados en el arte, la filosofía, y la literatura.
Posee un estilo discursivo rápido e inteligente, que alterna con pequeños sintagmas de imágenes tanto subjetivas, como algunas reales (tomas sacadas de videos de la época)
Muestra rodajes caseros de los años 20, que se acomodan a la imaginación aventurera de Artie.
Las pericias psicológicas son tomadas en cuenta durante el filme. Expone a los analistas hablando científicamente de los trastornos disociativos y las ambigüedades sexuales.
La película no termina con la sentencia, continúa mostrando la vida de los presidiarios, algo sumamente inteligente, ya que ni el mismo Meyer Levin dicta mucho de que fue de ellos.
Artie es asesinado, pero Judd correrá mejor suerte, ya que se convierte en enfermero de los presos y al cabo de cuarenta y cinco años después es liberado bajo fianza y obligado al trabajo comunitario de por vida. Así Judd sufre una suerte de redención que hace que toda la obra de Levin adquiera un extraordinario sentido.
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Nadya Palacios
Tom Kalin ha elegido muy acertadamente el blanco y negro, y una planificación casi objetiva para contarnos la historia de estos dos asesinos. La frialdad con la que actúan en su afán por sentirse superiores al resto, y la frialdad que manifiestan hasta llegar al asesinato de un niño, es la tónica general de toda la película, acompañada dicha frialdad por la fotografía, el montaje de las escenas, la música y una perfecta, por fría y cínica, interpretación de los dos protagonistas. Yo no suelo juzgar la historia que una película cuenta, ni me pongo a favor o en contra de la moralidad o amoralidad de los personajes de dicha historia. El director y el guionista han decidido contarnos lo que ellos consideran oportuno que conozcamos y yo me limito a considerar y a opinar sobre la forma de contarlo. El caso es que en esta película me ha gustado mucho la narración cinematográfica, que me ha parecido arriesgada pero bien estructurada para que el espectador sepa en todo momento en que lugar de la historia se encuentra. Insistiré en que la fotografía en blanco y negro es posiblemente el mayor valor artístico de esta película y merece la pena verla.