Cincuenta sombras de Grey
Sinopsis de la película
Cuando Anastasia Steele, una estudiante de Literatura de la Universidad de Washington (Seattle), recibe el encargo de entrevistar al popular y joven empresario Christian Grey, un millonario de 27 años, queda impresionada ante su extraordinario atractivo. La inexperta e inocente Ana intenta olvidarlo, pero no lo consigue. Cuando la pareja, por fin, inicia una apasionada relación, a Ana le sorprenden las peculiares prácticas eróticas de Grey, al tiempo que descubre los límites de sus más oscuros deseos.
Detalles de la película
- Titulo Original: Fifty Shades of Grey
- Año: 2015
- Duración: 124
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Opinión de la crítica
Película
3.6
82 valoraciones en total
Pais
Directores
Actores
- Andrew Airlie
- Anthony Konechny
- Brandi Alexander
- Brent McLaren
- Bruce Dawson
- Callum Keith Rennie
- Chris Shields
- Christine Willes
- Dakota Johnson
- David Orth
- Dylan Neal
- Elise Gatien
- Elliat Albrecht
- Eloise Mumford
- Emily Fonda
- Jamie Dornan
- Jason Cermak
- Jennifer Ehle
- Julia Dominczak
- Luke Grimes
- Marcia Gay Harden
- Max Martini
- Megan Danso
- Rachel Skarsten
- Reese Alexander
- Rita Ora
- Steven Cree Molison
- Tom Butler
- Victor Rasuk
Era de esperar. Consumada la chorrada, la nadería y la celebración de la blandura. La adaptación cinematográfica de la famosa novela de E. L. James está a la melindrosa altura del referente literario desde el que parte. Nos hallamos frente a la consumación de una morrocotuda operación comercial hecha a mayor gloria de los látigos que no hacen daño… esto es, a la flagelación con papel de celofán, al gemido Barbie Mocosete, al orgasmo de media punta, al corrimiento a distancia, a la salvajada profiláctica dentro de un orden … Nada por aquí y nada por allá… de aquí te cepillo, aquí te mato, ni media. 50 SOMBRAS DE GREY no es un film, sino una burda excusa para que pasen por caja las millonas de lectoras que han sucumbido a esta ñoñez indolora.
La película, de sobra conocido por todos, narra los encuentros amorosos entre un multimillonario, joven, guapo y guarrillo, que se lo quiere montar de transgresor sin cuero con una inocente chica, a quien conoce en su despacho cuando ésta acude a hacerle una entrevista para una publicación. El amor surge waltdisneyforme. Un cuento de hadas puesto al día, al que se quiere oscurecer mediante un ardid que se quiere siniestro y perversísimo: al tal Grey, le va el sado… dice que no hace el amor, sino que folla y tiene una cámara con un surtidito de juguetes para el sado que ya quisiera Falete para sodomizar, más aún, a su flotador patito… el meollo juguetón de la peli lo ocasiona la aceptación de ella del juego de sumisiones que le plantea el bizarro forrado…
La película es un infausto compendio de mediocridades escénicas y literarias estiradas, ralentizadas y sobadas hasta la extenuación. No hay más conflicto que la contemplación del patético fotonovelón con ínfulas peligrosas. Los dos personajes están pincelados a golpe de tópico facilón: él, un príncipe azul con ganas de mamporrear glúteo después de poner el zapato de cristal… y, ella, la cenicienta con ganas de agacharse en bolas después que la calabaza se convierta en coche de lujo. No hay más sorpresa que la de contemplar con qué caprichito (o caprichoto) caro y volantinero (que si un paseo con helicóptero, que si otro con un aeroplano donde ni siquiera un polvo sin motor) le sorprenderá él niño bonito a la bella obediente del cuarto con cosas para pegar y meter.
La realización de Sam Taylor-Johnson es igual de calentorra que el jardín de cubitos de un iglú. Caligráfica, torticera y modosona, confunde elegancia con bocadillo de papel de Albal por dentro, y, calentura, con cremallera de candado de cancela antigua. El director únicamente se aviene a que nada incomode la clarita transparencia de la función: ni un solo deslizamiento oscuro, ni un solo momento que intente sobresalir de lo castradoramente aplicado, ni una sola voluntad de transgresión. Tramposo como un Photoshop de Kiko Rivera con la cintura carmina de Cayetano, Taylor-Johnson se limita a fornicar sin echar ni gota… Lo suyo no es un coitus interruptus, sino un kiki de caca sobre sábanas de mucho raso y poco pelo.
En resumidas cuentas, un video clip de lujo casto, que ni vale como radiografía del sentimiento amoroso, ni como estudio de los mecanismos del deseo, ni como ahondamiento en las entrañas emocionales de la tortura, la dependencia y el acatamiento afectivo. Una puesta en escena tan desabrida y empalagada como las fantasías húmedas de Bob Esponja pensando en una peli de porno de algas, ni siquiera los esfuerzos de los dos intérpretes pueden hacer nada por evitar la mustiez generalizada. Él, está especialmente nefasto. Jamie Dornan pone todo el rato cara de estar haciendo el exámen de química de selectivo. Dakota Johnson enseña toda la física, pero, nada… como si te tocas los bajos haciendo un examen de religión. Un calvario de vulgaridades, un suplicio de mandangas, una exquisita tortura para retinas pacientes. El que quiera polvo del bueno, que no se arrima a esta era. Y el que quiera un porno mejor que éste, que se imagine a la Campos con su Bigote catándole el Arrocet.
Hay películas malas que se prestan al jijijajaísmo. Esta, lamentablemente, es pésima en el mal sentido.
¿Estructura narrativa? Un bucle infinito que lleva al espectador al hastío. En ningún momento da la impresión de que la trama avance, o que los personajes progresen o aprendan. Es como estar atrapado en el Limbo.
Unos personajes con sentimientos que nacen o mueren a golpe de guion, que no hablan ni se comportan como seres humanos normales (y con la complejidad emocional de una ameba, todo sea dicho).
Para rematar, las escenas subidas de tono, las destinadas a aportar el toque picantón y generador de morbo, en principio transmiten cierta sensualidad, pero acaban resultando sosas, redundantes y muy blanditas para lo que el público de hoy en día, insensibilizado a la pornografía, está habituado, de hecho, en el último tercio de la cinta me han llevado al BOSTEZO.
Todo lo descrito, en combinación con su ¿resolución? final, dejan claro que este no es un producto completo, sino parte de un engranaje mayor, una simple gallina de los huevos de oro. Aunque esto no deja de ser algo que cualquiera puede intuir sin molestarse en pisar la sala.
Desde hace un tiempo se sabía que Cincuenta sombras Grey era un libro para niñitas de 15 a 22 años de gustos simples. No estamos hablando de una obra maestra de la literatura sino todo lo contrario, de un libro con buena campaña publicitaria que ha llevado a generar un morbo en el público que ha ido a las salas de cine esperando ver como el famoso Grey (del que muchas mujeres hablan pero ninguna dice exactamente de quien se trata) azota a su amada como se llame.
Pues bien, dejando de lado que Grey es el cúmulo de los lugares comunes de lo que es el supuesto hombre ideal para nuestra sociedad (un hombre exitoso, rico, que tiene un lado sentimental que expresa a través de notas musicales, que tiene un trasero gigante y unos músculos para ser agarrados por manos femeninas y bueno…) y que la protagonista es otra de esas damiselas en apuros que se hicieron de nuevo populares después de Crepúsculo, la verdad es que de la película no nos queda mucho. ¿Una historia de amor? No sé ustedes pero no sentí la química entre los actores. ¿Escenas fuertes y explicitas? ¿Dónde? Después de haber visto películas como la vida de Adèle por ejemplo, estas escenas se hacen simplonas. Lo peor de todo es que el elemento que vende, el sadomasoquismo y las supuestas de desnudos no traen nada nuevo ni transgresor. Tetas ya hemos visto en otras películas y aquel sadomasoquista no se acerca ni de lejos al de Nymphomaniac (al que dicho sea de paso, tampoco es de lo más violento que haya habido). Lo peor es que pega con cariño, o sea, no pega bien.
¿Entonces qué nos queda? Una película demasiado superficial en el que la mujer se la pasa mordiéndose el labio (de una forma poco sexy) y un tipo sin sonreír y mirando feo, se convierte en un macho deseado. Con esto lo que quiero decir es que la película cumple con las expectativas: es mala y para qué les digo que no vayan a verla si estoy seguro que la irán a ver por el mismo morbo por el que fui, para luego salir diciendo demonios, no hubiera perdido el tiempo acá. Igual ya todos sabíamos que la película iba a ser mala porque está basada en un libro de ínfima calidad.
Juegos preliminares:
El tráiler. Escuchas una música pausada y cristalina, que de pronto se vuelve oscura, tóxica, tensa. Inevitablemente diriges tu mirada y un montaje efectista deja adivinar un juego de atracción entre dos actores que, sin tirar cohetes, no desagradan a la vista. Unos cuantos suspiros entrecortados y ya han conseguido sugerirte la aventura sexual. Y piensas: «Bueno, igual se lo han currado un poquito».
Los cuerpos al descubierto:
Que no, no os adelantéis. Que voy a la presentación de los personajes, no a su desnudez. El comienzo de la película es un compendio de tópicos sin ningún asomo de imaginación. Dakota Johnson aún aguanta un poco el tipo porque hacer de pazguata es relativamente sencillo cuando te visten como una vendedora de biblias, pero Jamie Dornan deja al público más frío que el iceberg que hundió el Titanic. Que los espectadores olviden la caracterización que lucía en la serie Érase una vez. Ni doblez, ni intención, ni profundidad, ni malicia ninguna.
«En fin, es sólo el principio. Será que poco a poco vas descubriendo que el soseras éste tiene un lado oscuro» te dices para animarte. Las baladas musicales se suceden una tras otra para adornar la realización del director Sam Taylor-Johnsonsólo y la fotografía de Seamus McGarvey, ambas con mucho oficio y corrección pero poco impacto. Irremediablemente te encuentras viendo un drama romántico más bien mediocre, de protagonistas planos y guion en bucle, incapaz de dar giros dramáticos. Un Crepúsculo sin vampiros.
Y dices que vas a llegar y no llegas, y no llegas…
Ya estás metido de lleno en el acto. En el acto de aburrirte soberanamente. Y, como los amantes que exasperan a sus parejas durante coitos eternos, ni siquiera el aliciente del sexo llega. Has mirado al entrar al cine la duración: 118 minutos. Al minuto 20 dices «Vaya, poco argumento. A ver si al menos hay algo de carne». Al minuto 40 ya te estás moviendo en la butaca con incomodidad y te preguntas «¿Me habré metido en la sala de Bob Esponja y no me he enterado?». Pero compruebas que no hay dibujos animados en pantalla. Al minuto 60 estás pensando en la lista de la compra para el día siguiente. Pasado ya el minuto 70 parece que comienza la acción. «Ah, ya está aquí el… ¿Perdona? ¿De esto iba el bestseller erótico de la última década?».
El gatillazo
Cómo no, tras mucho intentarlo, todo lo que se prometía duro se vuelve blando. Eh, que me refiero a las escenas de sexo, que a Jamie Dornan no se le ve nada que quite el sueño. Al parecer el sadomasoquismo, según esta producción, consiste en pasear plumas de pavo real sobre un pezón, porque los látigos, fustas, mordazas y demás accesorios de la mazmorra de Señorita Pepis del dichoso Christian Grey están de adorno. «En fin, mejor así, no creo que tuviese estómago para una sesión a lo Nymphomaniac de Lars Von Trier».
Lo malo es que, entre bostezo y bostezo que provocan los insulsos contoneos entre sábanas y cuerdas de la que iba para monjita y el millonario soso, te da tiempo a preguntarte cómo es posible que una mujer occidental, universitaria y joven se pase 115 minutos de largometraje pensando en si acepta una relación de macho dominante y controlador. Que cada uno en su dormitorio que haga lo que quiera, pero la vida que transcurre fuera de él es otra cosa. Sólo la duda ante tal propuesta machista es un escándalo. «Pues si esto es erotismo para el público femenino…».
En resumen: he visto anuncios de helados Calippo más tórridos e interesantes.
Publicado en blog http://www.fascinoscopio.com
(Banda de sonido de esta crítica: Ella quiere látigo , por Claudio Dj)
Se estrenó 50 Sombras de Grey. Yo ni sabía lo que era: me metí en el cine confundido pensando que era una porno con Sasha Grey. En lugar de eso me encontré con una mezcla entre Crepúsculo y Saló. Si hubiera querido ver un film sobre gente que siente placer por los actos violentos y con hombres musculosos sin camisa, me alquilaba Fight Club.
El film no trata, como yo creía, sobre un tipo llamado Grey al que lo alumbran con 50 lámparas ubicadas en posiciones diferentes, sino que es una película de sadomasoquismo. En este caso, el masoquismo lo ponen los que van a ver la película y el sadismo corre por cuenta de quien fija el precio de la entrada. Ahora los yankis estrenan películas de sadomasoquismo en el día de San Valentín, porque en el siglo XXI no basta con que Cupido te tire el flechazo, sino que además tiene retorcer la punta de la flecha en la carne viva de la herida. A fin de año sale la versión extendida en dvd con el corte del director, con 12 sombras inéditas.
Está basado en el polémico best-seller de E.L. James, una autora británica. E.L. es un acrónimo de Exterminando a la Literatura . Ni en curda leo el libro, pero sí leí los cinco o seis párrafos que publican en internet con los famosos momentos explícitos, y me dolieron los ojos de lo mal escrito que está. La adaptación batió récords de venta anticipada de entradas, y su trailer superó al de El Despertar de la Fuerza como el más visto del año, demostrando que las fans de 50 Sombras son todavía más entusiastas que los fanboys de Star Wars. En el fondo se parecen: las fans de 50 Sombras fantasean con tener sexo con alguien que no sea su marido, mientras que los fans de Star Wars fantasean con tener sexo con alguien que no sea su mano derecha.
¡Y después ellas nos llaman pervertidos cuando vemos pelis porno! Cuando se le pregunta a las mujeres por qué sus libros eróticos son aceptables y el porno no, te contestan que los libros tienen historias y argumentos . ¡Perdón señoritas, pero que Sasha Grey invite a su tres amigas a pasar la noche en su departamento, y entonces llegue el repartidor de pizza y las chicas descubran que no tienen dinero con que pagarle, eso para mí también es un argumento!! Es un argumento muy elemental, es verdad, pero aún así es más elaborado que el argumento de la última película de Shyamalan, así que no jodamos.
No trabaja ningún actor famoso, las únicas estrellas del film son las que le hacen ver a la protagonista de tanto que le pegan. Jamie Dornan tiene una buena musculatura y anda todo el tiempo con el torso desnudo para beneplácito de las espectadoras, pero no le avisó a los músculos de su rostro que ellos también deben formar parte de la interpretación. Este tipo tiene tan poca expresividad, que a su lado el pibe de Boyhood parece Jim Carrey.
El carácter cohibido del personaje de Dakota Johnson es exagerado tanto por la ridícula sobreactuación del lenguaje corporal que adopta la actriz, como por el guión (¿es tan tímida que no se anima ni a pedir un lápiz prestado?) Los padres de Dakota son Don Johnson y Melanie Griffith, lo que significa además que su abuela es Tippi Hedren y su padrastro Antonio Banderas. No hay combinación de ADN posible para que mezclando esos genes salga una buena actriz.
Esta película hizo realidad el viejo cliché de es tan mala que no la fueron a ver ni los parientes de los actores. No he visto 50 sombras y no creo que vaya a verla. Dakota nos dijo que no fuésemos, así que no iremos, declaró mami Melanie a la prensa. Se ve que a la nena le agarró vergüencita de que su familia la vea en escenas tórridas. El más enfadado con su hija es Don Johnson, que vio el trailer y dijo estar profundamente ofendido. Ahora sabe lo que sentimos nosotros en los 80 cuando él sacó su disco.
Tolerable por cuatro o cinco gags de humor que funcionan (ella borracha, la referencia a Alicia en el País de las Maravillas, etc), la película es una telenovela venezolana en inglés con el recurso súper grasa de poner los globitos de los chats en la pantalla. Anastasia es cortejada por un latino llamado José que no tiene chances porque es pobre, y como entre amor y dinero lo segundo es lo primero, aparece Grey que tiene en su armario más corbatas que yo calzones, la lleva a pasear en todos los vehículos aéreos inventados por el Hombre (le faltó llevarla en dirigible), y que además le regala vinos, una MacBook y hasta un auto (a cambio de tres chirlos en la cola).
Pero Grey es un loquito que gusta de atar e inmovilizar a la chica, una costumbre antiguamente reservada a los ladrones y a los indígenas adoradores de King Kong, pero que ahora se puso de moda que la practiquen los amantes. Tiene un dormitorio rojo secreto con más herramientas de tortura que una mazmorra de la Inquisición. Dakota examina la colección de látigos con la misma actitud apreciativa con que Uma Thurman lo hacía con las katanas de Hattori Hanzo. Más adelante le encadenará los brazos al techo, y con un mini rebenque le empieza a pegar como a una mula empacada.
Esta supuesta película romántica tiene más azotes que Django Desencadenado , murmura Anastasia, mientras soporta el amoroso castigo como un galeote, en 2 horas echa por la borda a 50 años de feminismo. A ver con que cara van a hablarnos de la independencia económica de la mujer, la cosificación y la asimetría de poder, si medio planeta está fantaseando con ser la esclava sexual de un millonario. ¡AUCH, eso duele!
A continuación, sin spoilers, ¡las fabulosas declaraciones de los famosos a la salida del cine!: