Cinco condiciones
Sinopsis de la película
En 1967 Jorgen Leth realizó un cortometraje de 13 minutos llamado The Perfect Human , un documental sobre el comportamiento humano. En el año 2000, Lars von Trier retó a Leth a rodar cinco remakes de dicho corto, cada uno de ellos obstaculizado por una condición que el realizador debía respetar escrupulosamente. El resultado, cinco variaciones sobre el mismo tema, es un inteligente ejercicio sobre el arte de hacer cine. FILMAFFINITY
Detalles de la película
- Titulo Original: De fem benspænd (De fem benspaend) (The Five Obstructions)
- Año: 2003
- Duración: 88
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Opinión de la crítica
Película
6.5
40 valoraciones en total
Lars von Trier se ha cuestionado y replanteado durante toda su carrera el concepto de cine. Se lo toma muy en serio y, como un reto personal y profesional, se autoexige y se impone unas reglas que procura respetar. No siempre lo consigue, por supuesto, pero parece que trabaja más motivado bajo unas restricciones que intenta encarecidamente no saltarse. Experimenta, se cuestiona los métodos, analiza detenidamente los factores. Se introduce en circunstancias difíciles, huye de la comodidad en la filmación. Se desafía y prueba registros incómodos.
Como seguidor y admirador de su mentor Jorgen Leth, un director danés autor de, entre otras películas, El ser humano perfecto (1967), Trier probó un nuevo proyecto: colocar al veterano contra las cuerdas, retarlo a explorar posibilidades con las que no había lidiado. Cogiendo como referente El ser humano perfecto, debía rodar cinco versiones de la misma ateniéndose cada vez a determinados obstáculos y normas. En cada versión se enfrentaría a algún dilema de carácter técnico y/o escénico. Por ejemplo, rodar en secuencias de solamente doce fotogramas, buscar localizaciones concretas por muy deprimentes que fuesen, emplear la técnica de los dibujos animados o, en castigo a un resultado que no era el pretendido por Trier, rodar en entera libertad, lo cual también puede ser, y quizás sea, el mayor de los desafíos. Trier ha pasado a ser el mentor y es quien manda, y Leth es el discípulo y debe seguir las reglas acordadas.
Mediante las múltiples revisiones de una obra escogida con cuidado, que precisamente trata sobre cómo podríamos pensar que sería el ser humano perfecto, los dos daneses elaboraron un documental sobre metacine, el cine que habla del cine, y aún más. Habla sobre la superación, sobre la inquietud que desdeña el conformismo, en busca de otro escalón, de otro paso, porque las opciones no se detienen, no se acaban. Aún habrá secretos por descubrir y, mientras los haya, y siempre los habrá, no hay que dormirse en los laureles. A Trier y a Leth no les vale decir hasta aquí he llegado, porque no estarían contentos. Necesitan esa avispa que les pique y les incite.
El cine puede ser muchas cosas, tantas como podamos, tantas como queramos.
Cada uno escoge el suyo.
Von Trier proyecta sus fantasmas en Leth para realizar un ejercicio catárquico de primer orden. La disciplina que le impone, a fin de acabar derribando la ficción de perfección y fría distancia tras la que Jorgen supuestamente se cobija, no es otra cosa que autodisciplina proyectada tendente a romper un muro que contiene la despreciable humanidad de Lars. En un principio alega que intenta llevar al límite a Leth con cada zancadilla, esperando el momento crítico en el que su ficción protectora caiga, se vean sus verdaderos temores, y se atreva a afrontarlos en vez de evadirlos engañándolos. Pero Leth sale indemne de cada prueba y el atacante acaba retratándose, mostrando que el que reprime su humanidad mediante una ficción personal es él, que busca una catarsis que le libere.
LVT reta a Jorgen Leth a rehacer su corto El ser humano perfecto 5 veces, todas ellas con diversos impedimentos preestablecidos por él. La intensidad emocional de las condiciones comienza a ser importante a partir de la 2ª, en la que Lars reta a Leth a interpretar él mismo a su ser humano perfecto en un entorno de drama social, a fin de retratar el contraste entre humanidad y la fría perfección de su personaje. Como es de esperar, esto da lugar a una situación chocante, casi violenta, por la que Leth llega a pasarlo mal. El intento de Leth de minimizar el contraste buscado mediante una treta no hace sino espolear más aún a Lars, que le propone rehacer el corto sin condiciones. La relación de poder que se había establecido entre el que ordena (Lars) y el que obedece (Leth) se había afianzado de tal manera que la sugerencia desorienta a Leth, hasta el punto de que le resulta difícil cumplir la condición. Finalmente lo consigue, retratando a un ser humano muy distinto al del corto original, imprevisible e irracional el hombre, sexual, experta y rica en sensaciones la mujer, ambos despreocupados por las convenciones sociales. Lars opina que esta condición tampoco ha hecho mella en Leth, por lo que intenta torpedearle de nuevo obligándole a hacer un corto de animación, género aborrecido por ambos. Leth retrata su dejadez y hastío ante el proyecto al comienzo de la narración, para luego mostrarse receloso respecto al ser humano perfecto mediante una serie de preguntas, que dejan entrever la más que posible vanidad del concepto original. El resultado estético es realmente atractivo, así como el mensaje profundo, por lo que Lars no se da por satisfecho. Entonces ordena a Leth realizar un último corto en el que deberá leer un discurso escrito por el propio Lars, sin previo conocimiento por su parte del contenido de éste. Dicho contenido no es otra cosa que la confesión de Lars de lo expuesto al principio de la crítica, todo ello puesto en la boca de Leth.
Lars von Trier tiene el maravillosa desvergüenza de ser soberbio pudiendo serlo: no incurre en el defecto de pusilanimidad. Esto, naturalmente, no es un juicio sobre su obra, sino sobre lo poco que podemos conocer de su persona a través de ella, algo que en general precede la perspectiva crítica con que se aborda.
Sobre su obra: está destinada a poner en abismo los conceptos más elementales sobre lo que el cine es. Dogma 95 resulta, sin duda, un paso fundamental en ese sentido, reforzado por Dogville, Manderlay y dicen que Washington. 5 Obstrucciones, algo por fuera de sus intentos más trabajados, es la más frontal al respecto, introduciendo también la duda acerca de la dicotomía ficción-documental.
Quien ha aprendido algo de cine, frente a esta película debe preguntarse muchas cosas. Las respuestas pueden ser distintas a las de von Trier, incluso se puede negar la validez de las preguntas implícitas, pero resultaría una actitud incomprensible decir no entiendo.
El más soberbio de los directores ha realizado una película al alcance de cualquiera. Una especie de versión cinematográfica y conceptual de La posmodernidad explicada a los niños de Lyotard.
El excéntrico y petulante danés Lars Von Trier, queriendo demostrar su sapiencia y superioridad ante todos, nos arrastra hacía una serie de estudiados cortos que su compa de cole, Jorgen Leth, hará sobre su trabajo original.
Sin lógica, sin estómago, sin realismo y con bastantes dosis de aburrimiento, Von Trier va poniendo zacandillas a cada nueva revisión de El humano perfecto. Si en un principio puede parecer interesante, los ejercicios de cine se vuelven densos, pretenciosos y terroríficamente tediosos. Cosa que es bastante fácil si la materia prima, ese corto de Leth, es de por sí, lo más tonto y plomo que uno puede mal soñar.
-No no. Esto no me gusta.
-Oye, esta es mi crítica, ¿Tú quién eres?
-Pero Chago, yo soy tu amigo Lars. Mira, yo creo que esto podemos mejorarlo. Tu crítica necesita de mi ayuda.
-Querrás decir de tu malicia.
-Pues eso. Quiero que la repitas pero sin utilizar ningún signo de puntación. Esa es la primera zancadilla.
-Eso es malvado.
-jejeje. Sí, soy así de malo. ¡Ale, dale al teclado!
2ª crítica modificada por Von Trier.
El excéntrico y petulante danés Lars Von Trier todos nos arrastra hacía una serie de estudiados cortos que Jorgen Leth hará sobre su trabajo original y que sin lógica sin estómago sin realismo y con bastantes dosis de aburrimiento el señor Von Trier va poniendo zacandillas a cada nueva revisión de El humano perfecto que si bien en un principio puede parecer interesante luego los ejercicios de cine se vuelven densos y pretenciosos y también terroríficamente tediosos que es bastante fácil si el corto de Leth es de por sí lo más tonto y plomo que uno puede mal soñar
-Bueno, veo que no está mal.
-¿cómo? Pero si no tiene pies ni cabeza.
-Chago, a ver cuando creces. A esto se le llama arte.
-Y a mi culo, no te jode.
-Vale, vale, dejemos de aburrir al personal. Mira, para el siguiente ejercicio…
-…me llevas a Brasil para hacer la crítica.
-Si hombre, no tienes tú morro ni nada. No. Lo que vas a hacer es hacer como que tú eres el director de la película que críticas.
-Si hombre, ser yo el autor de dicho engendro. Vas apañado.
-Pues sí, esa es tu segunda revisión.
3ª crítica modificada por Von Trier (no estoy en Brasil).
El centrado y sencillo españolito Chago77, queriendo demostrar su buen hacer y gracia ante quien quiera leerle, nos arrastra hacía una serie de estudiados cortos que su compa de cole, Jorgen Leth, hará sobre su trabajo original.
Muy estudiado todo, con cuidado, con realismo y con bastantes dosis de ingenio, Chago77 propone ideas frescas a cada nueva revisión de El humano perfecto. Si en un principio puede parecer interesante, los ejercicios de cine se vuelven fantásticos, liberales y maravillosamente bien resueltos. Cosa que es bastante fácil si la materia prima, ese corto de Leth, es de por sí, lo más bonito y sencillo que uno puede soñar.
Lars von Trier y su amigo Jorgen Leth realizan en esta obra un ejercicio ambicioso, complejo y estimulante, sobre lo que es el cine, sobre el papel del género documental, sobre los límites entre ficción y realidad. A partir de un corto de Leth, acuerdan realizar cinco versiones diferentes en distintos lugares del mundo, con la asunción en cada caso de condiciones (o limitaciones) diferentes. Tras la visión de la obra, el espectador se enfrenta a más preguntas que respuestas. Se trata por tanto de una película singular, que indaga en la esencialidad del cine. Un gozo para deleite de cinéfilos.