Cien mil dólares al sol
Sinopsis de la película
Sur de Marruecos. El propietario de una empresa de transportes contrata a un nuevo conductor para transportar un misterioso cargamento en un magnífico tráiler recién comprado. Uno de los empleados roba el vehículo con el fin de vender la carga en su propio beneficio. El mejor conductor de la compañía y el recién contratado vivirán una auténtica odisea persiguiendo al ladrón a través del Atlas marroquí.
Detalles de la película
- Titulo Original: Cent mille dollars au soleil
- Año: 1964
- Duración: 130
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Opinión de la crítica
Película
6.7
100 valoraciones en total
No es nada simple definir que es una Obra Maestra Cinematográfica, pues, este concepto tiene tanto de subjetivo como de objetivo. De subjetivo porque, lo que a mi me emociona, me halaga, me conmueve, me fascina, me divierte… o me resulta estético, no necesariamente produce las mismas sensaciones en otras personas. Cada proceso de formación es único, por tanto, el sentir y el gusto son muy variables. ¿Y qué tiene de objetivo? Pues, es evidente que, en la medida que aumenta el nivel intelectual, el reconocimiento del lenguaje cinematográfico y el bagaje visual, aumentan los criterios de análisis, los puntos de comparación y la sensibilidad frente a una película cualquiera.
El concepto: Es una obra maestra, solemos verlo y oírlo de manera temeraria y con mayor frecuencia de la que debería, pero bueno es entender que, con esto, lo que quiere decir el espectador medio, es que la película le gustó muchísimo y no vió tacha alguna, o si la vió, puede perdonarla sin reticencia alguna. Pero, será sólo con una debida y convincente sustentación, que este concepto podrá tomar forma y conseguirá convencer a otros de la validez de tan arriesgado juicio.
En lo que a mi respecta, si una película me atrapa desde los primeros minutos, si me conecto fácilmente con los personajes y cada escena que pasa me va dejando ese gusto a arte desde lo formal (composición de planos, puesta en escena, iluminación, edición, sonorización…), al tiempo que lo que se va contando me cautiva con su creatividad, sus principios éticos, y por supuesto, con la fuerza de sus diálogos, más unas actuaciones naturales y sentidas en las que cada actor luce perfectamente encajado con el personaje que representa… si así me sostiene hasta el final, no dudo en afirmar, sin reserva alguna, que estuve ante una Obra Maestra… y, curiosamente, lo que quiero decir con todo esto es, igualmente, que la película me gustó muchísimo, que no vi tacha alguna o que si la vi puedo perdonarla de todo corazón.
CIEN MIL DÓLARES AL SOL, me ha cautivado desde el mismo momento en que los camioneros, Marec y Rocco, se muestran atraídos con el nuevo camión que su jefe acaba de adquirir y se dan cuenta de que, ni el uno ni el otro, sino Steiner, ha sido el elegido para conducirlo… y no es precisamente el más ducho para merecerlo. Lo que sucede de ahí en adelante, abunda en elementos sorpresa, los personajes lucen recursivos e ingeniosos, el buen humor se cuela aún entre las situaciones más tensas y difíciles, el director Henri Verneuil toma muy en cuenta su deber de matizarlos y consigue que cada plano esté perfectamente logrado desde lo visual como desde su propósito narrativo.
El ritmo no decae ni un sólo instante, pues, cada plano ha sido elegido para significar, ya sea mostrando rasgos humanos de sus protagonistas, aspectos de su destreza como camioneros, o creando situaciones que mantienen la narración en constante desarrollo. La edición, altamente eficaz, es casi imperceptible, y la banda sonora subraya con eficacia sin tratar de imponerse en escena alguna.
¡Ah! Y las actuaciones son exquisitas. Jean-Paul Belmondo (Rocco), resulta perfecto con su incesante sentido del humor y con ese aire de feo-bueno con el que es muy fácil empatizar. Lino Ventura (Marec), con carácter y mucho tino, luce como un gran mastín en busca de un hueso duro de roer. Y entre otros, Bernard Blier (Mitch), la suerte de actor que siempre me complace ver, aquí con esa chispa y esa mordacidad que le lucen de maravilla.
¿Y tiene algún mensaje? ¡Por supuesto! Y el que más me gusta es que da cuenta de que, un gran amigo vale más que cualquier montón de sucio dinero.
Ignoro cuanto tenga esta película de la novela Nous n’irons pas en Nigeria de Claude Veillot, pero el guion que han escrito Michel Audiard, Henri Verneuil y Marcel Jullian, ha servido para hacer una Obra Maestra.
Titulo para Latinoamérica: CODICIA BAJO EL SOL
Cuando se trata de dar explicaciones por una película mala a la que hemos dado pocas estrellitas todo es más fácil que cuando nos topamos ante un gigante que nos ha hecho sentir pequeños, ante películas enormes que la voz general señala como obras maestras….
Pues bien, no quería empezar a escribir de forma engañosa pero es como me ha salido, porque Cien mil dólares al sol no es una película de esas enormes que salen en los libros de películas que hay que ver antes de morir, no es una película mastodóntica que ha visto la mitad del planeta. De hecho, a día de hoy son menos de cien almas las que han dado su voto a esta pequeña película de Henri Verneuil, y sin embargo, a mí me parece que contiene todo lo que le pido al cine. Para mí es incluso mejor que El salario del miedo (cuya influencia es relativa), porque tener en el sur de Marruecos a Belmondo y a Lino Ventura en plan colegas que se odian, amigos de esos de toda la vida que lo han compartido todo (- Tampico, Murcia, Caracas…-), significa darle al desarrollo de la película un humor maravilloso. Hay acción, hay humor, personajes entrañables y un marco único…
Como bien señala un buen amigo es un western enmascarado, en lugar de caballos tenemos camiones, en lugar del desierto de Arizona estamos en el Sáhara marroquí, así que no hay galopes, pero cuando Belmondo pisa el pedal de su nuevo camión el polvo es el mismo, el sol que calienta arriba es el mismo y ya lo diré claro: a mí me ha parecido mejor.
Es una película pequeña a la que no cuesta nada elogiar, para mí es un privilegio poderla haber disfrutado y ser el primero que explica cómo puede ser que sea un diez. Pues sí, es un diez por esos tugurios de camioneros tan bien recreados, por el trepidante arranque en la empresa de transportes y todo lo que viene antes de que se inicie una persecución que alcanza un nivelazo insuperable en las curvas de esa montaña en la que se juegan la vida alegremente nuestros protagonistas. Ahí, justamente ahí cuando Henri Verneuil pone la cámara pegada a las ruedas de los camiones, cuando rueda en primera persona haciendo que nos sintamos casi al volante del mismo camión que conduce Belmondo o Lino Ventura, ahí es donde me he emocionado y ahí es donde la magia del cine me ha invadido.
No es fácil pasárselo tan bien con tan poca cosa, lo reconozco, los más exigentes sólo verán una trama sencilla resuelta alegremente… Así que digo diez y me quedo corto, porque lo facilón y lo simple en este caso me ha llenado totalmente. Sólo me queda por añadir una última cosa, no podía dejarlo en el tintero: el papel de Lino Ventura es un escándalo, así de sencillo, si no fuera por su cabezonería, por su carácter, la película no funcionaría tan bien.
Película francamente entretenida y bien rodada de argumento sencillo, personajes atractivos y estupendo guión. Verneuil sabe muy bien lo que hace, no se complica, va directo al grano, sabe rodar la acción con eficacia y también ser generoso con sus personajes y con el marco en el que desarrollan sus peripecias.
Tratándose de un filme francés, y siendo camioneros sus protagonistas, resulta imposible escapar de la alargada sombra de El salario del miedo , obra maestra de la tensión sostenida y del análisis psicológico de sus personajes. Cien mil dólares al sol no llega a tanto, ni tampoco lo pretende, pero es una película de aventuras irreprochable, que nunca aburre gracias al conseguido ritmo que impone esa persecución entre dos amigos, la cual alcanza cotas propias de un duelo.
La realización es impecable, aprovechando con inteligencia extraordinaria las localizaciones en el desierto marroquí, cuya desolación y grandeza son captadas con sentido dramático, al estilo de los mejores Westerns. La descripción de ambientes, especialmente los garitos frecuentados por los camioneros y los personajes que en ellos pululan, resultan adecuados, y frecuentemente son el marco de los momentos más cómicos del filme. Hay secuencias muy bien rodadas, como la que transcurre por la carretera de montaña, en la que los dos camioneros luchan entre sí. Además, la fotografía es francamente buena, plasmando correctamente la luminosidad del desierto. El guión, con estupendos diálogos -a cargo de Michel Audiard- es ágil, define bien el carácter de los personajes, y aporta buenas dosis de humor e ironía, las cuales brillan especialmente en los encuentros entre los camioneros (sobre todo los que tienen lugar cuando, víctima de los percances sufridos durante la persecución, Ventura es rescatado hasta por tres veces por otro transportista). Por si esto fuera poco, podemos disfrutar de unos intérpretes excelentes, tanto los protagonistas (qué decir de Ventura o Belmondo) como los secundarios, teniendo estos últimos bastantes momentos de protagonismo, y siendo especialmente atractivas las actuaciones de Bernard Blier (el anteriormente mencionado rescatador ) y de Gert Fröbe (el empresario).
Por todo lo dicho, una película muy recomendable, merecedora del aprecio de cualquier aficionado a este tipo de historias.
Cien mil dólares al sol es un film muy curioso, en tanto que es un largometraje de aventuras en el desierto del Sahara que a su vez es una película de carretera o road-movie , que al mismo tiempo es una película de camioneros, y que además remite al género del Oeste, al western del cine de Hollywood. Los diálogos de Michel Audiard llevan a la acción a menudo a lo cómico, dando a la historia una gran vivacidad, a lo que hay que añadir la espectacularidad de los escenarios desérticos, que sitúan la acción en una imaginaria África del Norte, con países imaginarios como Hijjar. Lino Ventura, Jean-Paul Belmondo y Bernard Blier bordan sus papeles.
Dos amigos. Dos camiones. Caminos abruptos en el norte de África. Cien mil dólares como llave para la jubilación soñada.
Meras excusas para poner a prueba una amistad forjada a base de décadas de carretera y manta en cualquier lugar en el que una mercancía necesitase ser trasportada (Acuérdate, Rocco. En Tampico, en Murcia, en Caracas. Lo compartíamos todo.).
La avaricia, la perdición de ambos, es lo único que puede resquebrajar tan sólido lazo. Los machacantes, a ser posible en billetes pequeños y de series no consecutivas.
El vil parné se convierte en el leitmotiv de una persecución que se sostiene en el dolor del perseguidor por la traición de su amigo ( Es increíble lo que un tipo puede cambiar, ¿eh? ) y las ansias de pasarse el resto de su vida a la sombra de una palmera del perseguido. Lino Ventura y Jean-Paul Belmondo, respectivamente. Casi nada. El duelo interpretativo está servido.
El suspense francés de los cincuenta y sesenta es sinónimo de buen cine. Y esta no es la excepción. No llega a ser El salario del miedo pero sin duda merece la pena adentrarse en su historia. Un placer gabachos, como siempre.