Cenizas de la guerra
Sinopsis de la película
Valette Bedford es una aristócrata sudista, dueña de una plantación, a quien su vida de comodidad se verá dinamitada por la explosión del conflicto entre sudistas e unionistas. Durante esos oscuros días de penurias y desesperación lo único que la sustentará será el amor por Duncan Bedford, su primo lejano, que es oficial de los confederados. A pesar de las incursiones yankis, Valette deberá conseguir mantener unida a su familia, a pesar que su mansión sea arrasada hasta los cimientos.
Detalles de la película
- Titulo Original: So Red the Rose
- Año: 1935
- Duración: 82
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Opinión de la crítica
Película
7.1
49 valoraciones en total
En el año 1934, se publicó en los EEUU una significativa novela, cuya historia se iniciaba en el año 1861, días previos al inicio de la Guerra Civil Norteamericana. La historia transcurría en la lujosa casona de una familia que tenía una plantación de algodón en la que servían decenas de esclavos, y la protagonista era una muchacha muy atractiva y caprichosa, acostumbrada a decidir lo que quería y lo que no quería. Ella sostiene un romance con un hombre al que intenta manipular cuanto puede, y cuando llega la guerra, dejará de verle durante algún tiempo, y en ese lapso, la muchacha y su familia sufrirán los rigores de un enfrentamiento en el que, los esclavistas habitantes del Sur, llevarán la peor parte.
Creerá usted, sin duda, que estamos hablando de Lo que el viento se llevó… pero no, esta obra, escrita por Margaret Mitchell, se publicó en 1936, dos años después de la que describimos arriba, que fue escrita por Stark Young (1881-1963) con el título So red the rose. Esta novela se venía vendiendo muy bien, y al año siguiente, fue llevada al cine por el director King Vidor con idéntico título y con un guión a cargo de su asiduo colaborador, Laurence Stallings, quien trabajó junto a Maxwell Anderson y Edwin Justus Mayer.
Vidor hace una interesante recreación de la historia, aunque por su condición de hombre liberal y profundamente respetuoso de los afrodescendientes (como lo demostró en su filme ¡Aleluya!), luce un tanto encartado en su esfuerzo por establecer un punto de equilibrio entre el sur, zona de terratenientes y esclavistas (donde él mismo nació y donde estaba localizado Hollywood), y el norte, tierra de hombres de corazón sangrante, que luchaban por la libertad y por el cese definitivo de la esclavitud de la raza negra.
No obstante, Vidor aduce que, los Bedford, son una de aquellas pocas familias –que de seguro también las hubo- que daba buen trato a los esclavos… aunque es muy diciente que, Malcolm Bedford, el dueño de la plantación, no haga otra cosa que tomar licor sin mover un dedo… hasta que la historia le reclama subirse a un caballo. De otro lado, el director se sirve del personaje de Duncan (una suerte de alter ego) quien tiene un carácter pacifista, reconoce que tiene amigos en el norte a los que jamás atacaría, y de paso, odia la guerra porque su filosofía se resume en diez palabras: Me gusta ver que todo crezca, no que se destruya. Pero lo más llamativo, será la manera como las presiones de su enamorada y de las circunstancias, le irán llevando por un rumbo que jamás imaginaba.
Este choque de ideologías, aspiraciones y distintas visiones del mundo, da como resultado un filme que motiva necesarias reflexiones y que. al lado de la película de Victor Fleming -o mejor de David O’Selznick-, resulta más objetiva y cercana a la verdad histórica. De otro lado, Walter Connolly, como el amo Bedford, y Margaret Sullavan como la pasional Valette, consiguen darnos las mejores interpretaciones de un filme que, sutilmente, vuelve a decirnos que la guerra trae siempre consigo más desgracias que beneficios.
De extraña manera, cuando sale a la luz la película Lo que el viento se llevó, el libro de Young y el filme de Vidor, desaparecieron como por encanto (¿?)… y prácticamente, ya nadie se ocupó de ellos. Tan solo se hablaba (sin comparación alguna) de la superproducción que protagonizaran Clark Gable y Vivien Leigh, mientras que el libro de la señora Mitchell se vendía como el pan.
Pero ya usted sabe, la industria cinematográfica funciona de manera semejante a la clase política, y cuando haya que manipular la realidad o desaparecer tal o cual información, se hará hasta donde sea posible… Y si no, miren la copia de LA ROSA DEL SUD que circula ahora, parece rescatada de una caneca de basura. ¡Pero bien que vale la pena verla!
Título para Latinoamérica: ROSA DE SANGRE