Cenizas de amor
Sinopsis de la película
Harry Pulham, miembro de una destacada y aristocrática familia de Boston, pasa sus primeros años en la Universidad de Harvard. Tras el paréntesis de la guerra, Harry acepta un trabajo en una importante agencia de publicidad de Nueva York, donde conoce y se enamora de la bella Marvyn Miles, pero la muerte repentina de su padre le hace volver a Boston. Decide quedarse a vivir, pero Marvyn no puede soportar el ambiente de puritanismo que se respira en esa ciudad.
Detalles de la película
- Titulo Original: H.M. Pulham, Esq.
- Año: 1941
- Duración: 120
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Opinión de la crítica
Película
7.1
96 valoraciones en total
K. Vidor domina el manejo de la cámara, la composición de los espacios, la utilización de los contrastes luminosos, también todos los detalles de la ambientación y es un maestro en la elaboración de estructuras fílmicas.
Pero en esta ocasión su sentido narrativo carece de chispa y no encuentra ese tacto especial que requería la descripción psicológica de los personajes ni la dinámica de la acción.
Así que sosita, algo ñoña y también lenta resulta la versión cinematográfica de la novela de J.P. Marquand en cuyo tratamiento no acertó del todo el director americano por querer ceñirse demasiado al texto escrito.
El intenso argumento merecía un guión más incisivo para dar el salto a la pantalla.
Escondida joya un poco olvidada del maestro King Vidor llena de la indefinible emoción de los grandes clásicos en cada uno de sus imprescindibles fotogramas. En los soberbios cuatro minutos iniciales Vidor ya nos retrata a la perfección a Harry Pulham (Robert Young), un ejecutivo de mediana edad, que trata de escribir para una reunión de antiguos alumnos su autobiografía, lo que le da pie para realizar un ejercicio de memoria través de una serie de flashbacks, donde rememora su vida pasada y, en especial, la relación amorosa con su compañera de trabajo Marvin Myles (Hedi Lamarr). Bajo un ligerísimo tono de ironía la película ventila cuestiones fundamentales sobre la vida, la felicidad, el paso del tiempo o el amor. Al mismo tiempo es una reflexión sobre la crisis de la mediana edad, un somero y premeditadamente lábil repaso a la historia de EEUU en los primeros 40 años de siglo XX y también una profunda radiografía de las diferencias sociales, económicas y culturales entre Boston y New York en una época en que todo ese mundo caduco iba a saltar por los aires con el bombardeo de Pearl Harbor de 1941. Film brillante, profundo, lleno de detalles maravillosos que uno sólo aprecia en todo su valor en la segunda o tercera visión y cuyo gozo renovamos con aclamación cada vez que la volvemos a ver, posee una serena pero ineludible melancolía y un sosegado fatalismo que impregna todo su metraje y que nos atrapa por completo. La interpretación de Robert Young es sencillamente perfecta y es fruto justamente de una actuación sin pretensiones –este es su impagable mérito- y Hedi Lamarr, más bella que nunca, fascinante, demuestra una vez más por qué está tan alto en el panteón de la colina sagrada. Si en The crowd (1928) asistíamos a la historia de un hombre común ahora asistimos a la reflexión de ese hombre común. Soy feliz como cualquier ciudadano medio dice Harry en un momento. Obra maestra.
Está claro que lo que el cine pretende es tocar la fibra, y utiliza diferentes elementos.
Un elemento básico, utilizado varias veces, es lo que hacían por la parte final: añoranza a las historias vividas. Aquí lo van haciendo poco a poco para ver si va calando mejor. Una historia presente, va narrando lo que sucedió y porque está poco está el protagonista.
Habla sobre la comodidad social, el hacer cada día lo mismo y cada semana igual, y poco a poco la pasión y los troncos para hacer arder la llama se van dejando de lado.
Aquí, no sé como han toreado la censura, incluye un amor de juventud, un amor de tu vida pero que…. (spoiler)
¡Cuántas personas han renunciado a la mejor parte de sus vidas, por apegarse a las tradiciones o por obedecer el llamado egoísta de unos padres que no desean su independencia!, ¡Cuántas otras ni siquiera se han dado cuenta de que, la comodidad y la estabilidad económica que hoy tienen, no vale un segundo de la plenitud amorosa que un día tuvieron y a la cual renunciaron!, ¡Y cuantas más, al pensar en aquel nombre y en aquel ser que un día les hizo sentir que la vida era maravillosa, de pronto se dan cuenta que podrían sacrificarlo todo si pudieran saltar esa amarga línea del No retorno!
Basada en la novela, H.M. Pulham, Esquire, escrita en 1941 por el brillante escritor John P. Marquand quien, tres años antes, ganara el premio Pulitzer con su excelente The late George Appley (llevada magistralmente al cine por Joseph L. Mankiewicz), CENIZAS DE AMOR es otra ejemplar creación cinematográfica.
Resulta precisa desde su alegato argumental contra la absurda elección conservadurista de la tradición y lo convencional, en contra de la dicha y la pasión intensa que venía ofreciendo una experiencia de cambio. En su estilo narrativo, es toda una lección de cine cuando se aprecian los estupendos y originales recursos de que se vale el director King Vidor para decirnos ciertas cosas. Como ejemplos: Esa carta de Marvin que Harry lee mientras sus empleados tratan de explicarle algunos asuntos concernientes con la empresa que ha heredado de su padre, dando clara cuenta de lo que realmente lo motiva. O lo horrible que suena ese juramento matrimonial a sabiendas de que te has casado como última salida. Estupendo también ese disco que suena distorsionado cuando la pareja intenta un nuevo reencuentro…
Vidor, demuestra además una vigorosa dirección de actores, al lograr de Robert Young y de la preciosa Hedy Lamarr, dos caracterizaciones por las que hacemos un brindis simbólico, pues logran reflejar con precisión ese contraste de personalidades que podrían compartir un universo, pero, donde la debilidad de uno, podría arrastrar con la felicidad que, ambos, se merecen.
Se me dificulta acogerme al pretendido cambio conque se preservan las sagradas instituciones, pero siento que estamos ante un filme que refleja con precisión un estilo de vida que, a muchísmas personas, les ha significado un sentimiento de eterna frustración.
¡Bienaventurados los que aún están a tiempo!
Título para Latinoamérica: SOL DE OTOÑO
La nostalgia por la opción no elegida, a veces amenaza con acompañarnos toda la vida. En ocasiones, somos capaces de hacer de la rutina nuestra balsa que nos salve de huir hacia el futuro. ¿Tendría que haberme quedado? ¿Tendría ella que haber apostado por mí? Nunca se sabrá. Veinte años después ya no hay respuesta. Las cosas fueron así, y así han de quedar.
Esta película es un descubrimiento, una comedia que, mientras la estás consumiendo, sabes que no va a acabar bien. Y la vas consumiendo amargamente, recordando, enlazando ficción con tu propia realidad. Es la vida, la de todos… o casi todos.
Amores pasados, puertas mal cerradas, caminos mal elegidos. Es el sino del ser humano racional: equivocarse.
Otra de las consideraciones es lo parecido que somos a esas ardillas que esperan nuestro trozo de pan mañanero. Somos esclavos de nuestro hábitat, y es difícil que seres criados en contextos diferentes se compenetren. Las clases sociales y todo eso.
Silencio.
(Vista en VO)