Católicos (TV)
Sinopsis de la película
Ambientada en un futuro próximo. Como consecuencia de un movimiento ecuménico (Concilio Vaticano IV), la Iglesia Católica se ha unido a otras religiones y ha eliminado gran parte del dogma original del Catolicismo. Un grupo de monjes irlandeses se rebelan contra esta situación y reaccionan volviendo al pasado: empiezan a decir la misa en latín y a actuar según el dogma católico tradicional. Así las cosas, Roma decide enviar a un representante (Martin Sheen) para que investigue lo que está ocurriendo.
Detalles de la película
- Titulo Original: Catholics (TV)aka
- Año: 1973
- Duración: 78
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Opinión de la crítica
Película
5.7
66 valoraciones en total
Se trata de una película antigua, de 1973. Respira las resonancias del Concilio Vaticano II, anunciado en 1959, abierto en 1962 y clausurado en 1965. Un concilio peculiar cuya lengua oficial fue el latín y cuyos resultados, pasado ya casi medio siglo, no pueden calificarse de positivos, ni siquiera para la Iglesia. Ya en esa línea, la novela como la película parecen inspirarse en el movimiento de Marcel Lefevre.
Curiosamente la película, que comienza planteando una cuestión religiosa (hablar de teológica es excesivo) y en tonos relativamente elevados en determinados momentos, se resuelve pasado su ecuador en un problema personal y, quizá por ello, más profundo: la incredulidad del abad que rige una comunidad creyente.
Trevor Howard, auténtico protagonista del film, realiza una gran labor lo largo y lo ancho de su actuación. Martin Sheen está ligeramente ridículo, no tanto por su actuación personal, sino por la endeblez de su personaje, simple mandado de la autoridad. Queda Raf Vallone en su papel como padre general de la orden monástica a la qué pertenecen los anteriores. Es quizá la mayor argumentación en favor de la existencia de un Dios, porque solo en otra vida podría perdonársele la payasada de su actuación. Una actuación ridícula que, en todo caso, arrastra el director que la consiente e incorpora a su película.
Al final una película que contrapone una Iglesia que se cree revolucionaria, hace yoga, viste a la moda y se mueve en helicóptero y unos monjes que viven su fe, creen en los milagros y son fieles a su voto de obediencia. En medio un abad, descolocado espiritualmente que se termina considerando como gerente de algo.
La película tiene la duración justa, los escenarios adecuados y un final medido y duro.
Sencillo telefilm que expone un supuesto cambio en la liturgia de la Iglesia según la doctrina de un futuro Concilio Vaticano IV (teniendo en cuenta que ni el II se llegó a realizar por completo y estamos aun esperando los frutos, parece mucha ciencia ficción ésta).
Para el tiempo de la realización de este film la iglesia experimentaba una revolución teológica y el azote de los curas revolucionarios de la teología de la liberación en sudamérica sacudía los cimentos eclesiásticos.
El film no es chicha ni es limoná… parece promocionar o pronosticar la apertura de la iglesia para acercarla a las conciencias individuales pero a la vez hace un guiño a la tradición y al caracter de la fe y del hecho del milagro en la dogmática del creyente.
A mí personalmente me pareció sólo una anécdota o un hecho curioso, una historia que intenta ponernos a pensar o reflexionar en la fe y su características, pero a 40 años vista lo curioso es ver un jovencísimo Martin Sheen y el veterano Trevor Howard en un duelo interpretativo que en verdad es lo que viene a justificar su visionado.
En tiempos de los escándalos del Vaticano con su cúmulo de escándalos, corrupciones, espionajes y demás, y donde el actual papa ha solidificado con su conservadurismo el inmovilismo de la Iglesia, este film ha resultado una opción inválida e irrealista que por ello sólo lo hace ser una anécdota pintoresca y curiosa que no refleja sino distorsiona la problemática de la fe y nos deja tal y como estabamos ante de su visionado. Solo para muy curiosos…
Años 70. La Iglesia Católica decide renunciar al milagro de la transubstanciación y a la misa tridentina (esto último no es ficción, perduró en la Iglesia 400 años hasta 1962) en favor del ecumenismo y los monjes de un pequeño monasterio de Irlanda se oponen. Enviado por Roma, allí se desplaza un cura progre para meterlos en vereda.
El tema resulta en principio originalísimo, la posicion de los monjes está correctamente fundamentada y los personajes están muy bien caracterizados e interpretados por un elenco de lujo.
El debate es de gran actualidad para los católicos practicantes: ¿va antes el amor a la Verdad, a los Evangelios y a la Doctrina o la obediencia al Papa? Sin embargo, la pelicula no toma partido por nadie y finalmente deja un regusto desconcertante y existencialista.
Película extraña con planteamiento interesante pero con desenlace desafortunado.
En el momento en que, en mi característica avidez intelectual, leo sobre la Historia del Cristianismo, de la Iglesia Católica y del Concilio Vaticano II, sirviéndome, respectivamente, de tres grandes católicos como son Paul Johnson ( Historia del Cristianismo ), Ricardo de la Cierva ( Las Puertas del Infierno ) y Ralph Wiltgen ( El Rin desemboca en el Tíber ), se me cruza en el camino una película tan inquietante como es esta adaptación del libro homónimo del novelista irlandés y ateo — aunque educado en una familia católica — Brian Moore, quien ha conseguido plasmar en su obra un agudo sentido del significado del Concilio tras escasos 8 años de su conclusión. Imprescindible para entender lo que nos hemos estado jugando tras el Vaticano II, cuando la legalidad de la herejía modernista, principal pretensión de los padres conciliares liberales ( Alianza del Rin ), parece haber cundido en la Iglesia Católica, deseosa de un ecumenismo mal entendido que nos llevaría, según esta ficción, a la abolición del dogma de la transubstanciación y, por ende, al vaciamiento y a la destrucción de la fe, como paso siguiente a los cambios ya realizados por el Concilio Pastoral que trajo la Misa Nueva en vernáculo y de cara a los fieles. Las actuaciones de Trevor Howard y Cyril Cusack dan grandeza a una película que queda grabada en la retina y en el corazón, aunque sea para quitarnos el sueño a los católicos, invitándonos a perseverar en nuestra fe.
Me gustó la ambientación y las actuaciones pero el guión no me pareció muy definido, para mi deja muchas cosas en el aire o muchas cosas confusas.
En la iglesia se produce una evolución que no es bien aceptada por los monjes de una abadía, que deciden volverse hacia prácticas más antiguas, y ahí entra en juego el voto de obediencia, la crisis de fe, la rebeldía hacia unas normas impuestas que van en contra de la tradición, el poco margen de maniobra referente a las directrices de Roma.
A pesar de los buenos diálogos entre el abad y el enviado de Roma el rumbo que tomó el guión no llegó a captar mi interés de una forma contínua y a la postre se hizo un poco pesado.