Canciones del segundo piso
Sinopsis de la película
Mientras se producen una serie de hechos que parecen anunciar un próximo caos, un hombre comienza, gradualmente, a ser consciente de lo absurdo del mundo y de lo difícil que resulta comportarse y vivir como un ser humano.
Detalles de la película
- Titulo Original: Sånger från andra våningen (Songs from the Second Floor)
- Año: 2000
- Duración: 98
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Opinión de la crítica
Película
7
26 valoraciones en total
Con Canciones del segundo piso nos encontramos frente a una película en primer lugar, extraña.
¿Extraña en el buen sentido de la palabra? Sí. En todas las escenas, mientras ocurre algo en primer plano, está sucediendo algo de fondo. Ese esfuerzo que tiene que hacer el espectador para no perdérselo, me pareció un recurso excelente muy pocas veces visto. La fotografía de la película es increíble también, una calle larguísima azul y completamente vacía, una ciudad en la que durante toda la película hay un embotellamiento, un basurero lleno de crucifijos, entre otras.
Por otra parte (y esto creo que tiene un gran peso), acerca a uno a la sociedad sueca y le rompe completamente la visión de país perfecto en el cual todo funciona bien .
Según mi opinión, se merece un gran 10 porque tiene todo a su favor, situaciones absurdas que tienen un fondo de gran crítica social, muy buena fotografía, excelentes simbolismos y diálogos.
Canciones del segundo piso es una perfecta colección de imágenes marcadas por un surrealismo demasiado realista -por momentos el surrealismo no es más que un recurso que permite al director satirizar y criticar nuestra sociedad-. Imágenes de un mundo económico putrefacto en el que la poesía es locura y el dinero lucidez. El humor negro ayuda considerablemente a quitarle dramatismo a muchas de las escenas y consigue que esbocemos más de una sonrisa.
Por momentos cercana a la primera etapa de Buñuel -uno no puede evitar acordarse de La Edad de Oro – estamos ante una película recomendable que no dejará a nadie indeferente.
Película extraña y complicada de ver que se quedará grabada en la memoria de aquél que se atreva a verla entera. No estamos ante una película pensada para divertir, ni siquiera para llegar a entretener durante su corta duración, más bien busca la reflexión y el despertar algo distinto en el espectador.
La cantidad de mensajes que podemos encontrar en la película de Andersson es tan grande como la cantidad de interpretaciones que se le pueden dar a una misma escena. Canciones del segundo piso es en realidad un álbum fotográfico surrealista que invita a la libre interpretación en cada una de sus fotos. Las cámaras estáticas que muestran escenarios enormes y profundos sin cambio alguno de secuencia actúan como fotos para un álbum que bien podría servir de radiografía humana en muchos momentos.
Hay imágenes que se quedarán grabadas en más de uno gracias al excelente trabajo de fotografía. Además, Andersson consigue algo muy particular e inusual mostrando siempre en un segundo plano (muchas veces casi imperceptible) algo más interesante casi que lo que se muestra en un primer plano. Pareciera como si el director buscara un mensaje incluso también en esta forma de rodar, dando a entender que no siempre lo que se ve a simple vista es lo importante, y que quizá lo que subyace es tan o mas importante.
Pero caben tantas interpretaciones como gente puede llegar a ver esta película, y eso que ni siquiera pertenecemos a la sociedad sueca. Estoy convencido de que la película está plagada de referencias a dicha sociedad a modo de crítica que fuera de sus fronteras son difíciles de captar. Aún así, los mensajes evidentes como la pérdida de la identidad del ser humano quedan patentes. El hecho de ir hacia un sitio no determinado masivamente prueba ese sentimiento de pérdida del control, hombres trajeados que vagan por las calles en la misma dirección azotándose a ritmo de zombies, poetas que son tratados como locos y un sentimiento apocalíptico que dura toda la película. Una clara referencia al clásico hacia dónde vamos y qué estamos haciendo con nosotros mismos .
Andersson consigue presentar su álbum fotográfico acertadamente, con un ritmo un poco lento pero que da esa sensación de sopor que el director quiere transmitir en sus cortos surrealistas. Como película es una rareza, pero como experiencia lo es aún más.
Película muy difícil de criticar ya que se salta todos los códigos habituales en el cine.
Me ha recordado los planteamientos que hacia Buñuel en su etapa más surrealista pero aquí la forma es sueca y no española con lo que dificulta entrar en su universo.
Para mi la fotografía tiene una belleza extraordinaria, son pinturas en acción.
La recomendaría a quien desee vivir una experiencia creativa pura, película que abre la mente como pocas. Si bien estoy seguro que muchos la odiaran desde los primeros minutos.
Es dificil hablar de una película tras haber curioseado lo escrito acerca de ella y constatar que la gente va muy desencaminada a la hora de identificar referentes y todavía peor cuando toca sacar conclusiones. Porque una cosa es la sarta de lugares comunes compartidos por estos hijos de Perogrullo a la hora de errar con los claros antecedentes, culpa mas que probable del hecho de ver ya no mucho o poco cine, sino siempre el mismo, y otra es lo grave del no ver por dónde van los tiros de esta obra francotiradora, disparos con una trayectoria clara y un objetivo visible hasta para un cegarruto medianamente avispado. Y ahí están, en lo cinematográfico (Bergman en su etapa sin payasos o actores, Buñuel, Godard y, sobre todo, los Monty Python mas radicales, críticos y destructores, influencia más que obvia al apreciar que la película se articula en torno a sketches sin mayor nexo que el parentesco familiar de algunos de los protagonistas de la película) y lo literario (Kafka, el teatro de Brecht y Beckett (sobre todo de este último, donde se espera a lo largo de toda la película a un Godot que no deja de ser el sentido del ¨nonsense¨ vital y que, por supuesto, jamás asomará el hocico) y la aplicación del dadaísmo a la vida occidental contemporanea, entendiendo la destrucción procedente del asco, la apatía, la derrota y la angustia del vivir como retroalimentador de dicha disciplina.
Aclarado esto, la película, ciertamente, es bastante atípica. Son una serie de tomas largas fijas que vendrían a ser sketches o lienzos en plena composición, con dos escenarios activos claramente diferenciados: el primer plano y el segundo. En el primero asistimos en todo momento a una crítica destructiva a la sociedad escandinava, aquella a la que consideramos más avanzada por resultar creadora de conceptos tan ilusorios como Sociedad del Bienestar (que derivó en España en el muy picaresco Calidad de Vida aka ¨compra todo lo que te digamos¨) y resulta estar tan capitalizada como el resto del mundo, sino más, en el 2º suelen aparecer elementos vivos de índole surrealista, pero entendiendo el surrealismo como fuente de crítica y no solo elemento plástico caprichoso (el perenne atasco que remite al famoso travelling crítico de Godard en Weekend, la masa como grupúsculo incapaz de mostrar piedad, solidaridad o cualquier bondad humana individual, las figuras casi supraterrenales que avanzan hacia el primer plano en el inquietante final). Y en casi todo momento 1er y 2º plano interactúan, ya sea para buscar un fin cómico, crítico, epatante o la combinación de ellos.