Campeón
Sinopsis de la película
Un ex campeón de boxeo, que vive con su hijo pequeño, lleva una vida disipada, dedicada por entero a la bebida y al juego. Él desea cambiar, pero no puede. Sin embargo, cuando su mujer vuelve con él, el deseo de rehacer su vida con los suyos lo lleva a reanudar su carrera.
Detalles de la película
- Titulo Original: The Champ
- Año: 1979
- Duración: 121
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Opinión de la crítica
Película
6.2
40 valoraciones en total
Un ex-campeón de boxeo (Jon Voight) cuida de su hijo desde que su mujer (Faye Dunaway) les abandonó. Cuando ésta reaparezca años después, él se planteará volver al ring para no perder la custodia del pequeño.
Remake del clásico de King Vidor, una tierna historia paterno-filial con el jovencito Ricky Schroder arrancando más de una lágrima al público de entonces, fiel a los esquemas melodramáticos de Franco Zeffirelli. Un éxito comercial, que no crítico, luego olvidado.
¡Al final el campeón siempre gana!
Película extraordinaria, historia terriblemente bien interpretada por el niño actor. Argumento más que creible de un padre ex boxeador y borracho que se enfrentará a sus fantasmas del pasado. No es una película para pasarlo bien, es para pasarlo mal.
Hay películas que ves una y mil veces y no te cansan, otras que las ves un par de ellas y ya no aguantan mas visionados, pero hay otras que temes volver a ver. Campeón es una de ellas.
Cuando la ví hace unos cuantos años, me emocionó, me involucró, me enganchó y me hizo llorar. Todavía veo el cartel y oigo al pequeño Ricky decir campeón una y otra vez.
Pero leyendo el resto de los comentarios, quizá ni la película es tan buena, ni el niño tan rico, ni el padre tan rastrero, ni la historia merecedora de tantas lágrimas. Quizá sí, no lo se.
Lo que ocurre es que, como he dicho en otras ocasiones, la magnitud de una película no se mide en efectos especiales, prespuestos, renombre de protagonistas, directores y demás. Las películas se miden por lo que despiertan en tí, y mi ocho es porque en su momento despertó emociones que aún hoy recuerdo perfectamente.
Quizá la vuelva a ver y me dé cuenta que el notable corresponde a una sensiblonería de juventud, o quizá la vea de nuevo y me reafirme en la belleza que encontré en ella hace tantos años.
Hoy por hoy Voight, Dunaway y Shroder me merencen mi más caluroso notable.
Probablemente esta sea la película que más me ha hecho llorar en mi vida. Cuando la vi en su estreno me dejó tan emocionado como si la historia la hubiese vivido yo en carne propia. Luego, cuantas veces la he vuelto a ver, otras tantas que las lágrimas emergen en mis ojos sin remedio. Y esto aunque a algunos les parezca una sensiblería, no lo es —sabido es que hay personas que cuando las lágrimas afloran en la vida por cualquier circunstancia tratan de desviar el imparto que sienten mostrándose insensibles, ridiculizando ese tipo de compulsión o riéndose de ello, el motivo: les avergüenza el aspecto lacrimoso de la condición humana, quizás porque conlleva fragilidad o ternura—, sin embargo, se necesita mucho arte y maestría como director para filmar escenas de lágrimas en la que el guión y los actores conmuevan empáticamente a los espectádores, Franco Zeffirelli en esto es un experto, lo cual es tan importante como encuadrar bien los paisajes, hacer tomas desde puntos angulares complicados o cualquier otro factor de las puestas en escena, y aquí utiliza notablemente temas como la necesidad congénita de madre que todos llevamos en nuestro interior, la figura paterna endiosada por el hijo cual referencia a seguir, etc., etc.
Por supuesto, que más que Zeffirelli, el auténtico campeón de este film, es el niño Ricky Schroder, quien siempre será recordado principalmente por este drama y su impresionante y conmovedora interpretación. Su actuación, de altísima calidad en la transmisión de sentimientos y realismo dramático, fue tan excelente y lúcida que acabó opacando el resto de sus futuros trabajos como actor.
Fej Delvahe
A pesar de verla cientos de veces, nunca puedo evitar las lágrimas.
El pequeño Ricky Schroder está genial con tan sólo 6 añitos, al igual que el dúo Voight-Dunaway. Creánme de verdad, una película que no puede faltar en ninguna videoteca.