Buscando a Eimish
Sinopsis de la película
Con el fin de conocer el pasado de su novia y poder recuperarla, Lucas emprende un viaje que lo llevará hasta Italia y Alemania. Averiguará así quién es realmente Eimish y qué es lo que está buscando. El filme trata sobre las intuiciones y sobre el papel que juegan el destino y las energías invisibles que establecen lazos entre las personas.
Detalles de la película
- Titulo Original: Buscando a Eimish
- Año: 2012
- Duración: 84
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Opinión de la crítica
Película
4.8
23 valoraciones en total
Una de esas lamentables películas que todavía hoy los actores deben aceptar por razones alimenticias.
Hace muchos años ya lo decían algunos de los grandes maestros de la interpretación de este país, refiriéndose a aquellos bodrietes de los años sesenta que se veían forzados a interpretar para poder comer…. Hoy las razones no distan mucho de aquellas. Y así continúan apareciendo películas apoyadas por el anterior ministerio de incultura… Perdón CULTURA. Que de otra manera jamás hubieran surgido y bien que lo agradeceríamos.
Magnífico trabajo de Jan Cornet, con una proyección de su carrera a la que debemos permanecer atentos. El resto para bostezar y la película para sentir vergüenza.
Sé que he sido muy generoso con mi puntuación, pero era la mínima permitida. Lo siento.
Por todos los hombres es sabido que no hay nada mas imprevisible que el carácter de una mujer, pues partiendo de esta base, el protagonista, se embarcará en un viaje entre Italia y Alemania en busca de su novia, que ha desaparecido del mapa y solo ha dejado una señal. A partir de ese momento, Lucas intentará comprender cuales son los motivos que le han impulsado a tomar esa decisión, y se planteará su manera de actuar como novio. El guión parte de esta idea, y narrativamente esta muy buen expuesto, de hecho creo que la construcción de los personajes principales es bastante buena (Eimish huye, pero también tendrá tiempo de replantearse su vida) aunque la de los secundarios deja mucho que desear. El montaje, no lineal, complementa muy bien la trama principal, pues emplea pequeños flashbacks para revivir cada acción que sucede a lo largo de la cinta, y tanto la fotografía como la música son eficientes. Magistral, una vez mas y como casi siempre, Jaenada. Buen debut de la realizadora, pero no brillante, la película decae en la segunda parte tras un comienzo muy prometedor, y se deja muchos frentes abiertos en el desenlace.
Una de las situaciones más odiosas y que desgraciadamente con más frecuencia se dan en cualquier relación de pareja es aquella en la que uno de los dos enamorados se enfada terriblemente con su media naranja, y para expresar su ira no se le ocurre nada mejor que soltar de sopetón y de la manera más contundente posible todas las razones que explican su actual estado de enajenación. Hasta aquí nada especialmente destacable. Lo que sí merece más atención es aquel gesto tan matador que consiste en largarse justo después de haber echado la bronca. Entonar el hasta luego, Lucas, dejar al receptor del chaparrón a solas con la durísima digestión del mensaje, y lo que es más importante, irse justo a tiempo para que el otro no tenga tiempo a responder, creando así la ilusión de que, por falta de respuesta, se ha logrado la victoria en una discusión que jamás debería haber empezado.
De forma muy similar arranca Buscando a Eimish, la ópera prima de Ana Rodríguez Rosell. Un joven con gafas que parecen pesar más que él coge un tren y recorre media Europa para buscar al amor de su vida, quien le ha dejado plantado dejando como único recuerdo una amarga nota en la que se deja claro que su relación no iba a ningún sitio, supuestamente, por la nula voluntad de él a la hora de tener niños. La materia de la discordia es todo un clásico, y ciertamente puede llegar a ser un obstáculo insalvable… lo cual para nada justifica la puñalada trapera de marcharse a la francesa privando al pobre mozuelo del sagrado derecho a réplica. Mal por ella. Y mal por él también, ya que lejos de arrojar la toalla, se pone a babear cual perro abandonado y a seguir el rastro de su querida ama, sin saber que actuando así, no hace más que incentivar una nueva perreta por parte de la novia, cada vez que ésta vuelva a ver que las cosas no van exactamente como ella lo había soñado.
Más grave aún es el hecho de que la fatal decisión tomada por el cánido abandonado sea la principal razón por la que ahora mismo toque hablar de una película tan lamentable como Buscando a Eimish. Plenamente situada en la peor tradición modernillista del mainstream anti-mainstream, las cartas no tardan en ser enseñadas…y el horror empieza a fluir. Más que tratarse del cansino estilo (con su consabida elección musical, su ritmo calculadamente lento, su abundancia de caras de circunstancias que supuestamente deben añadirle profundidad a la propuesta), que a malas puede ser perdonado, ni que sea por lo acostumbrados a él -por puro bombardeo- que estamos a estas alturas, sino más bien porque absolutamente ninguna pieza del engranaje funciona bien.
Peor aún, la mayor parte de ellas parece que estén colocadas allá donde no hacen falta… incluso allá donde estorban. El montaje, por definición eje vertebrador de la narración en este arte, va destapando a ritmo vertiginoso las carencias del filme. El excesivamente brusco y torpe encadenado entre los distintos escenarios es tan solo la punta del iceberg de un conjunto que efectivamente se ahoga en su propia incompetencia. Al guión, ridículo en su desesperada búsqueda de la fachada cool, le cae el flaco favor por parte del elenco de actores, en el que no hay ni uno solo que se crea dos frases seguidas de las que está vomitando… y con razón. Uno de los efectos colaterales en medio de tanto despropósito: el desenamoramiento súbito hacia Manuela Vellés, reina del grito en la deliciosamente brutal Secuestrados, de Miguel Ángel Vivas, quien ahora ejerce de escurridiza novia.
El recuento de daños llega a límites insostenibles cuando se suceden sin parar situaciones absurdas, diálogos totalmente desvinculados del mundo real (de acuerdo con que el factor emigratorio está especialmente agudizado ahora en época de crisis, pero ¿no es un poco pronto para creernos que en Alemania todo el mundo habla castellano?) y ese insoportable síndrome de la depresión por falta de atención recibida que hoy en día sufre demasiada gente… y que por ello es fruto de tantos y tantos conflictos sobre el papel prescindibles. El bobalicón personaje encarnado por Óscar Jaenada pica de lleno, y recorre medio viejo continente para hacerle caso a una persona que en realidad necesita estar sola. Como para no sentir lástima por él… y por el público que pague una entrada para ver este insufrible melodrama que, reflexionando sobre el querer y el ser querido, cree alcanzar lo trascendental, cuando en realidad no llega ni a memez. Dicho esto, a correr sin mirara atrás, antes de que los afectados contesten. No se merecen este lujo.
Ya a los cinco minutos del inicio de la película, cuando Óscar Jaenada habla por teléfono con un amigo y notas perfectamente que no hay nadie al otro lado de la línea, te das cuenta también de que esto no va a ir de interpretaciones sublimes. De hecho, el resquemor ha empezado antes, con tanto primer plano y tanta pausa entre una pregunta y su respuesta. Y te dices a ti mismo Ay, Ay, ay… que ésta va a ser de las pseudopoéticas y pseudointensas . Pues ¡bingo!: el resto de la película corrobora esa primera impresión. Y es que confundir la lentitud con la profundidad, y lo naíf con la poesía suele dar estos resultados en las películas españolas. Una más. Y llevamos…
Crítica 73
«Buscando a Eimish» nos presenta a una mujer ante una encrucijada, en la que uno de los caminos posibles es la huida. Correr como pato sin cabeza tras una idea loca. O bien abandonarse a la atracción del abismo, descansar y dejarse mecer en un decadente pasaje que desciende suavemente hacia la inanidad.
Nos habla de la necesidad de dar pasos para llegar a la orilla de la madurez. De mujeres que saltan por encima de los ríos más caudalosos impulsadas por la llamada de la maternidad. De hombres que no. Y de otros hombres que sí dan el giro al timón porque sus novias quieren ser madres.
Acosa el miedo que se siente en tales ocasiones. La necesidad de tomar decisiones individuales. La soledad inherente en el proceso. El desamparo. La urgencia de una mano amiga.
Ana Rodríguez lo relata en su primera película como directora. Con un aire poético en que se disfruta de viajes en ferrocarril admirando por la ventanilla paisajes que vuelan hacia el pasado, fijando la atención en halos solares fragmentados por el cableado, vías que se separan y se unen apresuradamente.
El estreno en salas comerciales está previsto para el próximo 9 de noviembre.