Blues Harp
Sinopsis de la película
Un ambicioso yakuza llamado Kenji que ha recibido una paliza por parte de un grupo mafioso rival, es ayudado por Chuji, un joven camarero de un bar musical, que despista a sus perseguidores, le cura las heridas y lo esconde en su casa. Pese a que Chuji también se dedica a vender la droga que los enemigos de Kenji le suministran, nacerá entre ambos un fuerte vínculo y Kenji sentirá por él algo más que amistad.
Detalles de la película
- Titulo Original: Blues Harp
- Año: 1998
- Duración: 107
Opciones de descarga disponibles
Si deseas puedes descargarte una copia la película en formato HD y 4K. Seguidamente te añadimos un listado de fuentes de descarga disponibles:
Opinión de la crítica
Película
6.1
89 valoraciones en total
El pope del punki cinema japonés, es uno de esos directores inclasificables, del que puedes esperar CASI CUALQUIER COSA, películas del género yakuza, chambaras psicodélicos o de corte clásico según el caso, adaptaciones de mangas populares, comedias marcianas de humor negro, películas de arte y ensayo, sanguinolentos monumentos Splatter , violentos gores, incluso películas poéticas y surrealistas. Con Blues Harp, realiza una película que podría circunscribirse en el género yakuza, aunque sin desistir de dinamitar el género con una propuesta en ocasiones convencional y en otros momentos rompedora e iconoclasta. El inicio de la película es algo desconcertante, comienza con un flash back tranquilo y evocador del protagonista para acto seguido sumergirnos en unos títulos de crédito de ritmo infernal y arrollador, donde mezcla dos secuencia paralelas con planos entrecortados, contrapicados, imágenes ralentizadas mezcladas con imágenes veloces. Todo parece indicar que nos vamos a encontrar ante otra de sus películas locas, perturbadas, desequilibradas. Pero poco a poco, la película va tomando ritmos narrativos más sosegados y convencionales.
Utilizando el género yakuza como telón de fondo, Miike nos cuenta la relación de estrecha amistad entre dos individuos desclasados, un yacuza de base que pretende llegar un día a ser un gran capo, y un músico de blues, que en su infancia fue abandonado por su madre criándose como un huérfano. Miike abandona un tanto el género gansteril para adentrarse en un estupendo retrato de estas dos personalidades que se conocen por un golpe de azar y rápidamente se comprenden, debido a sus carencias afectivas y a sus deseos de salir de la situación en que ambos se encuentran.
Maravillosa fotografía nocturna de Yokohama, garitos nocturno, conciertos de blues, noches lluviosas y melancólicas, restaurantes de comida rápida bañados en luz de neón, callejones vacios. En el último tercio de la película Miike vuelve a retomar otra vez el ritmo más acelerado para retornar a los clichés de género, rompiendo la película con un anticlímax brutal al cortar la última escena con un fundido en negro que anticipa otro flashback evocador y poético. ¿Final abierto? Ni mucho menos, más bien un cierre brusco que es otra de las características del estilo Miike.
Gran película, que decepcionará un poco a los fans del Takashi Miike más desaforado he ido de olla, y que también podrá resultar algo desesperante para los amigos de la narrativa convencional y las propuestas poco arriesgadas. Cine diferente, o lo tomas o lo dejas. A mí me encanta Takashii Miike, incluso me lo paso bien con algunas de sus bazofias más indefendibles.
Miike nos acerca una película mezcla triada/amista/romance cargada de acción y escenas violentas, con una trama muy bien llevada, un desarrollo lógico, unas interpretaciones simples pero todo ello con muy buena música. Pero siendo sincero, no parece Miike, de ahí esa nota de pasable, es tan natural y simple, que parece que otro la hubiera dirigido por él, y quitando el único elemento que lo puede diferenciar, que es el de la homosexualidad, algo que Miike parece inquietarle en muchas de sus películas, el resto no tiene nada de especial o por lo menos de esa idas de pinza, que a veces gustan y que en otras se odian, pero ese es su estilo y ese es el estilo que por muchos como yo, vemos sus films o por lo menos casi he podido ver ya la inmensa mayoría.
En fin, como película es aceptable, entretiene y todo ello que se acompaña a esa palabra, pero no parece Miike.
La homosexualidad no es el tema, en todo caso la amistad. Dejo esto sentado de antemano por si alguien llega aquí siguiendo la guía de topics. Por el contrario podéis encontraros con una película sobre yakuza bien hecha y que se sigue con interés. El director es un profesional, que no diría yo un artista, que sabe darle un ritmo a su trabajo para que el espectador se enganche hasta el final. Dosifica las relaciones familiares, profesionales, amistosas y hasta las sexuales para tener atrapado al espectador y que este no se pueda perder entre la acción. Uno puede pasarse un buen rato cuando buscas distracción y además puede hacerte pensar en las relaciones humanas. Pero un ruego, por favor, si alguien ve esta película y coincide que ha leído esta crítica, me gustaría que me comentara si hay un plano en negro hacía el final cortando la acción.
Un buen trabajo, una mujer fiel y cariñosa, un hogar propio, respetar las reglas, no meterse en líos y sobre todo mirar hacia adelante, hacia el futuro.
Queremos prosperar en la vida, y sin embargo hay veces que la vida se vuelve contra nosotros…
Poco le quedaba a Takashi Miike para ser reconocido internacionalmente tras estrenar su fantástica Audition , pero para entonces ya contaba con una carrera de ocho años y muchos títulos en su haber, y es que a finales de los 90 había rodado mucho, y a un ritmo desenfrenado. Durante esta época, aunque ya toca todos los géneros, destacan sus eclécticos dramas de yakuzas y jóvenes problemáticos, seña de identidad de su cine, no se aleja mucho de esta línea cuando acepta dirigir Blues Harp , con guión de Toshihiko Matsuo y Toshiyuki Morioka (quien escribió Fudoh ).
Esta historia, en efecto, la protagonizan dos muchachos de vidas aparentemente distintas, criados y unidos en la calle, destinados a cruzarse. Miike la inicia en el ambiente urbano pobre de la Okinawa de los 80 con la triste mirada de Chuji, un niño mitad japonés, mitad afroamericano cuya vida junto a su madre no es precisamente ideal, un comienzo sobrio y áspero que nos engaña de modo intencionado. No sabremos lo que le pasa al pequeño hasta que le veamos unos diez años después, franquando esta elipsis temporal de forma abrupta y lanzándonos directamente a la algarabía de un local underground de Kanagawa, subcultura en la que nos sumerge sin concesiones.
Ahora sí estamos viendo una obra de Miike. A ritmo de potente hard rock interpretado por una banda que nos canta desde el escenario veremos las calles de la ciudad, sangre derramándose sobre ellas y hombres persiguiéndose a puñetazo limpio, este es un relato de yakuzas, sí, pero la verdadera violencia y el drama brota del trasfondo, mucho más importante, y arranca al converger Chuji y Kenji, un joven que trabaja en la mafia perseguido por los miembros de un clan rival, a los que despista el primero. Este encuentro no es casual, pues ellos tampoco son tan diferentes: dos chicos cuyas madres murieron y cuya vida la desarrollaron en la calle.
El resorte de la desgracia parece ser la lejana guerra, bien la de Vietnam, bien la librada contra EE.UU. (lo que recuerda en cierto modo al clásico de Imamura Cerdos y Acorazados , aunque sin duda es Lobos, Cerdos y Hombres o las más contemporáneas Chinpira y Young Thugs las que de mejor manera se aproximan al film). A partir de aquí la trama se parte en dos, siguiendo a Chuji y Kenji en su experiencia vital a través de ese universo tan propio del nipón, atestado de suciedad, corrupción, brutalidad, injusticia, pocas posibilidades de hallar una salida y fábulas hard-boiled que muchos jóvenes convierten en una forma de vida.
Para Miike la actitud es importante con respecto al destino que cada uno desea afrontar. Mientras Chuji, bondadoso, honrado y leal, logra prosperar poco a poco de manera natural, empezando por encontrar a una alegre chica llamada Tokiko (cuya presencia fue decisiva en el encuentro entre los dos protagonistas) e iniciando una nueva vida con ella, Kenji, astuto, cínico y frío, elabora un concienzudo plan para asesinar a su jefe Hanamura y no sólo quedarse con su dinero, sino con la sensual esposa de éste, es, por tanto, la turbia relación que ambos mantienen con los yakuza (Chuji vendiéndoles drogas) el principal impedimento para que sus vidas cambien.
Sobre todo teniendo en cuenta que aquellos para quien trabaja Chuji son los enemigos del clan de Kenji, los mismos que le perseguían al principio, pero también es gracias a las artimañas y manipulaciones de estos asesinos traidores y mentirosos (descritos por Matsuo y Morioka con especial repulsión) el que los dos amigos vuelvan a confluir de nuevo. Alrededor de ellos un ambiente triste y deprimente y una serie de personajes secundarios que se enfrentarán tanto a milagros como a desgracias, equilibrándose la balanza y actuando el Bien ante la presencia invasiva del Mal (el accidente del padre del vocalista del grupo, que impulsa a éste a buscar un nuevo camino junto a su familia).
Esto hace de Blues Harp , pese a su oscuridad y aspereza, una de las obras más optimistas que podemos hallar en la extensa filmografía de Miike, abogando esta vez por la esperanza y el triunfo del Bien, aun provocando que este optimismo se tambalee durante toda la trama, pues aquello que han conseguido esos personajes de los que tanto nos hemos encariñado puede perderse en cuestión de segundos, lo cual mantendrá la incertidumbre y la tensión desde el principio hasta el final, donde el director nos honra con un clímax impactante y una historia que amenaza con terminar de forma circular (en el mismo escenario en el cual empezó).
Todo ello coronado con un nada disimulado sentimiento hacia la homosexualidad, que planea sobre los personajes (Chuji, Kenji, Kaneko), y el mestizaje en Japón, una fuerte convicción sobre la amistad y la lealtad y los distintivos detalles y marcas de la casa del realizador que hacen suyo al film (ya sean sus trucos de cámara o sus salidas de tono en mitad de un entorno corriente). Al frente de él un magnífico duelo interpretativo entre Seichi Tanabe y Hiroyuki Ikeuchi, dos actores carismáticos y veraces, junto a ellos destacan Atsushi Okuno, Akira Ishige, el siempre insoportable pero genial Daisuke Ijima y la encantadora Saori Sekino, cuya luminosidad contagia a la historia.
El ritmo decrece en ciertos momentos, le sobra metraje por todas partes y es cierto que no peca precisamente de original (el argumento lo tenemos más visto que el tebeo), pero Miike sale airoso contra todos esos inconvenientes con un trabajo sincero, amargo, duro y brutal, de desgarrador y significativo desenlace.
Un paso maduro en su cine y su estilo que ya empezaría a dar con títulos como Ambition without Honor , Rainy Dog o Young Thugs .