Blood Vessel
Sinopsis de la película
En algún lugar del Atlántico norte, a fines de 1945. Una balsa está a la deriva en el mar, y en ella, los sobrevivientes de un barco hospital torpedeado: sin comida, agua o refugio, todo parece perdido, hasta que un barreminas alemán abandonado se desplaza siniestramente hacia ellos, dándoles una última oportunidad de supervivencia.
Detalles de la película
- Titulo Original: Blood Vessel
- Año: 2019
- Duración: 93
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Opinión de la crítica
Película
4.7
97 valoraciones en total
Que se introduzca en una película de terror, de manera coherente, la sombra del nazismo, uno de los más grotescos rostros de la maldad de nuestra historia universal y consiga entremezclarse a la perfección con todos los demás elementos ateniéndose al afán del Führer por la magia antigua y el ocultismo es un incipiente perfecto para la elaboración de una obra que, aun sin ofrecer innovación, perfecciona la clásica fórmula del terror de los ochenta serie B en pleno 2019. Blood Vessel es un placer para todos los fanáticos de películas como Abierto hasta el amanecer (Robert Rodríguez, 1996), Alien, el octavo pasajero (Ridley Scott, 1979), Barco fantasma (Steve Beck, 2002), La cosa (El enigma de otro mundo) (John Carpenter, 1982) o Leviathan. El demonio del abismo (1989). Una genialidad que combina los componentes insignia de muchas de esas legendarias producciones situándose su referente más próximo un año antes, en Overlord (Julius Avery, 2018), reivindicando una época histórica para la cinematografía poniendo el ojo donde reside el verdadero terror: en las relaciones humanas.
La tercera película del australiano Justin Dix, a pesar de su paso escarpado entre los espectadores, se sitúa entre las mejores del género actuales por el virtuosismo de recordar, incluso replicar, obras tan prestigiosas y queridas por el gran público desde el sumo respeto agregando frescura en un argumento tan extravagante como perfectamente formado. La manera que tiene Dix de evocar los eslabones con los que el maestro John Carpenter encadenaba la maldad, el monstruo desconocido y las acciones y reacciones de las personalidades individuales ante el mismo, es un síntoma de admiración hacia el cineasta neoyorquino. Y, obviamente, todo bajo una factura baja.
Me encanta la elección del momento histórico y los integrantes de un variopinto grupo para ir más allá del terror gráfico. Por un lado, tenemos la situación de las últimas resistencias del Tercer Reich tras la Segunda Guerra Mundial, desesperada y apostando su última mano por lo sobrenatural. Por el otro lado, tenemos un grupo formado por el bando ganador, cada persona de un diferente país, donde aquello que los unía se va quebrando a medida que aumenta el peligro, sacando a relucir estereotipos odiosos que tambalean la confianza pudiendo explotar en una guerra interna, algo que al fin y al cabo es lo responsable de la guerra que terminaban de ‘ganar’. Y lo pongo entrecomillado ya que es mayor la pérdida de los combatientes que el sentimiento de victoria, habiendo dejado atrás esposas, hijos y sentimientos que nunca podrán recuperar, haciendo una mordaz crítica a aquellos que se ufanan de una victoria capitaneada por individuos egoístas que eliminan de su código moral la relevancia de la pérdida emocional de sus compatriotas con tal de conseguir el trofeo.
La crispación entre los componentes de un grupo en una atmósfera tan tenebrosa aumenta nuestra tensión y, más importante, nuestra alarma ante el peligro, no sabiendo cuál de todas las amenazas detonará la catástrofe. A pesar de lo tópico en la construcción de sus personajes, Dix hace sarcásticas críticas hacia cada ejército participante en el conflicto armado de los años cuarenta. Por ejemplo, la nula diferenciación de Bigelow (Mark Diaco) (del ejército estadounidense) entre comunismo o fascismo refiriéndose al ruso Alexander Teplov (Alex Cooke) (riéndose de los dos bandos e, indirectamente, alegando que son lo mismo) o la cobardía del inglés Faraday (John Lloyd Fillingham) recordando la no-participación de Reino Unido en el apoyo a la República española en 1936 contra la sublevación militar, teniendo consecuencias en el desarrollo de la Guerra Civil y en el estallido de la Segunda Guerra Mundial y pudiendo haber cambiado el transcurso histórico. El director también sabe reírse de sí mismo con el australiano Sinclair (Nathan Phillips), donde otro personaje le pregunta si de verdad los australianos habían luchado en la guerra (siendo, junto Nueva Zelanda y Reino Unido, los únicos activos durante todo el conflicto). Todo esto forma hábil la presentación de todos los personajes, el rol que van a jugar dentro de la historia, la atmósfera y escenografía donde se desarrollará toda la cinta, que experimenta aún más desconfianza y crispación y la concepción de esa condición humana que condiciona cómo va a funcionar el desarrollo.
Otra de las tantas cosas positivas es la importancia que el director otorga a las decisiones individuales, todos poseyendo siempre el mismo protagonismo, que, mediante primeros planos y encuadres en los que toda la acción se releva a un personaje en pantalla, muestra la ocultación de informaciones o intenciones y que solo es revelada a nosotros, sembrando la duda y haciéndonos colocarnos en un bando u otro. Irónico. En el desarrollo, Dix profundiza aún más en sus personajes, en qué eran antes de la guerra, para empatizar con su trasfondo dándoles más humanidad y aplicándolo a las decisiones que tomarán, siendo condicionadas por una personalidad fracturada que se sustenta de los recuerdos previos a la guerra.
Sin destripar más la película, concluyo con que Justin Dix ha creado una gran obra donde la home invasion a la inversa funciona, y es sazonada con la desesperación de la situación que equivale en egoísmo, intereses y recelos, las características que conducen a las naciones a luchar. Sí es verdad que tiene muchos fallos, sobretodo de raccord, pero es una obra diferente y con mensaje que, en estos tiempos, se agradece dentro del género. Si os gustó Overlord, no podéis perderos Blood Vessel. (7.5).
Ya es difícil que te sorprendan con un filme sobre barcos a la deriva. Hay tantas amenazas, generalmente sobrenaturales, descritas en ellos, como fantasmas, espíritus, alienígenas, fantasmas, maldiciones, monstruos abisales, asesinos, piratas, tantas escenas en la que se adentran en la oscura sala de máquinas, o en esos camarotes de puertas oxidadas e iluminación insuficiente, ese conjunto de visitantes en los que siempre hay un codicioso, un tonto que lleva la frase victima tatuada en la frente y esa parejita en ciernes, todos ellos con oscuros secretos personales. Todo es déjà vu. Y este filme no es la excepción. Abunda y se recrea en el tópico mil veces visto, aunque lo hace de manera entretenida para el espectador.
Nos ofrecerá la dosis de gore, la de misterio, la de terror, los interiores pésimamente iluminados, los protagonistas enfrentados y las historias personales tristes. Como tal puede verse, pero se olvida rapidísimo. Ya no me acordaba de ella cuando caí en la cuenta de hacer la critica. Pasa por delante de tu ojos como un soplo de brisa.
Terror clase B, que homenaje a ese subgénero raro de los 70s que mezclaba nazis con todo tipo de monstruos, en este caso vampiros.
La película es irregular, se sostiene mucho en los personajes y depende en cuál se centren en el momento la historia mejora o empeora, por ejemplo todo lo referente al ingles es flojo, porque su personaje lo es, igual el del cocinero negro, encima muy mal estructurado, porque el tipo no se comporta como lo hacían los negros norteamericanos de la época, a los que solo aceptaban los blancos si se mostraban sumisos y obedientes, este es rebelde y mal llevado, de paso todos los personajes lo tratan como un igual, salvo los chistes del otro cocinero, cuando sabemos el racismo que todavía había en la época.
El resto bien, para mí los mejores personaje son Alexander y Nathan, además del vinculo que se crea entre ellos, una amistad fraternal inmediata en una situación limite, ambos son sobrevivientes de varias batallas y tragedias, hombres duros que saben con lidiar con imprevistos.
Le sobran unos 10 minutos y el final si bien a algunos puede gustarles a mí me pareció una mierda.
Entiendo el porqué a mucha gente le ha gustado tanto Blood Vessel y estoy de acuerdo que visualmente está muy conseguida a pesar de contar con un presupuesto bajo. Los efectos y maquillaje son mas que destacables y encomiable.
Sin embargo para mi, la cinta es algo aburrida y su genial diseño de monstruos no es suficiente para justificarla.
Todo comienza como un mal chiste: un inglés, una chica guapa, un cocinero negro, un ruso, un australiano y un americano se suben a un buque alemán, y encuentran a una niña rumana (con una muñeca francesa, no es broma).
La historia daba para más, centrada durante la segunda guerra mundial y con su trama algo resultona, aunque cintas con rarezas, experimentos o secretos de los alemanes nazis de aquella época ya hay una infinidad.
Está entretenida, pero tiene demasiados huecos y momentos incoherentes (pondré algunos en spoilers, para curiosos).
No comento aquí lo que encuentran en el buque, ya que no aparece en la sinopsis, pero con ver los pajaritos del poster, ya te puedes imaginar. Un producto para fans del género que tengan un hueco aburrido y pocas opciones.
No es terrible, pero tampoco es buena, un entretenimiento barato que se olvida rápidamente.
Wolf.