Blancanieves
Sinopsis de la película
Versión libre, de carácter gótico, del popular cuento de los hermanos Grimm, que ha sido ambientada en España durante los años 20. Blancanieves es Carmen, una bella joven con una infancia atormentada por su terrible madrastra Encarna. Huyendo de su pasado, Carmen emprenderá un apasionante viaje acompañada por sus nuevos amigos: una troupe de Enanos Toreros.
Detalles de la película
- Titulo Original: Blancanieves
- Año: 2012
- Duración: 104
Opciones de descarga disponibles
Si quieres puedes descargar una copia de esta película en formato HD y 4K. A continuación te mostramos un listado de fuentes de descarga directa disponibles:
Opinión de la crítica
Película
7
71 valoraciones en total
Película imprescindible que pone de manifiesto las paradojas de la originalidad.
Se estrena después de la aclamada The artist —la película que barrió en la edición de los Oscar el año pasado: 10 nominaciones, de las que obtuvo 5 premios, entre ellos, a la mejor película, mejor director, mejor actor y mejor banda sonora original— pero, al parecer, Blancanieves se concibió mucho antes, pues Pablo Berger la tenía en la cabeza hace ya siete años. Se cumple así la maldición de nuestros creadores e inventores: como ocurrió con Monturiol con el submarino o De la Cierva con el helicóptero, tenemos las ideas pero por diversas razones —sobre todo de financiación— las aprovechan otros.
No cabe duda que haber sido, en cuanto a su estreno, sucesora y no antecesora de The artist le resta mérito, porque siempre habrá quien pensará que se ha hecho al rebufo de ella. Sin embargo, en mi opinión, la originalidad de su argumento supera, con mucho, a la de su rival.
Originalidad que no sólo consiste, curiosamente, en volver atrás, sino que es un monumento al arquetipo, al estereotipo, y al tópico
1 ) Arquetipos exigidos por el cine mudo, que precisa de la sobreactuación —hay que expresar en imágenes a palo seco sentimientos y estados de ánimo—, la exageración —la potencia visual reside en el contraste, los blancos y los negros anulan los grises, de ahí que esta película pueda considerarse expresionista— y el maniqueísmo —los buenos son muy buenos y los malos son muy malos, las matizaciones las proporciona la palabra—.
2 ) Estereotipos para retratar a la España eterna. El matrimonio entre el traje de luces y la bata de cola, entre el estoque y la guitarra o la pandereta, entre el torero y la folclórica. Pero hay algo de metáfora de la actualidad no buscada en esta película. Blancanieves (España) es conformista con la situación de opresión que vive. No se rebela. Su posible salvación la encontrará o no en las circunstancias y en agentes externos. A pesar de los baldíos esfuerzos de los dieci… siete enanitos autonómicos ¿acabará salvando a Blancanieves el príncipe germano o no llegará nunca?
3 ) Tópicos o elementos tradicionales como corresponde a un cuento de los hermanos Grimm, que fueron más recopiladores que creadores. La deconstrucción del relato clásico se hace conservando todos sus elementos originarios u originales: La crueldad de la madrastra —Maribel Verdú encantada en su papel de mala-malísima, que borda—, la ingenuidad de Blancanieves —acertadísima selección de Sofía Oria y Macarena García para los papeles de la protagonista niña y mujer—, el contrapunto de los enanitos —los siete que son seis, que recuerda aquel examen de Primaria en que se preguntaba por los continentes y el examinado contestaba: los cuatro continentes son tres: Europa y América , ¡ah!… y un hallazgo el enanito travesti—, La negligencia del verdugo —un masoquista cuyo uniforme muy bien elegido y cuyo bigotito le hace encarnar el fascismo a las mil maravillas—, la manzana envenenada —recurriendo a la farmacopea y no al hechizo—, el espejo mágico como revista ilustrada que margina a la madrastra en favor de Blancanieves —los medios de comunicación como jueces, notarios y portavoces de la fama—.
Mención aparte merece la música, la otra gran protagonista de la película. Como dice el propio Berger: En el cine mudo la música es el diálogo de los personajes. Gran labor de Alfonso Villalonga sobre un trabajo previo de Alberto Iglesias.
Para terminar, algo que no hubiera querido escribir. Día del estreno, viernes, sesión de noche, sala céntrica madrileña: sólo tres personas como público. La desmesurada subida del IVA ha sido una puñalada trapera. Como especie en extinción, debemos ya empezar a ponernos la pegatina: Salvemos al cine español .
Por lo que veo en la mayoría de las críticas (especializadas o no) es que la gente, más allá de la película en sí, se queda obnubilada por el formato mudo y en blanco y negro, da igual que la película sea un auténtico coñazo, que lo es, el supuesto riesgo de acometer una empresa de este estilo es suficiente para que haya un prejuicio masivamente favorable por la película. Y por supuesto, después de verla, obra maestra absoluta.
Pues bien, creo que con coñazo casi insoportable le hago justicia a la obra maestra de Pablo Berger. La propuesta es sumamente original, no tiene discusión, pero madre mía, unas escenas tediosas, demasiado largas, un humor rancio ( la Verdú posando con un perro ) original (los momentos más graciosos los protagoniza un pollo) supuestamente dramático y ejemplo de retrato histórico (la sesión de fotos con el muerto), la pedazo de crítica social (firmar un contrato sin saber leer, la burla hacia lo diferente) muy poca imaginación en lo visual (admiro mucho más The Artist desde que he visto Blancanieves) en fin, un filme muy, muy flojo, ensalzado y publicitado por su formato, no por su calidad cinematográfica.
Aunque existen muchas maneras de baremar la calidad de un director, un altísimo porcentaje del público parece conformarse con calificativos como bueno , malo , me gusta o no me gusta . Se habla poco de la valentía y el riesgo en el cine, sin embargo es uno de los factores más relevantes a la hora de medir la temperatura cualitativa de un director en el contexto de su género, su entorno, su industria.
Hace casi una década el cineasta bilbaíno Pablo Berger debutaba sacando toda su casta en Torremolinos 73, una cinta terriblemente infravalorada en una cartelera tan cainista como viene siendo la española. Nada nuevo, malditos seamos.
Mientras muchos pensábamos que Berger se encontraba retirado y desencantado con la industria, el bueno de don Pablo trabajaba con ahínco y absoluta dedicación en todos y cada uno de los aspectos que ahora forman su nueva obra: BLANCANIEVES, una magnífica y original revisión del cuento de los Grimm aplicada a la España de los años 20. De lo más atrevido.
Su inicio es trepidante desde esa primera secuencia (en una plaza de toros) que bien puede considerarse una de las mejor rodadas de todos los tiempos en este país. La ambientación es extraordinaria y se ajusta correctamente a las necesidades de este grandioso ejercicio sonoro . El equipo de producción merece mucho más que nuestro simple indulto.
Desde la eterna Ángela Molina hasta la infatigable Maribel Verdú, la ganadería de actores se encuentra sembrada por completo. Todos están exquisitos, pero es ante cada mirada, cada gesto y cada quejío de Macarena García cuando uno se siente obligado a quitarse la montera por respeto.
El duelo niña-madrastra sobrepasa lo perfecto y el montaje es una lección de intensidad, garra y humor en sintonía. Chapó a la fotografía expresionista de Kiko de la Rica, protagonista necesaria en cada plano del filme. Oídos muy atentos a la banda sonora creada por Alfonso de Vilallonga y, sobre todo, a la voz inquebrantable de Silvia Pérez Cruz.
Estamos ante una brillante traducción del cuento al esperpento español que logra sobradamente un sincero equilibrio entre ridículo y ternura. Un melodrama de los que ya no se hacen y que te atrapa de principio a fin gracias a un sinfín de virtudes.
Ojala el final de este cuento sea el principio de una hermosa travesía para don Pablo Berger y su Blancanieves de Triana. Por fin alguien osado. Por fin alguien que entra a matar. Por fin las orejas y el rabo. Por fin un olé .
Los elogios se han desbocado. No hay que tocar las campanas. La película es interesante pero no descubre nada nuevo, nada que no se hubiera contado ya así ochenta y cinco años atrás. Tampoco The artist inventaba nada, pero la historia era estimulante para cualquier mirada. Había una emoción simple en ella, pero funcionaba. Aquí alguien llora y tú no lloras. Alguien ríe y tú no ríes. Esta Blancanieves bizarra, goyesca, expresionista, solanesca y buñueliana, no alcanza todo lo que pretendía. Es buena. Es hermosa en muchas fases, pero el conjunto está descompensado, con una presencia excesiva de folclore gratuito y un drama inexistente. Demasiado toro. Demasiada pandereta. Demasiada estampa carpetovetónica. Sugerente. Estimulante. Pero no fascinante. No memorable. No inolvidable.
El público en Donosti acaba de ovacionarla hace apenas media hora de su proyección para el público en la sección oficial y no es para menos. Esta joya de Pablo Berger nos ha mantenido una durante una hora y media tan hechizados y encantados como a cualquier niño al que se le narra un buen cuento de hadas. La atrayente ambientación, el elegantísimo diseño de producción, los originales vuelcos que se le dan a la historia y unas interpretaciones llenas de magia por parte de la dupla Sofía Oria/Macarena García (Blancanieves niña y adulta, respectivamente) hacen de esta versión una de las más cuidadas y exquisitas vistas hasta la fecha.
Mención aparte merece una malvada madrastra más malvada que nunca, que convierte la infancia de la protagonista en un verdadero calvario y que se encarna en una Maribel Verdú completamente villana y en su salsa. Berger además acierta al escoger la ambientación castiza, otorgándole acentos de misterio y tragedia y creando un estilo con encanto: el gótico taurino.
Juega con los claroscuros y los espacios para fabricar una atmósfera lúgubre, decadente y seductora y consigue atraer la empatía hacia los personajes que se mueven en ese mundo hipnótico que es un poco como la misma Blancanieves: una exquisita rareza que dormita en el interior de una urna de cristal, provocando a partes iguales admiración, tristeza y curiosidad.
El perfecto broche final no hace sino subrayar los logros de una obra que merece llegar, ganar y perdurar. Esto es magia pura, de la que se produce cuando el cine sueña con la razón y en lugar de producir monstruos, produce maravillas como ésta.