Black Mirror: 15 millones de méritos (TV)
Sinopsis de la película
Sátira sobre la telebasura, los reality shows, el abuso tecnológico, nuestra insaciable sed de distracción y la deshumanización de la sociedad hacia la que nos dirigimos. Segundo de los episodios independientes y autoconclusivos (con diferentes tramas y reparto) Black Mirror creada por Charlie Booker, antiguo crítico televisivo de The Guardian y artífice de Dead Set (2008). Black Mirror es una aclamada miniserie sobre las consecuencias de la tecnología en nuestras vidas que ha obtenido impresionantes críticas.
Detalles de la película
- Titulo Original: Black Mirror: Fifteen Million Merits (1x02) (TV)
- Año: 2011
- Duración: 59
Opciones de descarga disponibles
Si lo deseas puedes obtener una copia de esta película en formato 4K y HD. A continuación te mostramos un listado de posibilidades de descarga directa activas:
Opinión de la crítica
7.2
27 valoraciones en total
En la novela 1984 de George Orwell, la libertad de expresión es reemplazada por una suerte de organismo definido como el Gran Hermano que vigila y controla a la población. En una película teóricamente dirigida a infantes, WALL•E de Andrew Stanton, la humanidad ha llegado a convertir el planeta en un estercolero y los que sobrevivieron al desastre viven en naves controladas por robots, en las que su única función es vivir una vida sedentaria utilizando las máquinas para todo. Que dos piezas enfocadas a tan diferente target nos hablen de nuestro futuro con tanta negrura no es de extraña viendo cómo está el mundo a todos los niveles y con 15 Million Merits , segundo episodio de la miniserie satírica Black Mirror, Charlie Brooker nos da otro mazazo en la cara a la hora de analizar los realities y otro tipo de realidades ya existentes llevadas hasta el límite. Con un punto de partida un poco parecido al de la reciente película In Time , se plantea una futuro en el que todo el mundo vive en centros comunitarios consiguiendo dinero digital y realizando labores para que todo funcione (luz, agua, etc.). Los no aptos son relegados a trabajos de limpieza, los aptos siguen pedaleando en una bicicleta estática generando energía y sólo unos pocos con un don especial son capaces de aspirar a algo más: cantar, bailar, interpretar…
Pero Brooker nos odia, a todos, aunque de algún modo extraño casi parece tenerle cierta simpatía a nuestro personaje principal, un hombre de color que sólo escapa de su rutina tras la aparición de una mujer con un don para la música. Decir más de la trama es espoilear y no me apetece hacerlo, porque como ocurría con el episodio anterior de la serie (The National Anthem) esto hay que verlo para creerlo. Su mala hostia sólo es equiparable a la inteligencia con la que el guión nos presenta este mundo sin libertades, en los que todo tiene un coste, incluso saltarse la abusiva publicidad. Si cierras los ojos mientras ésta aparece serás alertado y una voz indicará que debes abrirlos… una dramatización de una realidad actual no tan diferente. Tristemente el episodio tiene un pequeño problema, y es que su tramo final es (tras cierto monólogo desgarrador) un poquito decepcionante. Aún así la sátira funciona, va directa al espectador y demuestra que la televisión (en EEUU o Reino Unido, da igual) está totalmente abierta a un tipo de obras tan arriesgadas como la aquí presente. Otro gran episodio para una miniserie que lleva dos de dos, y que con su tercero (ya emitido en su país de origen) podría convertirse en la verdadera revolución de la temporada, sobrevolando -o haciéndolo a la misma altura- que ciertos gigantes de 2011 como Juego de tronos .
Las similitudes de este capítulo con 1984 son tan evidentes que ni siquiera voy a intentar evitarlas. Un futuro distópico en el que los seres humanos trabajan en espacios cerrados, en bicicletas estáticas, permanentemente rodeados de pantallas. Con el dinero que consiguen pueden pagar más entretenimiento audiovisual, es decir, pueden pagarse mejores grilletes . O, pueden emplear el dinero en pasar la publicidad, cuya visión de otra manera es obligatoria. La gente obesa es considerada inferior, y así se le hace saber.
Nuestro Winston Smith particular es un hombre negro, alienado, viviendo sus 24 horas en su carcel de paredes iPad. Su vida le parece tan absurda y carente de sentido que ha llegado a acumular 15 millones de méritos, (la moneda) y no tiene en qué gastarlos. Hasta que aparece una mujer, y nuestro Smith siente la necesidad de hacerla prosperar a través del sistema enfermizo en el que viven.
¿Las tecnologías de la información deshumanizan las relaciones interpersonales? Brooker parece pensar así, y lleva al extremo la idea. La rebelión frustrada, el conformismo, Smith amando al Gran Hermano, eso es lo que debéis esperar de este gran capítulo de esta gran serie. En honor a la verdad, no recomiendo verlo en un iPad, vistiendo una camiseta del Che Guevara. Podría llevarnos a reflexiones poco agradables.
Era el episodio de Black Mirror peor criticado, sin perder de vista que los tres episodios son una genialidad, un soplo de aire fresco para los amantes del género. Sin embargo cuándo me enfrenté a él, cuándo el I have a dream comenzó a retumbar en mi cabeza entre las pantallas multicolores de ese mundo no tan lejano, no tan imaginario, en absoluto fantástico, cuándo bajo la metáfora suave era capaz de ver mi propia sociedad presa de la pantalla que todo lo corrompe, hasta la ilusión más blanca, hasta el sueño más hermoso, caí seducido por su magia al instante, y, como en los otros episodios, no pude levantarme de la silla hasta el final.
Este episodio, y para mi eso lo hace más grande, exige mucho más del que lo mira. No vale sólo con dejarse contar la historia, hay saber ver más allá, hay que saber vernos a todos nosotros, encarcelados, exprimidos, avasallados y engañados, sin posibilidad de escapatoria o redención. La exquisitez técnica, el colorido y la belleza de lo expuesto contrasta directamente con lo tenebroso del mensaje, estrellándose en nuestras neuronas, diría que no dejando a la mayoría entender del todo lo que acaba de contemplar.
fascinante!!
No es la primera vez (ni será la última) que se haga una parodia de American idol (y similares). En American Dreamz (Salto a la fama) el resultado fue bastante inocuo y poco afilado renunciando a la crítica ácida (Gracias por fumar) y al humor de trazo grueso (South Park, Team America World Police o Borat). En 15 Million Merits, segundo capítulo de la miniserie de Charlie Brooker, se intenta realizar una sátira bajo la mirada inteligente de una sociedad futura con conexiones con la nuestra presente. El nuevo cuento social de Black Mirror trata sobre los mundos virtuales que se proyectan en esas pantallas negras, a las que hace alusión el título, que se convierten tanto en nuestra realidad como en parte de nosotros mismos.
La distopía que plantea 15 Million Merits trata es una visión bastante individualista y no hay espacio para el amor físico aunque el leitmotiv es intentar que lo auténtico, como la voz propia, prevalezca sobre el mundo virtual que rodea en pantallas a todos los ciudadanos. La demanda televisiva consiste en canales de humillación a la gente con sobrepeso, pornografía de consumo, publicidad reiterada y constante y, sobre todo, un programa de cazatalentos que puede hacer que el pedaleo se convierta en fama. La alegoría que plantea la historia intenta representar la actual y reciente juventud actual que ya sólo forma parte de otros conjuntos en mundos virtuales. Se han convertido en simple avatares que los representan en un entorno pixelizado.
15 Million Merits nos habla que cualquier reivindicación, por anárquica e incluso extorsionadora, dentro de un sistema acaba formando parte del mismo. El terrorismo es un arma que muchos gobiernos utilizan para lucrarse o realizar acciones que atentan contra las libertades de los ciudadanos. Simplemente hay que observar el escenario post 11-S y uno se dará cuenta de que el terror puede ser utilizado para manipular a un pueblo cada vez más sumiso. Cualquier ataque que se haga sobre el sistema acaba siendo asimilado e incluso reutilizado para sus propios intereses. Pero Charlie Brooker posiblemente quiera también hablarnos de movimientos globales como el 15-M, los ‘indignados’ de Nueva York, las manifestaciones anti-sistema… Realmente han sido utilizadas por el propio sistema para satisfacer parte de sus propias deficiencias como una falsa y manipulable auto-censura y fingida libertad del individuo. El destino del protagonista del segundo episodio de Black Mirror no es va más allá que el de la sociedad domesticada que le rodea. Todo y todos al final acabamos formando parte del mismo sistema. El individuo no puede disgregarse de algo que es capaz de adaptarse a cualquier acto de rebeldía y escape salvo que, obviamente, decida dejar de existir.
Con ‘15 Million Merits’ se nos plantea otro desafío. Brooker, de nuevo guionista, mantiene el fondo satírico pero rompe con la estructura episódica, nos abre otra ventana que nos transporta a una distopía –inevitablemente recuerda a 1984- que funciona como estructura simbólica de nuestra realidad.
Vivimos para comprar el último móvil de moda, lo más avanzado en tecnología, no somos nada más que espectadores de anuncios. Al mismo tiempo, despliega una acertadísima y visceral crítica de los programas musicales de talentos, equivocado reflejo hoy día del éxito y el triunfo en la vida, ese que solo disimula la soledad y nos convierte en monstruos. La fama cuesta, pero lo que no asegura es la felicidad, el precio para tener una vida mejor es venderse a uno mismo, incluso al propio ideal y los sueños por los que has luchado, como afirma con rotundidad su final.
No deja de ser curioso, pero sobre todo elocuente, que al día siguiente del estreno del episodio en Reino Unido, el programa Tú si que vales, Risto y una de sus concursantes fueran trending topic en España. No aprendemos, volvemos a ser los culpables