Bicho de siete cabezas
Sinopsis de la película
Neto es un joven estudiante de clase media que mantiene una relación cada día más distante con su padre. Su vida cambia de repente, cuando su padre le encuentra una dosis de droga y decide internar al joven en un manicomio, donde será víctima del sistema de esta institución. Internado en el manicomio, Neto comienza a vivir una realidad completamente absurda, inhumana y rodeada de corrupción.
Detalles de la película
- Titulo Original: Bicho de sete cabeças (Brainstorm)
- Año: 2001
- Duración: 88
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Opinión de la crítica
Película
6.8
39 valoraciones en total
Frase muy a la mexicana con poca arraigo dentro de nuestra cultura por lo rudo que puede resultar para la familia, estructura social de gran valor que en muchas ocasiones es la emisora de invaluables enseñanzas pero también de las peores experiencias en etapas de formación. Bicho de siete cabezas en un claro ejemplo al mostrarnos un padre preocupado por el bienestar de Neto, su hijo, al que le dará una lección de vida amarga e incluso irreparable en su desenvolvimiento social.
La película ofrece un abanico de perspectivas de un estudiante incomprendido, asediado, ignorado, burlado, confundido por el entorno hostil y de poca tolerancia. También es una denuncia directa a los centros de atención psiquiátrica donde los derechos humanos son ignorados e incluso pisoteados ante la negligencia de médicos que usan su título de manera alevosa y retrograda.
Al ver atropellos como éste dentro del cine son pocas veces tratados y me han traído a la mente dos metrajes, uno mexicano titulado María de mi corazón (desde el punto de vista crítico a los abusos en centros psiquiátricos) y otro español Barrio (una juventud relegada y sin oportunidades), historias distantes tanto en tiempo como en temática y que gracias a la terrible experiencia real de Austregésilo Carrano Bueno narrada en su libro Canto de los malditos traen como resultado Bicho de siete cabezas, rodado en el año 2000, en Sao Paulo, Brasil.
Película interesante y de las pocas con denuncia a estos centros de abuso más que de rehabilitación.
Buena película brasileña que denuncia los métodos de ciertos hospitales psiquiátricos del país y cómo gente inocente y sin problemas, como el pobre Neto protagonista de esta cinta, terminan viendo su vida arruinada.
Como tal, la película es intensa y muy correcta, ofreciendo escenas espeluznantes en el hospital en que es internado el protagonista. Sin embargo, y a pesar del fantástico trabajo de un entonces desconocido Rodrigo Santoro, el resultado es ciertamente irregular y el ritmo es demasiado lento en algunos tramos, sobre todo después de la dramática vuelta de Neto al mundo real.
Recomendable, no obstante.
Lo mejor: Rodrigo Santoro, fantástico, y la estancia de Neto en el hospital.
Lo peor: El ritmo del último tercio es bastante lento y le falta fuerza.
Bicho de siete cabezas es una expresión brasileña que, traducida en términos igualitarios al castellano, vendría a significar algo así como hacer una montaña de un grano de arena. Exagerar, vaya. Como hizo el padre del pobre Neto.
En un barrio de clase media brasileño vive Neto, un joven que, como tantos otros de su edad, de vez en cuando fuma porros. El padre, de casualidad, descubre un porro en la chaqueta de su hijo y cree que el problema es grave, que su hijo es drogadicto. Y aquí conocemos que el problema es el padre.
Laís Bodanzky , entre compás y compás de música pastillera y un montaje abrupto, crea una película de cine denuncia. Una película que se puede valorar más desde el lado social y humano, sobre todo, si tenemos en cuenta que está basada en las vivencias reales de Austregésilo Carrano.
En primer lugar, vemos una carta del hijo al padre en la que le advierte que se aleje porque le va a contar ciertas cosas que le van a doler. Y así nos metemos de lleno en un flashback de hora y media lleno de penurias, días grises y dolor desde el momento en que Neto ingresa en una clínica de desintoxicación. Las imágenes, de estilo casi documental, nos muestran cómo es la vida en una institución pública brasileña donde no importa que los pacientes estén hacinados mientras el Gobierno siga enviando fondos. Donde los pacientes son maltratados psíquica y físicamente hasta el punto de quedar desquiciados, anulados. Donde, en definitiva, los derechos humanos son un cero a la izquierda.
La poca cohesión familiar y la incomunicación entre padre e hijo son los detonantes de una situación que sirve, al director, de denuncia. Neto, el protagonista, dará tumbos en su vida desde esa experiencia porque le marcará negativamente. Aunque eso, también cambiará su perspectiva.
Cine social crudo, directo y sin ambages, que saca a relucir el lado más podrido de las instituciones mentales y el abuso de poder de los mandamases. Rodrigo Santoro compone, además, un personaje creíble. Débil en su cautiverio forzado y…
Nos cuenta la historia de un chaval al que su padre le encuentra un porro y engañándolo lo encierra en un centro de desintoxicación que es algo así como una cárcel tercermundista, llena de pirados y con unos médicos que solo se preocupan de tenerlos drogados y tener a la mayor gente posible para cobrar las subvenciones.
Le cuesta arrancar y tiene un ritmo irregular a la vez que es una pena con el material que tiene que sea tan ligera y no profundice más en algunas cosas. Pese a ello tiene grandes secuencias y te traslada de forma genial la impotencia del chaval y los efectos de su estancia y tratamiento a la vez que sientes su agonía en una situación muy desesperante y la rabia de ver un sistema podrido.
Seguramente no lo haga pero me han dado ganas de leer las memorias en las que está basada la cinta.
@er_calderilla
Bicho de siete cabezas tiene hallazgos sorprendentes como la utilización de raccord dentro de eje y distorsiones sonoras con algún efectillo visual. Le pierde el discurso y la posición en contra de las instituciones rompiendo la imparcialidad del discurso y el punto de vista del filme:
a) Plano del director del primer centro psiquiátrico pidiendo más enfermos para no perder las subvenciones estatales.
b) Plano del guardia del segundo centro diciendo que se muera esa escoria.
Rupturas del punto de vista elegido que dota al filme de cierto maniqueísmo.
Laís Bodanzky lee la locura en la juventud como una pared pintada de blanco y resquebrajada por los cuatro costados. Un simple cigarro de marihuana, malas compañías y un distanciamiento con sus padres provocan su internamiento en una institución mental. La incomprensión se vuelve absoluta entre padre e hijo y una catapulta mortal para que un adolescente madure y una carta al padre como hilo conductor (¿homenaje a Kafka?).
Esto no es Inocencia interrumpida ni Alguien voló sobre el nido del cuco ni ninguna versión ‘glamourosa’ de la locura. Esto un viaje a los infiernos como el que retrataban Corredor sin retorno o Nido de víboras.
«Un corazón roto puede llevarte a la locura, es la pérdida de alguien que amas. Si él que más amas te deja. Hasta debemos simular que estamos locos, siendo locos… y simular que somos poetas, siendo poetas. Ve allá y lee. El agujero en el espejo se ha cerrado. Ahora soy prisionero aquí. Con un ojo abierto, el otro alerta. Al otro lado donde caí. Este lado no tiene acceso.
Aún si me laman por el nombre. Aún si se permite regresar. Al acercarse la puerta desaparece. La ventana se esfuma en la pared. Palabras de agua disuelven la sed del mundo. Antes de ser dicho, no soy oído. He tratado de dormir noches enteras 4, 5, 6 de la mañana. Ahora me sentaré en esta silla con un oído alerta y el otro estirándose. El agujero en el espejo se ha cerrado y ahora estoy encerrado aquí adentro. Abandonado por el abandono. Encerrado por el lado de afuera.»