Bandido
Sinopsis de la película
Roberto Benítez, conocido artísticamente como Bandido, es un cantante de música popular que, pasando la mediana edad, entra en una crisis estética. Entonces su carrera se estanca. Bandido es víctima de una situación delictiva y vecinos acuden al lugar para ayudarlo, entre ellos Rubén, un viejo amigo que lo acompañó en sus primeros años de carrera. Bandido tendrá en su horizonte una nueva oportunidad de encontrarse consigo mismo y con su más anhelada pasión.
Detalles de la película
- Titulo Original: Bandido
- Año: 2021
- Duración: 95
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Opinión de la crítica
Película
6
72 valoraciones en total
Bandido (2021), película argentina dirigida por Luciano Juncos, es la no del todo lograda obra elegida para la apertura de la vigésimo segunda edición del Buenas Aires Festival Internacional de Cine Independiente (BAFICI).
Por Nicolás Bianchi
De un relato en el que un artista atraviesa un bache profesional y personal a un drama con más tinte social, Bandido empieza por un carril y concluye por otro, bastante diferente, en cuanto a su temática. Algunos diálogos muy forzados, con un registro prácticamente televisivo, y la inserción de un puñado de escenas con aires costumbristas afean el resultado final de una película que cuenta con un punto de arranque interesante y un destacado trabajo fotográfico.
Bandido está más que correctamente filmada pero no tan bien ideada y escrita. El Bandido (Osvaldo Laport) es un cantante cordobés de cuarteto que atraviesa una crisis artística. Por lo que se muestra en las primeras escenas vive en un mundo frío e impersonal. Muchas personas se sacan fotos (selfies) con él y lo saludan pero el músico luce abstraído. A su vez su representante, Antonio (el español Juan Manuel Lara), solo está interesado en que la rueda siga girando para poder facturar.
En una conversación entre músico y manager queda explicitado, sin ninguna sutileza, el conflicto inicial de la película. No quiero cantar más, dice el personaje que interpreta Laport, como si fuera un galán maduro de una telenovela vespertina que aprendió sus líneas de diálogo media hora antes de ingresar al set. Este y otros diálogos que impulsan la trama lucen muy forzados, artificiales, con personajes que hasta entonan los signos de puntuación que se utilizan para el lenguaje escrito.
Una noche cualquiera, mientras atraviesa su crisis vocacional, Bandido es robado en la entrada de un barrio popular. Un grupo de vecinos, en el que casualmente se encuentra el Gringo (Hernán Alvarellos) quien es un viejo amigo del cantante, lo asiste. A través de ese contacto casual la estrella musical se comienza a involucrar en una lucha del barrio que busca evitar la instalación de una antena de telefonía celular en un baldío. A modo de protesta están organizando un baile y le proponen al cantante formar parte del show.
Así el Bandido transita entre dos mundos. Por un lado tiene su casa, ubicada en un country que siempre parece desierto, un manager que busca que continúe su carrera para no perder el negocio, y una hija, Milagros (Vicky Ríos), con la que intenta un acercamiento que, nuevamente, se cuenta en diálogos telenovelescos filmados con textura cinematográfica. Es como si la presencia de Laport arrastrara a la película a un terreno más común para el intérprete, pero a su vez distante de algún registro cinematográfico interesante.
Con la misma torpeza que está contada la debacle del cantante se narra su aventura social en el barrio que busca evitar la instalación de la antena. El conflicto social está lavado y muy ingenuamente retratado al punto que parece visto a través de la ideología del partido político que gobierna la Ciudad de Buenos Aires y organiza el BAFICI. Queremos hacer las cosas bien y no quemar gomas, dice el Gringo. Más tarde el mismo personaje sostiene que la empresa de telefonía (a la que no se nombra) hace muchas cosas bien pero que en esta se equivocaron.
Los problemas siguen con el personaje de Rulo (Maico Pradal), un adolescente que participó del robo a Bandido y que luego se disculpa. El personaje interpretado por Laport le aconseja levantar la mirada y enderezar su postura, como si la delincuencia juvenil fuera una cuestión de actitud y autoestima. Además el barrio cuenta con el personaje del cura regordete y bonachón y la vecina ama de casa que se llama Pocha, estereotipos de los sectores populares que delatan que la mirada de la película proviene de otro lado. El Bandido no encuentra ni cinco centavitos de felicidad, como dice una de sus canciones, en su supuesto éxito y confort. Baja al barrio porque allí parece sentirse vivo y en un entorno de mayor calidez. Allí está lo real, resalta una película que tampoco comprende lo quiere contar sino que lo imagina a través de prejuicios y clichés.
Roberto Benitez, apodado Bandido, cantante popular cansado de fanáticos, selfies y giras se replantea abandonar todo.
Después de sufrir un violento salto, se reencuentra con un amigo, acordeonista de los primeros años de su carrera. Este vive en un barrio pobre, cuya humilde gente debe enfrentarse a poderosos intereses que harán peligrar sus vidas.
Es así como Bandido se involucra con esta gente, tratando de dar sentido a su vida.
Como se ve la película trata de Incursionar en el género de artistas que buscan una segunda oportunidad.
Lamentablemente la película no es satisfactoria. Las escenas pasan en forma monótona, sin que nos podamos involucrar con los personajes.
A la película le falta sentimiento, le falta música, algo grave tratándose de la vida de un cantante.
El director le dio un desarrollo frió a la película, mas vida y dramatismo no le hubiera venido nada mal.
Sin embargo no es una película totalmente fallida.
Rescato el retrato que se hace de la gente humilde y sobre todo la actuación de un más que digno Osvaldo Laport , lejos lo mejor de la película.
Solo pienso lo que hubiera sido la cinta en manos de un director más avezado, como por ejemplo el gran Juan Jose Campanella. Una lástima.
Lo mejor: Osvaldo Laport
Lo peor: la oportunidad perdida de hacer una gran película.
En el arranque del BAFICI, nos topamos con la película que da el puntapié del mismo, Bandido , de Luciano Juncos. En esta obra protagonizada por el uruguayo Osvaldo Laport, nos metemos en la piel de un músico popular bailantero, quien comienza a sufrir una crisis artística en el ocaso de su carrera. Tras un evento particular, deberá reencontrarse consigo mismo y reestablecer su motivación a partir de una vieja amistad de la que se había distanciado.
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Si bien no se trata de una película demasiado audaz, Bandido es bastante prolija a la hora de ir construyendo una historia interesante que a la que vale la pena seguirle el rastro. La dinámica del héroe herido, junto a la autosuperación gracias al rol de lo comunitario, son fórmulas conocidas y seguras, que en este film se ejecutan a la perfección.
Esas pequeñas dinámicas de lo barrial o lo popular, siempre resultan tentadoras, ya que nos ofrecen valores que nos hacen sentir bien representados.
Con un Laport perfectamente adaptado al personaje, Bandido no se transformará en algo memorable, pero sí logrará que a partir de mañana, nos sintamos – tal vez – un poco más humanos.