Bajo el sol de Satán
Sinopsis de la película
Adaptación de una novela de Bernanos. Relato de la agonía espiritual de Donissan (Depardieu), un cura rural que intenta librarse de la desesperación compartiéndola con el decano Menou-Segrais (Maurice Pialat) que tratará de devolverlo al camino del bien. Donissan someterá su cuerpo a atroces mortificaciones, pero no podrá evitar el perseverante acecho del Mal, encarnado en la perversa Mouchette (Sandrine Bonnaire), una joven de 16 años, y en el Diablo, que lo asalta en medio de la noche. El cura sabe que su destino será una batalla sin tregua con lo sobrenatural, que lo hace oscilar entre la santidad y la condenación.
Detalles de la película
- Titulo Original: Sous le Soleil de Satan
- Año: 1987
- Duración: 93
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Opinión de la crítica
6.6
63 valoraciones en total
Extraño, fascinante y nada convencional filme de Maurice Pialat, que adapta la célebre novela de George Bernanos.
Y lo hace con precisón milimétrica, llena de estupendos diálogos…que resultan demasiado literarios y no demasiado cinematográficos.
Esto hace que uno se pueda ir de la película, lo que sería una pena pues es muy interesante.
Además de ello, existen escenas demasiado largas, marca de la casa Pialat, como la de la joven y su amante diputado. Lo que ocurre es que, más tarde se comprueba que son necesarias para la buena comprensión de la cinta.
Una cinta estimulante, aunque rara y con un ritmo tranquilo, en el que aunque siempre estén ocurriendo cosas, puede parecer lento.
Por ello, no se puede decir que sea entretenida, precisamente. Pero sí inquietante y perturbadora, al mostrársenos sentimientos y dualidades de profunda humanidad, que hace que la película contenga una tristeza vital que invade toda la historia.
Como en todas las películas de Pialat, las interpretaciones son soberbias, con un Dépardieu extraordinario en su abatimiento y duda.
Buena, aunque algo difícil película, que ganó la Palma de Oro en el Festival de cine de Canne de 1987.
Tediosa, aburrida, soberanamente somnífera. Ni Sandrine Bonnaire, Depardieu. A pesar de sus grandes interpretaciones y el magnetismo erotizante de La Bonnaire, logran resucitar a este muerto viviente. Deplorable y decepcionante tostón de un cineasta interesante. Por cierto hasta la música es angelicalmente tediosa.
La salud del cine francés ha sido y es envidiable. Sus autores son mundialmente conocidos, su sello como cine de autor de calidad lleva funcionando décadas, sus festivales son los más esperados del año (Cannes, Clermont Ferrand o Annecy son, simplemente, los tres mejores festivales en su género) incluso actualmente, la distribución de sus películas supone una avalancha en la cartelera española, mientras que aquí, al otro lado de los Pirineos, nos tenemos que conformar con 3 estrenos españoles al año con una distribución en salas irrisoria. Y a pesar de lo bien que ellos, y el resto de países, tratan al cine francés, aún hay autores malditos y olvidados siendo Gremillon (Remordimientos), Rozier (Du côte d’Orouët) y el que nos ocupa, Maurice Pialat (La infancia desnuda) los más flagrantes e incomprensibles.
Antes de pasar al largometraje a la edad de 43, Maurice Pialat realizo 14 cortometrajes, entre los que destaca el relato de la Banlieu parisina de L’amour existe un cortometraje documental de una belleza apabullante y un texto exquisito. En 27 años como director, dirigió 11 películas, alejado de la Nouvelle Vague a pesar de ser coetáneo (Desprecia, por ejemplo, el cine de Truffaut al que condenaba de hacer un cine demasiado Explicativo y narrativo) Su influencia en el cine francés es más palpable que su popularidad, y su Palma de Oro una de las más polémicas de todas las ediciones. Al montar al escenario y recibir el atronador abucheo del público, increpo con un Si vosotros no me queréis, sabed que yo no os quiero tampoco ya que las películas favoritas para llevarse con el galardón eran El cielo sobre Berlin (Wenders) y Ojos Negros (Mikhalkov). Yves Montand, el presidente del jurado cerro el tema con unas sabias palabras al respecto de Bajo el sol de Satán y Pialat: Hemos considerado que el trabajo que intenta realizar Pialat y que ha conseguido, lleva al cine a otro nivel, a otro escalón. Podemos ser más sensibles a películas un poco más accesibles, un poco más fáciles, pero por suerte existen los Pialat, los Godard, y los Resnais para llevar al cine a otra altura. Me alegro de que nosotros hayamos votado a la unanimidad por él
Maurice Pialat dirige a los 62 años Bajo el sol de Satán, su noveno largometraje, protagonizado por Gerard Depardieu (La tercera de sus cuarta colaboración) y de Sandrine Bonnaire (Segunda colaboración, interpretando aquí a Mouchette, un personaje que tiene bastante similitudes con Suzanne de A nuestros amores) es la primera obra de George Bernanos y donde se dan cita su tema: El eterno combate entre el bien y el mal, con unas fronteras siempre difusas entre esas etiquetas. Empezamos conociendo al joven párroco Donissan (Gérard Depardieu) confesando al padre Menou-Segrais (El mismo Pialat) la desesperación que le provoca su trabajo, el cómo acercarse al pecado, al mal a través de sus feligreses, va mermando su fe en Dios y generando incomprensión en la tarea que Dios le ha impuesto, pero también hay en él un sentimiento de culpa, se siente indigno de ser un representante de Dios, sentimientos que deja libres bajo la flagelación y el autocastigo. Tras eso conocemos a Mouchette (Sandrine Bonnaire), joven de 16 años que encadena aventuras con hombres maduros. Personaje inseguro, frágil, al borde del colapso, Mouchette, exige a estos hombres, un compromiso más serio, una demanda constante de atención y cariño, pero en el fondo sabe, que esos hombres solo buscan en ella la diversión, la belleza y la juventud que posee. Personaje destructor y destruido, suicida y asesino, Mouchette es un ser impuro que representa el mal, la tentación y la debilidad y aun así, hay arrepentimiento, hay remordimiento de sus actos que la carcomen por dentro y a los que busca una expiación.
Una vez presentados ambos personajes (todo ello grabado en interior) la película parte directamente para el conflicto religioso, trascendental y crucial que Donissan afrontara en ese camino hacia un pueblo vecino. Con una fotografía que empieza dominada por tonos cálidos (ocres y rojizos) para acabar al final de la noche dominada toda la escena por tonos fríos, glaciales, Donissan establece un camino que recuerda al de Pablo de Tarso, ya que al igual que este, en mitad del camino, se ve sorprendido por una presencia que descontrola su mundo. Esta presencia, que se reconoce abiertamente como el Diablo y que prueba primero su fidelidad a Dios, para luego anunciarle que este le ha reservado un camino especial y despidiéndose concediéndole un preciado Don.
Si a unos de los grandes autores de la literatura francesa del siglo XX, dueño de una lírica y una profundidad religiosa inaudita, le añadimos el talento de Pialat, autor que emociona con una frialdad y austeridad, obtendremos Bajo el sol de Satan una película existencialista y densa, sobre el bien y el mal, sobre Dios y Satán, sobre el pecado humano que llevamos heredando desde Adam y Eva. Película que necesita varios visionados, para comprender los dobleces de sus personajes, que posee esa rara capacidad de perpetuar en el recuerdo, por su belleza, por sus diálogos, por esas actuaciones descomunales de Depardieu y Bonnaire, pero también por el debate interior que propone sobre el sentido de la vida, de la fe, de la religión, de todo los que nos rodea.
Entrada escrita para CineMaldito
Cuenta los tormentos físicos y las cuitas espirituales de un cura interpretado por Gérard Depardieu, con cara de no entender gran cosa de los largos parlamentos que suelta sobre lo humano y lo divino.
Las escenas son demasiado largas, y se engarzan de una forma extraña, conformando una trama nada convencional, nada terrena, con pocos asideros realistas o costumbristas y mucho simbolismo y abstracción (hay que tener el día para pillarle el punto, si es que lo tiene)
La representación del diablo como un hombre que manosea y besa al protagonista resulta hoy día políticamente incorrectísima.
Lo mejor es la turbadora presencia de una perversa SANDRINE BONNAIRE, que a veces parece estar en una precuela de La ceremonia por lo que tiene de inquietantemente impenetrable.
La película de Pialat es una historia que tiene mucho que ver con otras tan míticas como Ordet, o como otras semi-propagandisticas, como Padre Pío (con un excelente Sergio Castellito). Se trata de la historia de un santo, el padre Dossignan (Depardieu). Se trata, por tanto, de una historia provocativa, en tanto que nuestro tiempo es un tiempo de escepticismo e irreligiosidad. Hombre basto y de origen campesino, Dossignan se entrega a la mortificación de la carne y a la oración, pensándose siempre indigno de la gracia de sus estado. Se encuentra bajo la tutela de un deán: el padre Menois-Segrais (el mismo Pialat), quien trata de llevarlo hacia la templanza con tolerancia y paciencia, pero al mismo tiempo, dándose cuenta de que su protegido, su hijo espiritual, es un santo. Menois-Sagrais conoce la ambigüedad de esta condición. El santo (léase a Shaw, en su santa Juana, o remitámonos a Ordet) , es un ser de pie en el filo del abismo, entre los demoniaco y la locura, entre la bondad y el pecado, asediado por todo tipo de pasiones, por todos los excesos, aunque sean excesos píos.
El aliento poético de la obra la eleva por encima de la media del cine de calidad. Es una película inspirada, bella, sin trampas ni cartón, tremendamente viva y misteriosa, como su propia esencia: el sentido de la santidad ¿cuál es? ¿la locura? ¿el exceso? ¿la angustia? ¿el miedo? ¿la soberbia? Sea lo que sea, no se la puede apartar o ignorar. Está ahí, en el alma de Dossignan, sin que él lo pretenda, más bien a pesar de él mismo. El milagro ¿de dónde proviene? ¿de dios? ¿de su oponente? La vida ¿qué es sino una lucha constante entre Dios y Satán en nuestra alma? ¿es el Bien, el Bien? ¿La muerte, puede ser vencida por la Fe?
Todas estas preguntas quedan planteadas, no resueltas.
Con actuaciones memorables de todos los intérpretes (la trinidad formada por Pialat, Depardieu, Bonnaire), con una fotografía y un encuadre clásicos, extraordinarios, bellísimos sin ser amanerados, con una música divina, la película mereció la Palma de Oro de Cannes en 1987, en medio de la polémica por su contenido.
La recomiendo calurosamente, ahora que está en DVD, en un estuche con dos discos y extras que vale la pena comprar. Espero que la colección Maurice Pialat siga adelante editando toda su obra que, repito, merece ser vista y admirada.