Baby shower
Sinopsis de la película
Cuatro ex compañeras de colegio celebran el embarazo de una de ellas. El lugar escogido para los festejos es una casa de campo ubicada a una hora de la ciudad. Ha pasado el tiempo desde la última vez que se vieron y una traición cometida recientemente amenaza con destruir la amistad que ha cultivado. La revelación de un macabro secreto y una serie de violentas muertes ocurridas en el sector amenazan con transformar este *baby-shower*en una pesadilla de la que costará mucho despertar…
Detalles de la película
- Titulo Original: Baby shower
- Año: 2011
- Duración: 100
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Opinión de la crítica
Película
3
23 valoraciones en total
Esperaba ver algo terrorífico o algo por el estilo por lo que vi del tráiler, pero no fue así, no pierdan su tiempo viendo este insulto, literalmente es una porquería. En resumidas cuentas esta película entra en el ranking de las peores películas que he visto en mi vida o veré.
Es un tanto gore.
No se detengan en ver esta película porque aporta poco y nada. Bueno, en realidad me gustó la piscina de la casa y su entorno verde… y también aprendí que los chilenos tienen un umbral alto de dolor y una fisiología diferente al resto de los humanos, porque pueden ser acuchillados, baleados, mutilados y aún así no sólo no pierden el conocimiento sino que pueden quejarse y moverse por horas. Digo que debe ser así porque si no, el director, los productores, actores, asesores o alguien hubiera acusado el disparate que estaban filmando.
Actuaciones mediocres, la embarazada es la menos creíble, un hombre guapo al estilo Pasión de Gavilanes y unos efectos que parecen sacados de programa de Televisión regional.
Tengan cuidado con las palas en Chile, al parecer tienen filo, con un palazo puedes arrancar una pierna…
La historia se queda sin historia, totalmente predecible, recurriendo al sexo y al gore como alternativas para ofrecer la emoción que sus personajes y trama no logran suministrar.
En conclusión el único terror son el libreto y las actuaciones, todas mediocres, hoy en día, con el realismo que existe en el séptimo arte una película como ésta es perfecta para perder el tiempo.
Precedida de un potente marketing viral a más no poder, Baby Shower de Pablo Illanes cuenta la historia de Ángela (Ingrid Isensee), una mujer a punto de concebir mellizos quien, tras una complicada depresión, pasa sus días en el campo Los Cipreses, acompañada por la armónica profundidad del bosque, y junto a un impertérrito criado. Allí, llegan Claudia (Francisca Merino), Manuela (Kiki Rojo) y Olivia (Claudia Burr), tres amigas de su infancia con quien vienen a pasar el día, a modo de Baby Shower.
La primera escena nos introduce a Ángela en medio del bosque junto a Soledad (Patricia López), líder de una comunidad llamada Unión del Conocimiento Universal, quienes profesan un extraño culto para la sanación del alma y la (aparente) armonía corporal. Tras la extrañeza de sus amigas ante el cambio de vida de Ángela, el grupo se ve enfrentado a un inesperado misterio: Ángela recibe una llamada telefónica y se entera que una de sus amigas presentes en la casa, se iría de viaje al día siguiente con Felipe (Nicolás Alonso), su pareja y padre de los bebés. Así, comienza a desarrollarse un incómodo encuentro, en dónde todas niegan la situación y Ángela está dispuesta a llegar hasta las últimas consecuencias para descubrir quién la ha traicionado.
Resulta imposible comparar un film de estas características con cintas tradicionales de acción, drama o comedia. Una película de género se enfrenta a sus propios códigos, más aún cuando se trata de una disciplina tan explícita (no por ello menos compleja a la hora de filmar e interpretar) como es el cine gore. Violencia gráfica, torturas, mutilaciones y escenas de alto contenido sexual (violación incluida al más puro estilo Irreversible, nada menos) son los hitos de esta cinta, que bebe del torture porn (sexo y violencia) y el splatstick (humor y violencia), estilos nacidos en los años 60 y que hoy se conoce de manera genérica como cine splatter, sub género del gore en donde la sangre y el horror visual son los protagonistas y la trama subyace bajo la incomodidad del espectador, dejando en segundo plano cualquier atisbo de línea narrativa y subrealidad de cada uno de los personajes. Imposible no traernos a la memoria clásicos del horror gore como La Última Casa a la Izquierda (1972) o The Texas Chai Saw Massacre (1974).
Sin embargo, dichos códigos deben ser respetados y correctamente ejecutados para poder hablar de una buena película, más allá del estilo y el género al cual pertenecen. En este sentido, el director termina cumpliendo su objetivo. Si bien la historia tiene un hilo conductual que da forma y vida a los personajes, este se va diluyendo a medida que avanza el metraje, dando paso a una simple colección de momentos que impactan visualmente por su contenido, consiguiendo traspasar el dolor físico al espectador, lo que podría haber sido muy bien aceptado en caso que el argumento no se hubiese convertido en mera excusa para regalarnos ese festín de escenas.
Los personajes son poco definidos, pero a la medida de lo que exige una cinta de estas características (entendamos que no necesitamos conocer en profundidad las motivaciones de un personaje que huye gritando al ser perseguido por un sujeto cuchillo en mano). Ningún actor queda al debe. Las interpretaciones son regulares y aportan la suficiente cuota de desesperación, sin dejar de lado lo absurdo, el comportamiento equívoco y las preguntas de obvia respuesta. Clichés imprescindibles.
Si bien es cierto, la película alcanza el punto más alto de la industria nacional en efectos visuales y tratamiento del cuerpo humano, los aspectos técnicos son, sin duda, su principal debilidad. Los tiros de cámara, así como los efectos de sonido y la música incidental, resultan forzados a la hora de sumar y restar, y el guión (del que se esperaba cierto grado de perfección viniendo de la trayectoria de Illanes en dicha área), entendiendo que fue hecho a la medida de una cinta gore, deja muchos vacíos que los escalofriantes crímenes y crudas imágenes no son capaces de enterrar. El realismo llevado al extremo aún así requiere perfiles muy bien retratados, sin embargo, el desequilibrio mental de ciertos personajes no alcanzan a perturbar la atmósfera, repleta de conductas desquiciadas y excesos físicos minuto a minuto. Imposible hacernos partícipes del lado más oscuro y enfermizo de personajes antagónicos de los que ni siquiera terminamos entendiendo el por qué de sus acciones, siendo mucho más complicado alcanzar la complicidad con los protagónicos, a falta de signos que nos describan su comportamiento.
En definitiva, concibamos a Baby Shower como lo que es: una película gore chilena calificada como estrictamente para mayores de 18 años, que se ajusta a la gran mayoría de los parámetros del género, con las deficiencias de cualquier ópera prima, pero que consigue incomodarnos al punto de querer quitar la vista de la pantalla, encoger las piernas y soltar una risa cuando el absurdo se apodera del diálogo, siendo efectiva por el grado de alevosía con que se cometen los crímenes. Tampoco elevemos a Illanes como precursor del género en Chile. Patricio Valladares ya incursionaba con Curriculum el 2006, y Visceral (2009) de Felipe Eluti ya es considerada la primera película gore chilena. Sólo midamos la cinta con la vara que le corresponde, que las aristas del cine jamás las terminaremos de contar. Craven y Romero esta noche, podrán dormir tranquilos, que su legado, al final del mundo, está en buenas manos. O al menos, hacia allá vamos. Lento, pero seguro.
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http://www.elotrocine.cl
El deslavazado guión es un pastiche de lo tantas veces visto pero a lo cutre. Sí, ya sé que salpimentar una peli de terror de este tipo con pechos al aire y una escena de sexo es cási necesario, pero, hombre… al menos búscate unas tías que motiven al personal y no una raquítica cuarentona semianoréxica.
Ni la introducción de 3 ó 4 escenas un poco gore consiguen sacar del sopor al espectador y la resolución provoca vergüenza ajena.
Eso sí, si sabemos que el tal Pablo Illanes es el guionista, que él mismo dirige este engendro y que dos de los escasos actores que aparecen tienen, curiosamente, el mismo apellido que él y bajamos el nivel de exigencia porque nos lo tomamos como si fuese un trabajo de fin de curso de la escuela de artes audiovisuales hecha por alumnos inexpertos en vez de una película comercial por la que hay que pagar para ver, quizás podamos aguantar hasta el final sin dormirnos.
Totalmente prescindible.