Azafatas con permiso
Sinopsis de la película
Celia y María viven como pueden, viéndose a veces obligadas a robar alguna cartera. Sin embargo, su verdadero sueño es el de ser azafatas de vuelo. Pero lograr este objetivo no es fácil y, antes de llegar a alcanzarlo, deberán pasar por más de una desventura y situación embarazosa, viéndose implicadas en negocios turbios.
Detalles de la película
- Titulo Original: Azafatas con permiso
- Año: 1959
- Duración: 93
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Opinión de la crítica
Película
4
76 valoraciones en total
El director, guionista y escenógrafo argentino Ernesto Arancibia, de gran proyección cinematográfica en su país con algo más de una quincena de películas en su haber como realizador, de las cuales ‘Y después del cuplé’ (1959) y, ‘Azafatas con permiso’ (1959) rodadas en España, fueron una aceptable muestra sobre su manera de entender el cine con la participación en la ocasión que nos ocupa, con a fotografía de Emilio Foriscot, y la apropiada música de José Pagán y Antonio Ramírez Ángel.
En Azafatas con permiso, Arancibia trata la comedia como un compendio plagado de contrastes donde encontramos el equilibrio entre personaje y narración que, por supuesto, no deja de ofrecer cierta garantía de entretenimiento a pesar del uso de tópicos propios de la época: hambre y miseria de sobrevivencia bañado por el optimismo floreciente de la época, frente a la ampulosidad social exageradamente mostrada en un entorno ajeno a la realidad del momento, lo que no impide a sus protagonistas vivir situaciones de verdadero enredo envuelto en la comedia de la confusión.
El realizador consigue mezclar historias paralelas por medio de los intereses de sus diferentes protagonistas, entre los cuales Celia (Silvia Morgan), y María (Diana Maggi) que nos lleva a través de una narración plagada de situaciones cinematográficas creíbles donde, cual imán, se hace lo indecible para apoderarse de lo ajeno en situaciones donde se nos muestra sin excesivas estridencias conductuales, el reflejo de una sociedad en la que la alegría dicharachera convive entre la necesidad y el divertimento.
Las aportaciones a la trama de Alberto (Adriano Rimoldi) un trasnochado gigoló que se resiste a vivir su propia realidad oculta, Pepe ‘El Viudo’ (Antonio Garisa) propietario de lo ajeno que no lo es tanto a pesar de su veteranía en el oficio, el patoso Agente C-38, protagonizado por un jovencísimo Manuel Alexandre, o la señora Leo, personaje imprescindible que equilibra situaciones de compromiso, protagonizada por la simpar Julia Caba Alba, son partes necesarias en la narración guionizada por José Gallardo y Luis Lucas Ojeda.
En Azafatas con permiso pues, tenemos la ocasión de disfrutar junto a un amplio elenco, entre los cuales (además de los ya citados), el eterno secundario de frágil flequillo José María Tasso, la carismática Mary Lamar, o la siempre recordada y admirada Florinda Chico, en una distraída, agradable y entrañable comedia, donde no falta el optimismo y la intención por conseguir mejorar el nivel de vida social y personal, incluso familiar, de unos y otros.
Una de las dos únicas películas que el argentino Arancibia filmó en España. Se trata de una comedia bastante tonta e incluso desangelada pero decorosa por lo cual al compararla como tantas otras veces con la comedia española de hoy se la puede considerar pasable. Se puede ver a una irreconocible Florinda Chico en una intervención fugaz bastantes años antes de popularizarse en el cine sobre todo por sus papeles para Lazaga y Ozores. La cinta ofrece un ambiente entre jovial y trasnochado que da pie a situaciones inverosímiles resueltas sin demasiado ingenio en las cuales no obstante se aprovechan relativamente las presencias de unas actrices quizá no exactamente guapas pero si bastante sugestivas como eran Diana Maggi, Silvia Morgan y Mary Lamar. El encanto de esas actrices y la agradable música de los títulos de crédito son los únicos alicientes que se pueden hallar en Azafatas con permiso ya que después de un comienzo prometedor poco a poco va deformandose narrativamente. Antonio Garisa y Adriano Rimoldi se muestran discretos en unos papeles que están trazados de una manera convencional y hacen lo que pueden ante la fragilidad del planteamiento general. La obra pertenece a una época más o menos brillante de la comedia española y aunque no es de sus mejores muestras tiene las características básicas del género en su momento de cierto esplendor. Puede salvarse aunque sea un empeño modesto y sólo tenga los alicientes detallados. Una comedia que pudo y debió ser más graciosa y ocurrente.