Atrapado
Sinopsis de la película
El Ministerio de Hacienda detecta una serie de billetes falsos de veinte dólares y reconoce en ellos el estilo de Tris Stewart (Lloyd Bridges), un individuo que ya está en la cárcel. Le ofrecen una reducción de la condena a cambio de que les ayude a encontrar a la persona que está usando su instrumental de trabajo, pero Stewart rechaza la propuesta. Algunas semanas más tarde, durante el traslado a otra prisión, Stewart se escapa.
Detalles de la película
- Titulo Original: Trapped
- Año: 1949
- Duración: 78
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Opinión de la crítica
Película
6.3
69 valoraciones en total
Arranca con una hagiográfica descripción de la idiosincrasia de la Agencia del tesoro estadounidense, deteniéndose en el apartado de fabricación de papel moneda en el que vemos unas muy interesantes imágenes del proceso de fabricación del dólar (la que más me ha llamado la atención y me ha hecho casi babear es ver a un grupo de mujeres en batería contando las laminas de billetes sin cortar como si fueran periódicos), para a continuación darnos una charla sobre el tema de la falsificación de billetes y pasar a la película en sí.
Al detectar una serie de billetes falsos de 20 dólares, cuya impresión les hace deducir a los agentes del tesoro que es obra de Tris Stewart (Lloyd Bridges), el cual está en prisión pero que cuando se le detuvo no se le encontraron las planchas, se dirigen a la cárcel y le ofrecen la condicional a cambio de que les ayude a localizar a los actuales poseedores de estas, cosa a la que en principio se muestra reacio pero que al final vemos que acepta cuando le vemos fugarse de un autobús en el que estaba siendo trasladado y que dicha fuga es en connivencia con la policía.
Todo esto a modo de presentación durante los primeros 10 minutos, a partir de aquí, con la entrada en escena de la chica de Stewart, Meg Dixon (Barbara Payton), este escapándose de la policía para ajustar cuentas con los que están utilizando su plancha mientras el se pudría en prisión y la policía siguiéndole los pasos más de cerca de lo que él cree, tenemos un buen ejemplo de cine negro de serie B, narrado de forma trepidante y sin concesiones, donde las traiciones, buenos, tensos y precisos giros de guion y situaciones se amontonan sin respiro, en el que ya se intuye la mano de ese magnífico y muy personal director que sería con el paso de los años Richard Fleischer, con una fotografía oscura que la sienta como un guante, unas actuaciones que aunque un poco lastradas por el tono hagiográfico con los agentes del orden de que está impregnada la historia (ya saben, policías intachables y muy listos y el crimen siempre paga) sacan adelante con brío la historia y una duración de poco más de hora y cuarto que se pasan en un suspiro, la hacen una (aunque modesta y sin ningún gran estudio detrás) joyita de serie B negra de obligada visión.
Lloyd Bridges realiza un buen trabajo como ese audaz, impulsivo y duro delincuente (además de pelín obtuso y hasta casi gafe) con ganas de dar el gran golpe y largarse a México, John Hoyt no le va en absoluto a la zaga (casi diría que es el amo de la función) como el policía infiltrado John Downey y Barbara Payton guapísima y toda una femme noir (que no fatale) haciendo lo que haga falta por su hombre.
A Lloyd Bridges lo recuerdo con el pelo tieso y esnifando pegamento, y poco más, de los demás digo que es un buen reparto pero que si me he cruzado con ellos por la calle, no me acuerdo. Si la hubiera comprado tabaco a Barbara Payton sí me acordaría, pero mejor no haberla conocido.
Lloyd Bridges aquí tiene una oportunidad de escapar de la cárcel y después de una especie de mini documental para presentar la película, lo hace y se escapa. Pero la policía no es tonta, eso dicen, y a los del Tesoro no le gusta que les copien sus billetes con que van a por él.
Lo bueno de Atrapado es que los hechos no son frutos de ninguna casualidad, todo va sucediendo según los planes de uno y otro, sin giros ni tonterías ni trampas. Es la trama del gato y el ratón en el que el gato también es ratón, sólo Barbara Payton es ajena a la trama, lo suyo es que su corazón está atrapado por el fugado de la Justicia.
Si tienes ocasión, dí que sí al mundo artístico de la falsificación con Lloyd Bridges y su chica.
Esto que voy a contar es verdad. Aquí, hace poco circulaban billetes de 20 euros falsos. El gitano del mercadillo los reconoce rápido, no necesita máquina ultravioleta, ni lámparas, ni detectores de billetes falsos, ni demás leches. Lo sé porque mi mujer fue a pagarle con uno y el gitano le dijo que nanai. Mi mujer no es rubia ni tenía idea que el billete era falso. Yo creo que los billetes los hace el gitano o sabe quién los hace.
Esta historia de perros y gatos, de un ladrón perseguido que tendrá que perseguir, empieza, con un guiño irónico quizás, con un mini-documental de escasos minutos de duración sobre cómo se hace el dinero en Estados Unidos y los ingenios que se han ido ideando para sortear a los falsificadores de billetes, que con sus trucos amenazan la estabilidad del sistema financiero norteamericano.
El documental, que sirve de prólogo a la trama que se desarrollará, se funde poco a poco con la película en sí, cuando una anciana acude a ingresar unos billetes al banco y el cajero, ante la sorpresa de la vetusta dama, se lo queda para examinarlo y llamar finalmente al FBI. La agencia estatal identifica la falsificación como la de un conocido estafador que ahora está en la cárcel, por lo que recurren a él en busca de ayuda. Aquí entra en escena el joven Lloyd Bridges, en uno de sus primeros papeles importantes.
A partir de este momento, como ya nos podemos imaginar, el pillo de Lloyd Bridges se las ingeniará para librarse del yugo que lo retiene, y volver con su pandilla para seguir haciendo de las suyas, pero, claro, su enemigo es el FBI, que no se dejará engañar así como así.
En general la película sabe mantener el ritmo a lo largo del metraje, con algún que otro momento de tensión, y hasta de sorpresa. La gracia está también en el argumento. Deja de lado los temas más asiduos como los capos de Chicago o los amigos que buscan venganza, para centrarse en la figura del malo, un malo que al final nos acaba cayendo bien, merced a la gracia del protagonista y de su encantadora novia, que le dará soporte incondicional. Una chica que también se sale de rol de femme fatale, para convertirse, no en la mujer a amar, sino la que ama apasionadamente.
Dos momentos a destacar son, uno, cuando el FBI pone una trampa algo hilarante y, dos, la persecución en coche y su vibrante final.
Los componentes formativos del cine son innegables. Desde saber lo que ocurrió entre tu padre y mi madre hasta aprender todo aquello que siempre quisimos aprender sobre el sexo sin atrevernos a preguntar, pasando por como matar a la propia esposa y otras nimiedades de tal cariz, el caso es que el cine, como el libro gordo de Petete, te enseña, el libro gordo entretiene… , de tal forma que nuestra cultura se hace vasta (con v, no seamos mal pensados).
Traigo esto a colación a propósito del film de Richard Fleischer,Trapped, donde se nos pone al día (de ayer) en cuanto a las competencias del Departamento americano del Tesoro, especialmente por lo que hace a las técnicas de impresión de billetes y a la lucha contra las falsificaciones. Los inicios de la película son una especie de documental sobre el tema para meternos en harina y compadecernos de la señora a la que el Banco retira los billetes falsos al tiempo que la reprende por no estar al loro. Si es que lo ha dicho hasta Laporta Que no os engañen. Al loro….
La cosa es que me acerqué a la peli, con cara de bueno, pero sobre todo por ver de nuevo a Bárbara Payton quien me dejó unas vibraciones mas que aceptables en Murder is my beat. Sin embargo, en Trapped la Payton va más de niña buena que de femme fatale·. Y eso que el género de cine negro daba para este tipo de cosas. Pero no, la Payton se guarda las sugerencias para otro día, así que debemos conformarnos con la oferta cinematográfica pura y dura, lo cual no es lo mismo.
Pero resignado y todo, le he sacado partido a una película de un noir mas que aceptable, con sus dosis de originalidad, lo cual no es poco en los tiempos que corren, y con un director como Fleischer conocido por sus temas aventureros, digamos Los Vikingos, Barrabás… y que enfrenta el tema de la fabricación de billetes falsos y sus redes de distribución, contando con un joven LLoyd Bridges, patriarca de la saga Bridges, en un trabajo interesante, donde como cantaban Los Módulos, Todo tiene su fin, referido a las maldades y a los malos, evidentemente.
Por cierto, graciosillo el chiste del policía al dar un nombre ficticio al delincuente: Podría llamarse Bridges. Es el apellido de mi suegra y siempre desee ver como quedaba escrito en una ficha policial.
Las cosas que hay que ver ¡eh sir John!
A partir de un planteamiento inicial de carácter didáctico y moralizador, el largometraje no tarda en penetrar en los entresijos de una historia oscura con originales implicaciones y un increíble sentido de la intriga y del suspense.
Cine negro sin disimulos.
Las artimañas del hampa, los dobles juegos, las añagazas y los embustes de unos y otros se unen a un piano que desgrana sus notas trepidantes como poseído por el don de lo perverso cada vez que los malvados se entregan a sus fechorías.
R. Fleischer dirige una película de tono ajustado, de timbre brillante, armoniosa, ponderada, dinámica y, por momentos, vibrante.
Aunque a veces lo farragoso de ciertos detalles va en detrimento de su claridad expositiva.