¡Atraco!
Sinopsis de la película
En 1956, tras el asalto a una joyería por parte de dos ladrones argentinos, se pone en marcha un operativo policial que acaba con la detención y encarcelamiento de los delincuentes. Sin embargo, el botín no aparece, y su búsqueda pone de manifiesto una compleja trama de complicidades.
Detalles de la película
- Titulo Original: ¡Atraco!
- Año: 2012
- Duración: 112
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Opinión de la crítica
Película
5.8
62 valoraciones en total
Hace no mucho tiempo escribí una crítica donde explicó lo fallido que me resultó el film argentino La señal , en el cual aparentemente se intentaba homenajear al cine negro de los 50.
Viendo ¡Atraco! me he dado cuenta de que si es posible que una producción argentina (aunque co-producida con España) realice un homenaje al género noir.
Si bien la película de Cortés tiene ciertos fallos producto de la enorme mezcla, no del todo homogénea, de géneros, en definitiva posee más puntos a favor que en contra.
Lo que comienza como un thriller lentamente va perdiendo con el melodrama, razón por la cual pierde consistencia y no necesariamente gana seriedad. Tampoco podemos olvidarnos de que contiene un alto índice de comedia sobre todo producto de sus protagonistas.
Estos últimos están muy acordes a sus papeles y a los cambios de ambiente que se generan en el film, al igual que los secundarios que no desentonan para nada.
Cortés en si como director demuestra varias cualidades con algunos ángulos y ciertos momentos de cámara lenta, etc que le dan un toque mucho más fino si cabe a una película que gana bastante desde lo visual.
El final es maravillo, y probablemente uno de los mejores guiños de todo el metraje.
Lo mejor: la química entre Francella y Cabré.
Lo peor: la mezcla poco definida de géneros.
Maravilloso cine argentino! Te echaba de menos sin conocerte!!! Película situada en la época del franquismo y de las relaciones mantenidas con la venerada Argentina de Perón donde las lealtades personales a la patria chica se mezclan con la soberbia y el despropósito personal. Espléndidamente reflejada, con una cuidada y magnífica ambientación. la simple pero gran historia de malentendidos cínicos, desavenencias inoportunas y mucho amor caótico no-buscado se nos desvela sin pausas pero sin prisas creando toda una oda homérica, pura poesía andante donde la tragedia se mezcla a pares iguales con la comedia. Con un excelente Guillermo Francella que dirige y protagoniza, de forma indiscutible, toda la contienda, el relato es un claro ejemplo del cine sencillo, de gran emotividad humana, de gran pasión skakespeariana, de una terrible jocosidad punzante, de un ingenio dramático y cruel que te arrastra a través de la pantalla y que te hace suspirar por cada uno de los sentimientos reflejados en la misma, y si algo sabe hacer un buen argentino es mostrar y exponer -sin pudor naciente- todas sus emociones sentidas y por sentir! Divertida a la vez que trágica y triste, es un popurrí de sucesivos actos donde la elegancia de los personajes mostrados está a la altura de la inmejorable presentación estética, un vestuario, maquillaje, iluminación y fotografía interior magníficas. Atraco frustrado por un Don Juan que no quiere fallar a su amada y que arrastra a toda la cúpula política y policiaca, joyas malditas para salvaguardar la honra de un país…. Se quedan cortas las palabras para explicar este galimatías argentino-español, cuya red se va poco a poco desenredando a base de risas y lloros por igual. Adecuado y perfecto thriller tragicómico para sentir y disfrutar una vez apagadas las luces de la sala, acomódense y vean la grandeza de reir llorando!
Un hecho verídico y fácilmente constatable en cualquier hemeroteca: en el año 1956, se llevó a cabo un atraco en una joyería madrileña. A partir de ahí hay vía libre para especular sobre la nacionalidad de los asaltantes, así como sobre el botín que lograron (o con el que pretendían hacerse), se puede indagar en las circunstancias político-sociales que se dieron durante dicho suceso… Y así, hurgando bien a fondo, surge ante nuestras narices, como por arte de magia, un plato suculento ante el que es casi imposible no salivar. Atención: los atracadores fueron dos argentinos que tenían como misión recuperar las joyas de Eva Perón antes que Carmen Polo reclamara su propiedad con el único argumento -porqué no le hacía falta ninguno más- de ser la mujer del Generalísimo. Como para no apuntarse.
Ejerce de guía de esta prometedora aventura el imprevisible (en el buen y en el mal sentido) Eduard Cortés, cuya trayectoria profesional hasta ahora obviamente no nos da ninguna pista respecto a por dónde van a ir los tiros de ¡Atraco!. ¿Será una comedia? ¿Será un drama? ¿Será un thriller? Y así una infinidad de preguntas que no encuentran respuesta hasta que se apagan las luces de la sala… y la máquina de proyección ya lleva mucho tiempo en pleno funcionamiemto. Como no podía ser de otra manera, a lo nuevo del autor de La vida de nadie o The Pelayos le va un juego de máscaras que por su ininterrupción y su fidelidad a sí mismo, dificulta su catalogación. Para los que no puedan vivir sin poner etiquetas a todo lo que ven, el filme es todo lo antes mencionado, y más.
Entre la planificación, ejecución y consecuencias del gran golpe discurre un relato tragicómico en el que el personal y muy apreciable (sobre todo en términos técnicos) retrato de una época turbia y que ahora parece muy lejana, casi -no se me malinterprete- legendaria, se mezcla con la también estimable concepción de un noir tan castizo como deudor de sus raíces foráneas. A nivel de producción ¡Atraco! luce hasta cegar en su faceta de acercamiento casi fantástico a la España franquista, que bien podría pasar (siempre en lo que a vista se refiere) como la mismísima era dorada de -pongamos- Los Angeles, en la que la policía y el crimen organizado se disputaban la floreciente joya de la costa oeste de los Estados Unidos. La jugada es arriesgada y sobre el papel irrealizable, pero Cortés da lo mejor de sí al hacer que su sueño no solo se materialice, sino que además convenza, e incluso hipnotice.
El problema está, una vez más, dentro de casa, en la manía de su autor de no facturar ningún producto redondo. Habiendo conseguido el más difícil todavía, el cineasta de Barcelona se empeña una vez más en complicarse la vida innecesariamente, cuando nadie se lo pedía ya. El guión de ¡Atraco! es en este sentido un laberinto… cuando lo único que se necesitaba era un camino recto, con una o dos bifurcaciones como máximo. Pero no. La multiplicidad (o el atracón, para echar mano de la broma fácil) de frentes y la obsesión por dotar a cada uno de ellos del encanto suficiente como para permanecer largo tiempo en la memoria del espectador hacen que el producto se estire en exceso (hasta llegar a un desenlace precipitado y mal formulado) en el que desgraciadamente se impone la irregularidad como principal rasgo distintivo.
Por suerte, eleva -y de qué manera- el nivel de la propuesta un elenco de actores de lujo y totalmente entregado a la causa. Las distintas batallas intergeneracionales, que son el combustible que alimenta el clásico juego del gato y el ratón a través del cual puede reducirse el nudo argumental del filme, son auténticas delicias a manos de monstruos de la interpretación como Guillermo Francella, que consiguen dar sentido al conjunto e incluso destacar por encima del constante de encadenamiento de aciertos con tropiezos (de balance positivo, eso sí) en el que se acaba convirtiendo la película. Suya es buena parte del mérito de que este suicida viaje al pasado a un país teóricamente inmaculado, sea finalmente un más que decente entretenimiento que además -y a pesar de todo- se las ingenia para dejar buen sabor de boca.
¡Atraco! es un entretenido policial hispano-nacional con aristas sentimentales, trasfondo histórico y momentos de humor que conforman un film interesante en el marco del cine de género industrial.
Esta coproducción argentino-española cuenta con dirección catalana y protagonismo argentino compartido, con los conocidos actores Francella y Cabré al frente. El guión tiene numerosas vueltas de tuerca, en un marco histórico que transcurre por canales clásicos de género: pasa por tramos de comedia, melodrama y finalmente se instala en lo más oscuro de la tradición policial.
La trama reconstruye muy libremente algunos hechos acerca del misterioso robo de las joyas de Eva Duarte de Perón a mediados de la década del ‘50, cuando ante dificultades económicas del ex presidente exiliado en Panamá, la leyenda dice que éstas fueron secretamente empeñadas por un secretario personal, en la película, un tal Landa, interpretado por Daniel Fanego en una de las caracterizaciones más acertadas. Así, ese invalorable tesoro va a parar a una joyería de la Gran Vía madrileña con la promesa de retorno a su origen. Pero el azar juega en contra y la esposa de El Generalísimo, aficionada a las joyas, se interesa en adquirirlas. Ante esta situación, el responsable de restituirlas trama la simulación de un robo (atraco en español), para lo cual recurrirá a un ex ardaespaldas incondicionalmente peronista y a un joven inexperto que aparece circunstancialmente a buscar trabajo como actor en un cabaret centroamericano, donde el entorno del General pasa la mayor parte de sus días en el exilio. A partir de aquí, todo ocurre en torno de esta dupla despareja de argentinos que deben simular lo que no son. La película, antes de ponerse tensa y dramática, capitaliza con humor las diferencias del experimentado (Francella) y el aprendiz torpe e ingenuo (Nicolás Cabré). Además, incluye una agradable historia de amor que permite el lucimiento de la actriz española Amaia Salamanca como una bella enfermera lejos de la tradicional malignidad de femme fatal pero artífice indispensable para la tragedia.
Con datos históricos reales y otros ficcionalizados, se teje una buena trama que va rotando desde el costumbrismo a la comedia de enredos, hasta encontrar un desenlace a la altura de estos conmovedores personajes menores, a la sombra de otros poderosos, pero que a puro sentimiento se meten por fidelidad en medio de circunstancias que los sobrepasan.
El director catalán Eduard Cortés se revela como un digno narrador y todos los elementos de la producción lucen cuidados y vistosos, dando lugar a que todos los talentos artísticos que participan del film tengan su espacio (algo poco habitual y siempre bienvenido).
Pues a mi me ha parecido un peliculón. Quizá es porque no soy una intelectual del cine. Simplemente evalúo las películas con ojos de espectadora, le pido a la historia (sea la que sea) que me capte la atención……. y que me provoque algún sentimiento. A ser posible coherente con el género, es decir, no quiero reírme con una película de miedo ni pasar miedo con una comedia…….
¿La interpretación de los actores? Pues que quieren que les diga….. si yo me la creo es que son buenos, si no………. no lo son. ¿Subjetivo, verdad?. Claro, como debe ser, porque así son los ojos del espectador, yo no miro películas para luego irme a escribir una crítica razonada e intelectual. Las miro para entretenerme y en mi particular escala de evaluación si cuando termina pienso la vería otra vez .¡¡¡Es que es buena!!!.
Gracias por su atención (si es que me leen)