Arthur, el soltero de oro
Sinopsis de la película
Arthur Bach es el millonario más encantador del mundo, pero la mayor parte del tiempo está borracho. De repente, su familia le plantea un dilema: si quiere heredar 750 millones de dólares deberá casarse con su aburrida novia de Long Island en menos de un mes.
Detalles de la película
- Titulo Original: Arthur
- Año: 1981
- Duración: 97
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Opinión de la crítica
Película
5.3
29 valoraciones en total
Pasable comedia ligera que gozó de un notable éxito en su día pero que con los años ha envejecido bastante mal. La historia de Arthur (Dudley Moore), rico heredero que debe casarse con la mujer a la que no ama para conservar su fortuna, y Linda (Liza Minelli), chica pobretona de la que terminará enamorándose el protagonista, está demasiado manida, por lo que el espectador sabe de antemano cuál va a ser el final de la película.
La canción principal, compuesta por Burt Bacharach y Christopher Cross, fue justamente premiada con un Oscar, así como la interpretación secundaria de John Gielgud como Hobson, el mayordomo de Arthur, único que consigue salvar la sensación de histrionismo que transmite el resto del reparto.
La película ganó también el Globo de Oro a la mejor comedia de 1981. Sin embargo, casi treinta años después, el guión no consigue más que arrancarnos alguna que otra sonrisa condescendiente. Por lo demás, la cinta no requiere del espectador el más mínimo esfuerzo y, con la misma facilidad que se ve, se olvida. Ideal entretenimiento para la sobremesa de un domingo de invierno.
Arthur el soltero de oro quizás sería una comedia olvidada si no fuera por la preciosísima canción de Christopher Cross que la simpatizó, popularizó y la hizo clásico hasta hoy en día, 40 años después.
Que no soporto a Dudley Moore en la película, con ese papel excéntrico, parlanchín, tan histriónico, tan cansino es… bueno…. gusto o disgusto mío…. ríase cada cual con lo que quiera (salvando que ahora está mal visto reirse de prácticamente todo, en esta sociedad que si antes carecía de humor, ahora se ha vuelto tétrica, palúdica e ideológica del argumento y tú más , ¿dónde está mi chupito? o que el cerdo ibérico es peor que el de Girona por ser español )…. pena de sistema planetario español….
Ver a Liza Minelli en esta película lo justifica todo.
La trama de Arthur es un poco parecida a Pretty Woman , a cuento de Príncipe azul y Cenicienta , y lo que más me gusta y así la puntuo con un 7, es que representa una época del cine – los años 80 – donde todavía las producciones hacían estas cosas, con inocencia, sin complejos, y aún había músicos capaces de hacer una canción tan única y bonita como la que hace Christopher Cross ( y cursi, lo reconozco).
Y yo añadiría, Liza, intenta mantenerte sobrio al menos más de dos metros seguidos de película, colega.
Antes de nada he de confesar que a pesar de todo le tengo cariño a Dudley, ese maravilloso enano cachondo con un posavasos permanentemente pegado al culo. Me enternece a la par que inquieta pensar que existió una época lo suficientemente decadente como para considerarle un sex symbol (¡miren qué carátula!). Pero todo es posible en América.
El mayor entretenimiento de la película consiste en intentar diferir entre las secuencias en las que Dudley aparece borracho y en efecto lo está y aquellas en las que sólo finge el pedo por exigencia artística. No seré yo quien le juzgue, hay que pillarse un buen ciego para besar a la Minelli.
Es posible que se trate de una película para ver igualmente ebrio. Yo acababa de beberme un red bull e iba excesivamente lúcida como para acabar teniendo agujetas faciales dada la proliferación de gestos nuevos, experimentales, que mi rostro debió sufrir durante el visionado.
Sinceramente, todavía no puedo creer que exista.
No está tan mal si eres capaz de aguantar a Dudley Moore con un vaso de whisky todo el rato. Es su manera de conectar con la sociedad, bebiendo mientras conduce o cuando charla con sus familiares, novias, ligues alternativos y servicio de cámara. Los gags no son visuales, se basa el guion en los diálogos chispeantes pero el valor de la historia está en su sencilla propuesta.
Este soltero no es una película superior a 10, la mujer perfecta, aunque Dudley Moore estuviera en plena racha profesional. Es una película muy premiada y con una canción lenta de Christopher Cross que me trae bonitos recuerdos. Best that you can do. Cuando se oía música de verdad, no como ahora.
La historia se sigue con un relativo interés basado en que te supones muy bien por dónde tirará Arthur, el soltero de oro, y lo bueno es que no te falla con saltos narrativos o giros increíbles. Ese relativo interés es la clave ya que Arthur tiene un historia muy conocida pero no por ello que rechaces de plano, es la historia que siempre se puede seguir de cerca.
No pega ver a Arthur con su padre por ambos físicos, pero superado el trance no hay que devanarse los sesos para comprender a Arthur, para ver que se rebela ante la imposición de un matrimonio de compromiso. Es el pago por tocarse los cataplines todo el santo día y haber nacido en el seno de una familiar millonaria.
Es fácil ser rebelde con un colchón millonario, otra cosa es ser tonto.
De estruendoso éxito comercial en su día, sirvió para encumbrar al recién descubierto y ya veterano cómico Dudley Moore al estrellato absoluto, nominación al Oscar incluida. Con el paso de los años uno no puede llegar a otra conclusión que esta película es una de las marca la transición del cine americano de los 70 (adulto, pesimista e innovador) al de los 80 (lineal, bienintencionado y dirigido a adolescentes).
No es Arthur en modo alguno una mala película, pero ni mucho menos merecedora del taquillazo en que llegó a convertirse. Simpática y con algún detalle logrado en cuanto comedia, sin embargo la figura del playboy millonario eternamente borracho y que consigue la redención a través del amor de una simple camarera puede resultar, a fecha de hoy un tanto bobalicona, amén de estar lastrada por un histrionismo interpretativo de Moore que sitúa su trabajo muy lejos de su excelente rendimiento en cintas como 10, la mujer perfecta y Infielmente Tuya que le revelan como, al menos cómico peculiarísimo. No olvidemos que unos años más tarde rompería las taquillas un tal Eddie Murphy.
Como gran parte del cine de su década el tiempo no ha sido muy benevolente con esta cinta que, no obstante, mantiene intacta su condición de icono cinematográfico de unos años que supusieron una transición, y no para bien por cierto, del cine estadounidense.