Arco de triunfo
Sinopsis de la película
París, 1938. El doctor Ravic (Charles Boyer) es un médico austriaco que, huyendo del nazismo, se ha refugiado en la capital francesa. Allí entabla amistad con Boris Morosov (Louis Calhern), que trabaja como portero de un local ruso. Una noche, Ravic tropieza en la calle con una mujer, Joan Madou (Ingrid Bergman), que está a punto de desvanecerse, la socorre y la lleva a su casa.
Detalles de la película
- Titulo Original: Arch of Triumph
- Año: 1948
- Duración: 120
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Opinión de la crítica
Película
6.2
56 valoraciones en total
Dirigida por Lewis Milestone, la película se basa en la novela Arch Of Triumph (1946), de Erich Maria Remarque. Se rodó en exteriores de París y en Enterprise Studios (Hollywood), con un presupuesto de 5 M dólares. En 1985 fue objeto de un remake para la TV. Producida por David Lewis ( El otro amor , 1947), se estrenó en marzo de 1948 (EEUU).
La acción tiene lugar en París y alrededores y en Antibes (Costa Azul), entre otoño de 1938 y primeros de septiembre de 1939. Narra la historia del Dr. Ravic (Charles Boyer), médico cirujano austríaco, refugiado en Paris, residente sin papeles, que sobrevive trabajando ilegalmente haciendo sustituciones y prestando colaboración a compañeros franceses. Una noche evita el suicidio de Joan Madou (Ingrid Bergman), actriz modesta, refugiada italiana, profundamente deprimida por la muerte repentina de su pareja. La acoge en su casa y entre ambos surge una relación de amor, interrumpida por la deportación de Ravic.
La película muestra el ambiente de Paris, en los meses previos al comienzo de la IIGM, saturado de refugiados que han huido de la tiranía nazi. Paris es un hervidero de temores, ilusiones rotas, desesperanza y angustia, que sobrelleva un número incontable de desplazados, a los que la policía francesa arresta y deporta a los países de origen. La trama principal y las subtramas del film, narradas con apariencia de cierto desorden, reflejan el ambiente caótico y desgarrador de la ciudad. El relato se desarrolla sin concesiones a la complacencia del espectador, que sale de la proyección inmerso en sentimientos de tristeza, desolación, compasión y rechazo de la violencia. Además de un drama romántico, se incluye una acción de venganza, concebida con frialdad y ejecutada con saña, atenuada visualmente por la supresión en el original de varios planos. Son escenas destacadas la tortura y muerte de Sybil, la intervención quirúrgica de una muchacha sometida a un aborto clandestino y la agonía y muerte de una joven víctima de violencia pasional por celos.
La música aporta una partitura orquestal estridente y disonante, muy adecuada, a la que se añaden canciones como Long After Tonight (1948), Just Say I Love Her (1930), La Marsellesa y otras. La fotografía crea un clima sombrío, inquietante y atormentado, con imágenes de noches de lluvia, calles húmedas y rincones tortuosos, de aires expresionistas. Se extraen de I. Bergman imágenes de gran belleza. El guión, reelaborado por Milestone, compone un cuadro de gran fuerza, referido a un momento histórico de gran interés. La interpretación de la pareja protagonista, en su reencuentro tras Luz que agoniza (1944), presenta un redimiento inferior al esperado, pese a momentos de gran acierto. La dirección, con la ayuda de un joven Robert Aldrich, crea una obra potente, con algunas deficiencias de ritmo, orden y nivel.
Película interesante como retrato de la violencia y vulnerabilidad de la condición humana.
Película muy irregular en todo su desarrollo que sólo logra sacar una puntuación de discreto 6, gracias a la interpretación de una de las más grandes de la historia del cine: la gran Ingrid que con una interpretación final mayúscula hace sacarla del suspenso.
El resto de la historia va a un ritmo sin mucha conexión y que a veces se hace muy aburrida y con poco interés.
Arco de triunfo (Arch of triumph, 1948), de Lewis Milestone es un áspero y sombrío melodrama, en cuyas dos horas y cuarto casi no hay casi respiro. Las sombras, presencia constante, son tan oscuras que parecen supurar. La narración está dominada por una espesura de negrura (delineada por el admirable trabajo de iluminación de Russell Metty). Era la segunda ocasión en que Milestone dirigía una adaptación cinematográfica de una novela del escritor alemán Erich Maria Remarque, tras la también excelente Sin novedad en el frente (All quiet on the western front, 1930), que adaptaba la homónima novela publicada un año antes, la cual había provocado las iras del tercer Reich, por lo que fue quemada en las hogueras. Remarque fue otro de tantos que abandonó Alemania al ascender al poder Hitler. Emigró a Suiza, y a finales de los 30 a Estados Unidos. La novela Arco de triunfo fue escrita, durante su exilio, entre 1939 y 1945, año en el que fue publicada primero en inglés. Milestone se involucró de tal manera que cuando el primer guionista, Irwin Shaw, no quiso proseguir tras cinco meses de trabajo porque no divergía de lo que pretendía Milestone, optó por desarrollar el guion junto a Harry Brown. El resultado fue una obra de cuatro horas, que fue cortada, y reducida a dos horas (aunque ampliada en doce minutos cuando fue restaurada). La censura también intervino. Joseph Breen exigió que fuera mitigada la crudeza de ciertas secuencias violenta. Arco de triunfo, como otras películas que adaptaron novelas de Remarque, Tres camaradas (Three comrades, 1938), de Frank Borzage, Tiempo de amar, tiempo de morir (Time to love, time to die, 1958), de Douglas Sirk o Así acaba nuestra noche (So ends our nignt, 1941), de John Cromwell, se vertebran sobre una relación amorosa destinada a la tragedia, en los desoladores tiempos de guerra (o preguerra). Con la tercera, además, coincide en centrarse en un personaje refugiado, Ravic (Charles Boyer), un cirujano alemán cuya situación, como la de los protagonistas la película de Cromwell, al no disponer de papeles, pende constantemente de un hilo: si son apresados serán deportados del país, aunque pueden intentar regresar de nuevo (hasta la próxima vez que sean otra vez deportados), o transitar de país en país cual figuras errantes. Los nombres no reflejan sino esa condición fantasmal. Ravic no es su real nombre sino uno de tantos que usa como falsa identidad de hombre sin papeles.
El comienzo de Arco de triunfo es impactante: Ravic, sentado en un café, entrevé a través de las cristaleras a Haake (Charles Laughton), un oficial nazi. Un expresionista flashback, que juega con las desmesuradas sombras y perspectivas especiales (sin contornos), evoca cuando Ravic y su esposa fueron torturados por Haake, y ella murió al no poder resistir las torturas. Como contraste, la iluminación se hace blanquecina, sin sombra alguna, en la secuencia que nos muestra a Ravic intentando, infructuosamente, salvar a una mujer en la mesa operatoria, una mujer que musita el nombre de un hombre, una mujer que morirá por las inadecuadas condiciones en la que le fue realizado un aborto, una mujer que nombra a quien ama pero como señala Ravic, quién sabe dónde estará ese hombre, todas las ilusiones románticas quedan reducidas a un entorno blanquecino donde se pierde la vida, como una pantalla que se ha desintegrado. Torturar, salvar, sombras, luces.
Ravic vive en un hotel de refugiados en el que habitan huidos de las torturas o de la desolación (una galería de rostros derrotados y dolientes), pero también un grupo de defensores del alzamiento franquista, a quienes el mejor amigo de Ravic, Morosov (Louis Calhern), ruso, muestra un total desprecio cuando intentan que se unan a su celebración. Ravic, en uno de sus paseos, cual sombra exiliada, por las solitarias calles, en este caso bajo la lluvia, se encontrará con una sombra extraviada, Joan (Ingrid Bergman), al borde de cometer suicidio. Su amante, al que acababa de abandonar, ha muerto repentinamente. Ravic la salva y ayuda, encontrándole trabajo en el club donde trabaja Morosov de portero. Su historia se gesta a trompicones, por la reserva de él, como quien contiene la mecha de una explosión que dispone del rostro de quien abrió en sus entrañas una herida aún no cerrada, y por el ofuscado atolondramiento de quien no sabe cómo desenvolverse con sus emociones, y necesita taladrar esa reserva para percibir la brecha que evidencia que él la corresponde del mismo modo. Ese forcejeo incluso está presente, con provocaciones de celos, en el momento de pausa de tiempo de permiso en el horror (como los días que viven los protagonistas de Tiempo de amar, tiempo de morir) cuando disfrutan de unos breves días en la costa francesa. Pero también la circunstancia y el azar intervienen, de modo más determinante, para dificultar la relación. El azar entra en juego, pero a la contra, cuando Ravic, ya de vuelta en París, por atender a una mujer accidentada en la calle, y así salvarla, sea detenido y expulsado del país.
Esa divergencia, o contraste, de actitud y carácter dota de una cualidad singular a una historia de amor particularmente turbia y menos convencional de lo habitual. Ravic es más templado, alguien ya curtido en la precariedad, el dolor, las esperas, la amenaza permanente sobre su vida y la vulnerabilidad, mientras Joan es más frágil (o menos capaz de afrontar la fragilidad), más inconstante y menos madura. No es capaz de afrontar la soledad y el dolor, la incógnita sobre la espera de la vuelta de Ravic, por lo que opta por acogerse (refugiarse) en los brazos de otro hombre (que la ama).
Antes de que se desencadene la segunda guerra mundial, llegan a Francia huyendo del terror nazi personas como Ravic (Charles Boyer), un cirujano que se encuentra París de forma ilegal. La sociedad francesa vive en tensión ante la inminencia de la guerra a la vez que las relaciones personales se enturbian fruto de la confusión generalizada.
Ravic odia a un torturador nazi que dio muerte a cierta mujer a la que amó y, durante su estancia en Francia, no hace más que esperar el momento de su venganza. De manera fortuita conoce a una mujer (Ingrid Bergman) absolutamente desorientada y deprimida a causa de la muerte de su amante, de la cual se irá paulatinamente enamorando.
Su vida, como si de un péndulo se tratase, se moverá entre dos polos opuestos: la profundización en su relación con la mujer ( de futuro incierto debido a la incertidumbre que se avecina con la guerra) y su venganza contra el cruel nazi (Charles Laughton) que hasta ese momento había constituido su único objetivo vital.
Es Arco de triunfo un filme de difícil análisis por su extrema irregularidad en todos los aspectos: conviven en su seno virtudes de primera magnitud junto a defectos inexplicables e inesperados.
Entre las primeras se sitúan aspectos como su ambientación (lúgubre, decadente, opresiva fruto del admirable trabajo de Russell Metty ), las actuaciones del trío protagonista o el tono dramático que no cae en sentimentalismos gratuitos. Son sus defectos más destacables la notoria irregularidad en el ritmo, ciertos aspectos del guión nada afortunados (el personaje ruso encarnado por el gran intérprete Louis Calhern es tan superficial e impostado que desvirtúa el interesante dibujo realizado con los protagonistas, además la insignificancia de los personajes secundarios en general o las lagunas argumentales existentes dan una sensación de mediocridad que no se corresponde a mi juicio con la valía global del accidentado guión*) y cierta falta de intensidad cinematográfica provocada por la escasez de momentos de verdadero acierto en la puesta en escena por parte de Lewis Milestone durante el metraje.
(continúa en el espacio de abajo)