Aral, el mar perdido (C)
Sinopsis de la película
Documental producido para la fundación We Are Water, sobre el desastre ecológico del Mar de Aral, en Asia Central. Aral era, hace apenas 50 años, el cuarto lago más grande del mundo, con 66.000 kilómetros cuadrados. Hoy es un inmenso desierto con esqueletos de barcos varados en sus arenas.
Detalles de la película
- Titulo Original: Aral, el mar perdido (S)
- Año: 2010
- Duración: 25
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Opinión de la crítica
Película
5.4
46 valoraciones en total
Aral era dulce y coqueta, se engalanaba cada día para sus barquitos, los protegía, ellos la escuchaban hablar de esto y de aquello, comían con ella nubes de fresa y hablaban de la Nouvelle Vague.
Aral tenía sed. Sed de vida, de justicia y de libertad. Siempre se vio atrapada en su mismo hogar, sin poder siquiera tomarse un descanso para veranear en la costa. Pero eso no le importaba. La triste y cansada Aral se conformaba con susurrar a sus barquitos cada día unas bonitas palabras de amor antes de que se fueran a faenar. Pero su sed y generosidad acabaron con ella.
Aral ya no está. Ni ella ni su amiga la cigüeña Pitipú, una cigüeña parda que sólo comía lentejas y lomo adobado. Sus sueños, sus ilusiones, todo se ha ido por la acción del hombre. Por eso Aral prefería de gobernadora una mujer. Pero este es el mundo que nos ha tocado vivir, ahora los barcos están huérfanos. Cada noche puede oírse un clamor en el silencio: Aral, Aral, vuelve, arrópanos… pero Aral no está. Se produce ese enfermo mortal que nos recorre a todos cuando un amigo se va y algo se muere en el alma…
Descansa Aral, vuelve a la tierra convertida en ángel y conoce el mar, los océanos, saluda a tus barquitos, devuelve al mundo la alegría y no nos abandones jamás. Pitipú y tú disfrutareis cada día de un nuevo amanecer…
Afortunadamente Aral hizo una lista de cosas para hacer antes de desaparecer. Se cepilló a los lagos anexos y dejó grabadas cintas con greatest hits de los 60s, 70s y 90s (Nunca le gustaron los 80s. Ella era así, libre, intensa, eterna…)
Pocos minutos para narrar un problema tan grave y que supuso y supone un gran desastre ecológico para el planeta. Coixet busca testimonios entre los lugareños, con intención de emocionarnos y hacernos ver que sobre la arena salinizada y estéril hubo un día un mar lleno de vida y de peces gigantescos, pero no se busca a los culpables (Se menciona el Kremlin, nada más) ni se plantea el origen de soluciones para paliar este problema, tampoco se habla con expertos en el tema que puedan darnos información más práctica. Buen ejercicio para despertar conciencia, pero poco práctico para actuar.
Mucha pena da ver este documental si uno antes, como es mi caso, vio la hermosura de esas aguas, sus tremendas tormentas, si probó su sabrosos peces y se enamoró en una de sus numerosas islas (Aral significa mar de islas), como muchos recordamos ocurrió en el maravilloso filme El cuarenta y uno (Sorok pervyy), del director Grigori Chukhrai (URSS 1956), donde se cuenta la historia de amor que surge entre dos enemigos: por una parte un oficial del ejército blanco o zarista (interpretado por Oleg Strizhenov) y por otra una militante francotiradora del ejército rojo o bolchevique (protagonizada por Izolda Izvitskaya), cuando ella lo lleva a él prisionero en dirección a su destacamento y al embarcarse para cruzar el Mar Aral una temible tormenta como suelen ser las de los lagos los hace naufragar pero salvándose ambos y quedando aislados en una de las innumerables e idílicas islas que lo integraban, surgiendo entonces el amor milagroso entre los dos, el amor que mientras dura es capaz de dejar a un lado las ideologías.
Pues bien, ese Mar Aral que, cuando se producía la citada película a mediados de los años cincuenta del siglo XX, era el cuarto lago más grande del mundo, fue sometido por las autoridades comunistas de la URSS, allá por el año 1960, al megaproyecto de desviar los dos grandes ríos que en él desembocaban, los ríos Amu Daria y Sir Daria, con el fin de regar inmensos campos de algodón y convertir a la URSS en el mayor productor algodonero del mundo, pero lo que lograron fue que al dejar de recibir el Mar Aral el habitual caudal de agua que le aportaban dichos ríos, empezó a evaporarse rápidamente. Su extensión es hoy menos de la mitad que la tenía entonces y el volumen del agua se ha reducido en un aterrador 80%. Encima, los fertilizantes químicos que se utilizaron para acelerar el crecimiento veloz del algodón, convirtieron esta zona de Asia Central en una de las más contaminadas del planeta. Los niveles de enfermedades, malformaciones, cáncer linfático y mortandad infantil, son de los más altos de todo el continente asiático.
En definitiva, de lo que han hecho los comunistas con ese inmenso mar, convirtiéndolo en una especie de ojo seco o tuerto del planeta Tierra, es de lo que trata este documental de Isabel Coixet, y cualquiera que sea capa de discernir con independencia la historia del comunismo y de la URSS, (proyectos que tanto admiraban y ansiaban reproducir en España célebres comunistas españoles como Dolores Ibárruri o Santiago Carrillo), puede sacar sus conclusiones al respecto e incluso dar gracias al universo o a quien sea porque no triunfara en la España de los años treinta aquellas revoluciones comunistas que tanto se intentaron y que seguro de haber tenido éxito alguna de ellas nos habría dejado buena parte de España hecha un cementerio al estilo Mar Aral o peor.
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Después de haber tenido la oportunidad de ver el fantástico documental realizado por Isabel Coixet hay dos cosas que me desconciertan: la calificación media obtenida por éste en FilmAffinity y el hecho de que fuera emitido en la 2 de RTVE en la medianoche de un jueves cualquiera. En esto último no voy a entrar porque creo que no tiene remedio, simplemente agradecer a quien tuvo la bondad de emitirlo, aunque fuera en un horario de pena (no sé si llegaría al 1% del share en ese momento). Sin embargo quiero entrar al trapo con el tema de la calificación media.
Para nada me considero una persona estrecha de miras incapaz de soportar puntos de vista discordantes con el mío, pero es que resulta que lo que siento al ver el documental de Isabel Coixet y lo que refleja que han sentido todos aquellos que lo han visto (dada su nota media) entra en conflicto. Desde mi punto de vista, lo que suscita esta cinta tan necesaria son sentimientos universales: empatía, nostalgia por lo perdido, rabia, impotencia, dolor, vacío y un largo etcétera. Quizás, considerar que lo que a mí me suscita este documental haya de ser universal per se sea producto del más agudo e incurable egocentrismo. No lo sé.
El mar de Aral fue en su momento la cuarta reserva de agua dulce del planeta en mitad del inmerso desierto de Asia Central: éste ha sido alimentado desde hace más de diez mil años por los ríos Amu Daria y Sir Daria. El mar hizo posible que en medio de un paisaje inhóspito surgiera la vida, así éste se convirtió en fuente de recursos pesqueros y en parte decisiva del horizonte mental y experiencial de los habitantes de la región. Creo que todo esto es magistralmente destacado por la obra de Coixet quien, desde mi punto de vista, raya a un nivel altísimo a la hora de mostrarnos la tragedia que tuvo lugar allí. Y es que a esta directora siempre le tiran las historias más crudas, pero estas siempre son mostradas al espectador con elevadas dosis de lirismo y poética, valgan como ejemplo la banda sonora de este documental o las imágenes en sepia en referencia al pasado, las cuales nos traen a la memoria El espejo de Tarkovski, un director muy conectado con la dimensión espiritual del hombre. Precisamente eso es lo que pretende Coixet: conectar con el vacío que el mar ha dejado en el universo mental de los que antaño se bañaban en éste, descubrieron el primer amor junto a él o empezaban el día desperezándose frente a esa hermosa masa de agua dulce que surgía imperturbable en mitad del desierto como si de un milagro se tratara. Hombres y mujeres que conectan sus recorridos vitales con la presencia omnipresente del mar como un protagonista vital que articulaba y daba sentido a sus vidas se vieron obligados a ver cómo día a día se iba marchando hasta perderse todo rastro de éste en el horizonte. Desde el momento en que el mar desapareció todos ellos quedaron condenados al destierro de su memoria, de lo que un día fue.
Este documental pudiera tener una agudeza ideológica muy a tener en cuenta, la cual escruta sobre el mismo quid de la cuestión que Martín Amis en su libro Koba el temible , me refiero a la inexplicable impunidad a la que el comunismo salió del s. XX, siglo que concentró toda su capacidad de horror y de rasgarse las vestiduras en el fascismo, a la vez que dejaba de lado como un irrelevante secundario al comunismo.
Pero hete aquí una prueba de lo monstruoso del comunismo y de que en monstruoso no está por debajo del fascismo sino a la par e incluso a veces le supera –sin entrar en los más de veinte millones de muertos que provocó sólo en Rusia–, es decir, la destrucción del paradisíaco Mar Aral, una prueba más, (aunque terroríficamente espectacular) de las gigantescas necedades que realizó el comunismo y de las cuales nada dicen o callan como zorras sus grandes y venerados vividores, incluso los vividores más periféricos y de andar por casa como Carrillo, Llamazares, la gorda Almeida o el Cayo Lara, entre otros últimamente bastantes capitalizados y descomunizados .