Aquarius
Sinopsis de la película
Una compañía de teatro está ensayando una obra en su local. Todo parece transcurrir sin novedad, hasta que uno de los miembros del reparto aparece muerto. Asustados, el resto trata de salir, para encontrarse que están encerrados en el teatro con el asesino…
Detalles de la película
- Titulo Original: Deliria (Stage Fright)
- Año: 1987
- Duración: 90
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Opinión de la crítica
Película
5.7
73 valoraciones en total
Pocas veces me lo he pasado como un enano viendo una película de terror en plan slasher .
Hay que decir que el director es un seguidor de Argento y que participó en varias de sus películas como secundario. Se nota al observar varios movimientos de cámara y la vista en primera persona además de unos pocos guiños a sus películas. Lástima que se quedara estancado en telefilmes porque el director prometía.
Pues bién, nos encontramos ante una película en la que un loco encierra a los actores de una obra en el propio teatro haciéndose pasar por uno de los actores. Debe de ser la única película de terror en la que vayamos todos juntos y así no nos pasará nada falla, lo cual es un punto a favor.
Algo diferente es que no tendremos que descubrir quién es el asesino (algo habitual en este tipo de cine) porque es algo que sabemos desde el principio.
En cuanto a los asesinatos, eran buenos para la época y con dosis de gore, más cuando se arman en el taller.
La música, aunque no sea de Goblin, es bastante parecida.
En mi opinión, algo parecido a esto debería haber sido Opera de Dario Argento y no la cosa rara que salió.
Una última cosa y al spoiler. Teníamos 3 opciones para el título: Miedo escénico (de Stage Fright), Deliria (el original, algo parecido a Suspiria) y Aquarius (el nombre del primer baile),
y los españoles nos cubrimos de gloria poniendo el tercer título. Si es que cómo son.
Opera prima de Michele Soavi, director italiano de culto -hoy rebajado a realizador de telefilms- que entre finales de los ochenta y principios de los noventa, dirigió cuatro películas de terror bastante peculiares.
A mediados de la década de los ochenta había comenzado el declive del giallo y del cine de terror italiano en general. Mario Bava había fallecido. Dario Argento tras dirigir la infravalorada Phenomena, presentaba la muy discreta Terror en la Ópera. Fulci por su parte realizaría sus últimas películas, la mayoría de ellas bastante mediocres.
Entre lo poco destacable de la segunda mitad de esta década, se encuentra este curioso slasher que a través de un guión sencillo y funcional, retoma los valores estéticos del cine giallo y también algunos de sus consabidos defectos, a los que afortunadamente consigue sobreponerse con creces.
El film arranca con una escena espectacular, tras la cual se nos presenta rápidamente a los personajes, todos ellos trazados de forma desdibujada pero con un rasgo común: se trata de un grupo de perdedores, mediocres profesionales del mundo del teatro que nunca han conseguido triunfar, y que para ir saliendo adelante están participando en una delirante obra de lo más kitsch y hortera. El azar hará que al director, en un arrebato de oportunismo, se le ocurra un plan para potenciar el éxito de la obra, dando esto lugar a funestas consecuencias. A partir de aquí, la historia se desarrolla de forma lineal, recurriendo bastante a los típicos clichés del género. Pero en este tipo de films el guión no es lo más importante. Es la puesta en escena, la composición de planos, la creación de atmósferas recargadas y opresivas… en definitiva, la brillante imaginería visual, lo que convierte a estas películas en objeto de revisión, hoy que el cine de terror está más devaluado que nunca.
Con su ópera prima, Soavi se reveló como un alumno aventajado de Dario Argento (por aquel entonces, ya había trabajado con él como asistente durante los rodajes de Ténebre y Phenomena), tomando prestados varios elementos del cine de éste, como el uso de la cámara subjetiva o de decorados de aspecto siniestro, tales como los típicos maniquíes que tanto aparecen en los giallos.
Siendo ésta la película más convencional de las cuatro que dirigió Soavi en aquella época, no deja de contener detalles muy llamativos, como la extrema brutalidad y crueldad de algunas secuencias, o las curiosas pinceladas de surrealismo macabro, que se convertirían en una constante durante su corta etapa como director de cine de terror.
El debut Michele Soavi tras un tiempo trabajando para otros conocidos como Argento o Bava, no sorprendió a muchos, sin embargo ha conseguido dejar su huella en la historia del cine.
Quizás sea por el vestuario de su asesino, por lo meta que es o por las ridiculeces que se suceden en la cinta, pero lo cierto es que Stage Fright tiene un encanto especial que la aleja de convertirse en slasher cualquiera. Ojo, eso no quiere decir que sea un giallo, pese a las claras influencias.
Una película desenfadada y divertidad.
Si queréis saber más escuchad nuestra critica en EL Terror No Tiene Podcast: http://www.ivoox.com/terror-no-tiene-podcast-episodio-22-audios-mp3_rf_13273141_1.html
Cualquiera que haya recorrido alguna vez las bambalinas de un teatro se habrá dado cuenta de la peculiar geografía de esos lugares.
Básicamente, son mezclas interminables de pasillos y recovecos, diferentes secciones ocultas entre oscuridad necesaria para la representación, sin olvidar los elementos de atrezzo que reposan antes de salir a escena, como entes inanimados que esperan ser dotados de vida. Son lugares encantados, siempre entre la línea de lo real y lo ficticio.
Aquarius hace bien en recrear al milímetro esa extraña atmósfera que los recorre, y convertirla en el principal elemento que nos atrapa sin soltarnos: en su inicio, parece que estamos en una calle suburbana donde se ha cometido un asesinato, solo para después darnos cuenta de que en realidad contemplamos una elaborada coreografía teatral. Pero el engaño era tan exacto que lo hemos aceptado sin problemas, en ese espacio que recrea la realidad.
La historia podría ser algo parecido a ojos poco atentos, tan solo una obra macabra de la que somos inadvertidos espectadores, sin un elemento que rompa el hechizo de la representación. Una máscara inquietantemente humana cerca el plano, repitiéndose como si de un espectador contiguo se tratara.
En el fondo, se podría decir que ninguno de los congregados ahí quiere ser parte de la obra: solo son, como su tiránico director se encarga de recordar, actores de segunda que han aceptado ese trabajo porque no tienen otra cosa. Sus simples dramillas personales nos llegan como algo medio inventado para la ocasión, hasta el punto de que temas serios como un embarazo no deseado o un tobillo dislocado parecen ser menos importantes de lo pudieran ser.
Pero eso es porque falta un peligro que active esta batidora de egos inflados y miserias actorales.
Casi ni se explica cómo el asesino llega al teatro, pero eso es porque no importa. Solo su frialdad, su temible presencia embozada en una cabeza de búho, es suficiente para aterrorizarnos entre los ropajes del vestuario, como si se tratara de un atrezzo que ha cobrado vida para perseguir a los actores que lo utilizan. Es un error pensar, eso sí, que da más miedo su hacha ensangrentada que su absoluta falta de humanidad, como se evidencia en esos desprecios del dinero que se le ofrece, o en esa máscara sin gesto que acecha impasible a la carnicería que provoca.
Aunque el genuino terror llega quizás más tarde, cuando activa música clásica a todo trapo y sus presas concluyen que… se está divirtiendo .
¿Y quién no nos dice que solo está poniendo la adecuada banda sonora a la gran obra que él, de alguna manera, está dirigiendo? Es esa posibilidad la que hace perder el control de la realidad, aunque no se le dote de características sobrenaturales y siempre encuentre la forma de anticiparse a las estrategias de los otros.
Al fin y al cabo, ya lo dice el director en una de las primeras escenas: no tendrá mucho sentido, pero tendrá impacto, y eso es lo que quedará en la memoria del público .
Precisamente.
Ópera prima de su director si no contamos con el documental que realizó sobre Dario Argento dos años antes.
Una compañía de teatro está ensayando una obra en su local. Todo parece transcurrir sin novedad, hasta que uno de los miembros del reparto aparece muerto. Asustados, el resto trata de salir, para encontrarse que están encerrados en el teatro con el asesino…
Aquarius es un slasher más que decente que coge muchos de los elementos estéticos del giallo con un guión muy sencillo y unas dignas interpretaciones. Tras una primera parte que te presenta de una forma un tanto desdibujada los personajes que servirán de carnaza para nuestro asesino, el filme nos pone en materia. Presentando unas muertes, que aunque unas más que otras, nos muestran una brutalidad y originalidad más que dignas (A destacar para mí la muerte que durante el ensayo confunden al asesino con un actor del reparto). Tras el baño de sangre típico de este tipo de cine la película nos deja con un final que quiere preparar el terreno para futuras entregas pero que no favorece al final de la película.
En resumen este filme italiano ni me parece la obra maestra que unos dicen, ni la porquería que dicen otros tantos, siendo para mí una interesante propuesta que en ningún momento te aburrirá ni llegará a sobresalir.
-Nota personal 6/10
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